Las penurias de la Guerra
En 1924 la Unión Soviética apenas si acababa de nacer como país. Una década de conflictos la había dejado arruinada y su principal líder se encontraba gravemente enfermo. Grandes sacrificios convertirían al país en una gran potencia industrial en un lapso de menos de dos décadas, pero en este momento nadie sabía lo que les deparaba el futuro.
Por esta razón, el Concejo Revolucionario Militar de este país decidió, en este año, aprobar el uso de perros con propósitos militares. Cualquier consideración moral quedaba descartada debido a las acuciantes necesidades de la nueva república.
El entrenamiento de los perros de guerra
Compañeros en combate
Originalmente, el propósito del proyecto no era crear “suicidas” animales (al estilo de los murciélagos estadounidenses), sino verdaderos aliados capaces de convertirse en soldados y servir a la causa soviética. Originalmente pensados para varias operaciones, comenzaron a concentrarse en la idea de los perros antitanque a mediados de los 1930’s, y sería ese desde entonces el principal proyecto en el que estos animales estarían involucrados.
Originalmente la idea era la siguiente: los perros tendrían una carga amarrada a su cuerpo, la cual serían capaces de soltar jalando un cable con sus dientes. Se les entrenaría para localizar tanques enemigos, soltar la carga bajo su cuerpo y volver a donde el operador. La carga sería activada por un temporizador (a partir del momento en el que el perro la soltaba) o a distancia por el operador.
Lamentablemente, ningún animal fue capaz de dominar esta técnica. Los perros podían seguir fácilmente a un blanco, pero se confundían al verse enfrentados a múltiples tanques. En muchas ocasiones no conseguían soltar la carga a tiempo y retornaban al operador con la bomba, lo que representaba un peligro tanto para el animal como para la persona. Al final, se optó por cancelar el proyecto y crear uno nuevo, mucho más macabro, de perros suicidas.
Los perros antitanque de la Segunda Guerra Mundial
En este caso el entrenamiento se abarataba muchísimo y el animal pasaba a ser un objeto casi desechable. Los perros dejaron de ser los compañeros de guerra que soñaran los primeros entrenadores y se convirtieron en máquinas dispuestas a sacrificarse por el bien de la patria soviética.
Para entrenarlos ya no hacía falta un largo esfuerzo: lo único que hacían era mantener los perros con algo de hambre y esconder comida debajo de los tanques. Los animales pronto aprendían a esconderse debajo de las máquinas para buscar el premio escondido, y una vez en batalla solo era necesario ponerles el dispositivo y soltarlos. La bomba tenía un sensor que se activaba al ubicarse el perro bajo el tanque y después estallaba, dañando el chasís de éste.
Más de 40 mil perros se enviaron al frente de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente como defensa contra los tanques alemanes. Sin embargo, el proyecto probó no funcionar como lo planeado debido a que los perros se rehusaban a entrar bajo los tanques en movimiento y las armas los asustaban. Así mismo, un fatal error de la inteligencia soviética no tuvo en cuenta el olfato de los animales y los entrenó en tanques soviéticos (de diésel), por lo que los animales buscaban estos tanques y rehuían los tanques alemanes de gasolina.
El sacrificio inútil de los perros mermó la confianza en el programa e hizo que muchos de los entrenadores se negaran a seguir trabajando. Así mismo, desmoralizó a las tropas soviéticas bajo propaganda nazi, que afirmaba que los soldados temían pelear y por eso enviaban perros. Sin embargo, las fuentes del gobierno afirmaron que más de 300 tanques fueron dañados seriamente por los animales, aunque dichas afirmaciones jamás han podido comprobarse.
Al final, los perros de guerra no fueron compañeros de los soldados (ni éstos de los animales), y sus muertes fueron, mayormente, en vano.
Fuente de imágenes: 1: todayifoundout.com, 2: cdn.kizaz.com, 3: flames-of-war