Orígenes del Día de los Muertos
Se cree que en el 1800 a. C. los habitantes nómadas de las tierras que actualmente pertenecen a la Ciudad de México, comenzaron una incesante adoración a la muerte, como una festividad para socorrer el camino de todos los difuntos. Con el tiempo, se descubrió que era Mictlantencuhtli y su esposa Mictecacíhuatl, los dioses del Mictlan, la adorada tierra de los muertos. Por ser ellos los guiadores del oscuro camino, la celebración del “Día de los Muertos” pasó a ser una celebración para las deidades que ayudaban a los muertos a ingresar al Mictlan.
Aunque en la época colonial la fiesta se dividió en dos, se adoró los dioses por su poder sobre el mundo de ultratumba, pero sin desconocer esta vez un tributo a la persona muerta. Un día era para los niños y el otro en honor de los adultos. Esta celebración con el tiempo pasó a ser el 31 de Octubre, mientras que la de los niños se festejaba el 1 de Noviembre.
Casos atípicos en la recepción del Día de los Muertos
Así como toda celebración, este día es usual que los mexicanos se disfracen y festejen por la noche; por las mañanas hacen unos altares en honor a los difuntos, con todas las cosas que a ellos les gustaban en vida, pues se entiende que el camino a la muerte es extraño y se necesita de la ayuda de los vivos para que los muertos lleguen a sus fines. Por este motivo, los adornos tienen siempre un aura de energía sobrenatural que transporta a una época imposible para nuestros calendarios.
Lo más asombroso es la receptividad de energías extrañas que estos días se sienten en las calles y en las casas, se dice que los muertos vuelven a tomar algunas de las cosas que se les deja en las ofrendas, de vez en cuando para ellos degustarlas y otras veces para ofrecerlas al nuevo dios, porque desde que los españoles civilizaron a los aztecas, a los dioses de la muerte los cambiaron por Dios, Jesús, los santos y las vírgenes.
Hemos encontrado datos extraños acerca de lo que viven los pobladores en estos días, muchos de estos eventos están relacionados con la línea que divide el antiguo Mictlan con el mundo de los vivos:
La noche del Día de Muertos de 1977, en Puebla de los Ángeles, un niño llamado Efraín Huertas de 5 años de edad fue dejado solo en la cama mientras mamá salía a ver las procesiones que hacían los pobladores de esa ciudad. Parecía más un carnaval, que la fiesta se volvió tan ruidosa y por la congestión de gente en las calles la madre difícilmente pudo volver. Cuando la señora por fin se acercó donde estaba pasando las calaveras gigantes se llevó la sorpresa de ver a su hijo entre los disfrazados, la señora aterrada no lo volvió a ver, así que fue a la casa para encontrar a su hijo. Efectivamente lo encontró, pero muerto en su cama.
En el centro de la Ciudad de México, salen tantas personas por la noche con sus hijos a pedir dulces por lo que es muy usual ver la policía pendiente de los niños extraviados. Pero el caso es que el año del terremoto, muchos niños se veían sin padres por el Zócalo de la ciudad. Muchos no iban disfrazados, eran como fantasmas que recorrían las calles en busca de sus padres y los policías no pudieron dar con nadie, era tan aterradora y triste la imagen, pero se entendía que el Día de los Muertos, era un momento para los vivos de encontrarse con los difuntos.
Usualmente la Virgen de Guadalupe se relaciona con la protección, aunque en el siglo XVIII en la Catedral de Guadalajara se percató un cuadro de la virgen que había sido retomado con un grabado de un hombre que parecía angustiado como si hubiera quedado atrapado en el cuadro. Nadie entendía quién había cambiado los cuadros si la noche del 31 todo había estado cerrado y los sacerdotes habían ido al convento a descansar, pero debajo de las losas del altar encontraron un hombre con unas llagas producto de la viruela, en posición fetal y rezando a una medalla de cobre de la virgen. Quizá esa noche la virgen lo acompañó al cielo pero nadie entiende el extraño caso del cuadro.
Un caso famoso y curioso es el que vivió el revolucionario Pancho Villa durante la Revolución Mexicana luego de la masacre penetrada en Columbus. Ese día luego de una festejada borrachera entre los hombres de Villa, el comandante se fue a dormir: completamente borracho intentó ir hasta su habitación en donde comenzó a escuchar muchas voces. Ellas le decían en inglés que auxilio y que le perdonaran la vida. Fue tanta la rudeza de Villa que lo único que pudo decirles fue que se callaran sino quería que volviera a la ciudad y matara a los que habían quedado con vida. Extrañamente pudo dormir en calma esa noche pues las voces se calmaron, lo más extraño del caso, es que al otro día encontró al lado de su cama sus guardianes principales inexplicablemente muertos, aunque se notaba que nadie había entrado por la noche. Es por eso que en las noches de los Días de los Muertos, los difuntos pueden volver y atravesar la delgada línea que divide la vida y la muerte.
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