Fredy Valencia, el Monstruo de Monserrate
Un indigente clandestino
¿Te imaginas subir una montaña que es recorrida por miles de habitantes al año y que de repente una sombra te lleve a la oscuridad, debajo de los árboles y desaparezcas para siempre?
Este fue el caso de algunas de las victimas de Freddy Armando Valencia, un asesino atrapado por la ley a inicios de Diciembre del 2015 por haber sacrificado 20 personas en su casa hecha de basura, sin contar las que no han sido encontradas. En su mayoría mujeres, este vicioso de las drogas se internó en la montaña de Monserrate para matar mientras pasaba desapercibido por la sociedad capitalina.
Monserrate es una montaña ubicada al este de Bogotá, la capital colombiana. Alberga una iglesia muy visitada por feligreses y turistas, aunque en su parte de atrás hay un espacio olvidado donde se refugian asesinos, violadores y otras poblaciones no bien aceptadas en el núcleo urbano.
Entre ellos estaba Freddy, un señor con más de 30 años que dejó su casa a los ocho porque su padre abandonó a su madre por otra mujer: tiempo después su madre moriría de tristeza y él quedaría expuesto a las drogas y la vida callejera. Dejarían de saber de Freddy por 8 años, sin saber que se había establecido en la montaña, donde con engaños atraía a sus víctimas.
Victimas del vicio e inocentes
En su mayoría mujeres indigentes, Freddy (o como es llamado por la prensa “el monstruo de Monserrate”), las inducía a ir a su “cambuche” (una casa de latas y basura), donde les ofrecía drogas de todo tipo y alcohol de mala calidad. Las comenzaba a seducir hasta que en ataques de paranoia las ahorcaba. Luego, violaba sus cadáveres por días.
Los vecinos dicen que escuchaban gritos y que salía mal olor de ese lugar, pero nadie se atrevía a pasar por allí para saber que pasaba, pues le temían a esta criatura que vivía en la montaña.
El «cambuche» de Freddy
Reconocimiento de los asesinatos
La prensa colombiana siguió la noticia desde que fue atrapado este sujeto y encontró al comienzo 4 mujeres asesinadas, un número entonces escandaloso que palideció cuando a lo a lo largo de Diciembre comenzaron a hallarse más y más cuerpos. En la actualidad se estima el total en unas 20 personas.
Con absoluto cinismo sobre lo que había hecho, dijo a la policía de la ciudad que si le rebajaban la pena de cárcel diría donde habría más víctimas. Pues dentro de la montaña este cruel sujeto había escavado más de cuatro fosas comunes y en ellas había más de 15 mujeres, la mayoría habitantes de la calle, olvidadas por su familia y por lo tanto nunca buscadas por nadie.
El director de la policía Humberto Guatibonza cuando fue a explorar el sitio con el asesino serial se encontró una fosa de siete mujeres, la primera de muchas (sin contar las que aún desconocemos: fue allí donde hizo consciencia de la magnitud de los crímenes, consciencia reflejada en el temor patente en sus declaraciones. Miedo a la locura de un monstruo.
En su mayoría eran chicas entre 20 y 30 años, cuyos cuerpos fueron ultrajados de un modo realmente inhumano. Al intentar defenderse de este malévolo asesino, eran golpeadas repetidas veces (cuando no ahorcadas). Luego las ataba en lugares donde sus gritos no podían ser escuchados y no hacían más que impulsar su paranoia, que lo llevaba a cortarlas y torturarlas, para luego violarlas.
También hubo hombres entre las víctimas que se perdieron en la montaña, quizá algunos turistas.
Desaparecidos de la montaña
Una antigua creencia de los bogotanos que viven cerca a Monserrate, dice que aquel que se internaba a esta montaña tenía pocas posibilidades de volver, pues la montaña se alimenta de los vivos, razón por la que fue bendecida por la iglesia que está en la parte alta de la montaña y por la que el camino es fuertemente custodiado por la policía local, sin contar medios como el funicular y el teleférico.
Pero aseguran los vecinos que desde tiempos coloniales existen leyendas que hablan de hechizos ocultos en la montaña que enloquecen a los visitantes, especialmente en los lugares donde no ha sido bendecida por los padres de la iglesia. Por ello, lo mejor es no salirse del camino, pues un extraviado bien podría perderse para siempre.
Según algunos, parte de la locura de este hombre vendría precisamente de aquellos hechizos originados en los Muiscas, pobladores nativos de la región, que se escondieron en caminos secretos de la montaña y sellaron sus escondites con magia cuyos restos aún invaden la región.
Claramente la locura de Freddy también es un problema social, pero todos conocemos cómo una montaña puede volver extraña a la gente. Desde tiempos remotos en la montaña se han refugiado los ermitaños, los asesinos y los más peligrosos: quienes no temían enfrentar al lobo o al jaguar. Es por ello que no es del todo extraño que el alma de este cruel monstruo allá sido devorada por Monserrate.
Fuente de imágenes: 1 y 3: elespectador.com, 2: noticiascaracol.com