La cultura celta, es una de las más fascinantes para investigar y conocer, ellos tenían gran respeto por la naturaleza, conocían la importancia de ella y además sabían sus leyes y todos los misterios de la vida y de la muerte.
Cada uno de los atributos de la naturaleza estaba regido por un dios o diosa, en este caso vamos a hablar de una de las principales deidades de la mitología celta. La Diosa Morrigan, también llamada Reina espectral o Diosa oscura. Se trata de una de las antiguas habitantes del reino celta, que moró en esas tierras antes que llegara el hombre.
Morrigan, es la Diosa celta de la muerte y la destrucción, y es que los celtas descubrieron la importancia de la muerte y la estrecha relación que hay con la vida. Por eso la Diosa Morrigan, también representa la renovación, la muerte que da luz a la vida, además del deseo sexual y el amor.
Morrigan está siempre armada y vestida con su armadura, era la deidad que infundía fuerza a los guerreros durante las batallas. Esto ocurría porque cuando un soldado estaba en el campo de batalla, al escuchar o intuir que Morrigan se estaba acercando, entendía que era el momento de morir, siendo la reacción de estos guerreros el luchar con más vigor y fuerza, intentando de esta manera alejar a la muerte y a la mismísima Diosa de ese lugar.
La diosa oscura tuvo un amorío muy intenso por un gran guerrero humano llamado Cuchulainn, pero fue un amor no correspondido, ya que Cuchulainn la rechazaba a tal punto, que en varias batallas, Morrigan personificada en algún de sus formas como lobo, toro y águila, se enfrentaba fuertemente a Cuchulainn. Pero el guerrero era más fuerte y astuto que la diosa oscura y la vencía, escapándose de esta manera de su amor y de su refugiada muerte.
Hasta que un día el gran guerrero Cuchulainn, atado a un árbol y agonizando, fue hallado por la diosa Morrigan, quien adoptando forma de cuervo se acercó a él, liberándolo del sufrimiento y de la agonía, siendo así la forma en la que por fin la diosa oscura logró llevárselo para siempre a su lado.
Morrigan, quien para los celtas era la expresión y el poderío de la muerte, que con el final de lo viejo daba comienzo a lo nuevo y lo grandioso de la vida.