Los manuscritos de Nag Hammadi
La mayor parte de los documentos de que disponemos para conocer el pasado no son originales.
Las obras de Homero, por ejemplo, las conocemos por copias de copias de copias de copias, las más antiguas de las cuales provienen de los últimos años de la República Romana. Así mismo, los documentos de Herodoto más antiguos son del siglo I. Y los primeros que tenemos completos, del siglo V.
Esto es un problema para estudiar los orígenes de la religión. La mayor parte de lo que sabemos, por ejemplo, proviene de fuentes muy tardías, elaboradas por los monjes carolingios en los siglos VIII y IX. Estos documentos, por supuesto, son copias de otros más antiguos (que hoy se han perdido), pero no podemos verificar su precisión.
Es por esto que resulta tan, tan valioso el hallazgo de documentos originales de tiempos antiguos, por lo general escondidos y después olvidados. Ya hablamos en un artículo de los llamados Pergaminos del Mar Muerto; hoy hablaremos de un hallazgo semejante, pero aún más interesante: Los manuscritos de Nag Hammadi, también conocidos como los Evangelios Gnósticos.
Nag Hammadi
Nag Hammadi es una localidad cercana a Luxor en el Alto Egipto.
Fue allí donde Muhammad, Califa Alí y Abu al-Majd, junto con otras personas de una aldea de la localidad, se encontraron con una jarra de cerámica cuidadosamente cerrada enterrada bajo una piedra. Corría el año de 1945, y los aldeanos decidieron abrirla pese a temer la posibilidad de que se tratase de un Jin o genio (los genios en la tradición musulmana no son necesariamente bondadosos).
Lo que se encontraron los sorprendió: se trataba de un grupo de manuscritos cuidadosamente encuadernados. Muhammad, sospechando su importancia y a sabiendas de que igual no podría venderlos o beneficiarse de ellos (pues no tenía dónde ni cómo venderlos) los llevó al sacerdote copto de su localidad, quien inmediatamente se comunicó con su hermano, quien llamó a un médico, etc. El punto es que pocos días después el Departamento de Antigüedades de Egipto se presentó y el documento fue llevado al Museo Copto de El Cairo.
Pronto, un investigador francés llamado Jean Doresse se dio cuenta que estaba ante una mina de oro. Estos documentos tenían información clave sobre los primeros años del cristianismo: se trataba de relatos de Cristo, de Evangelios, que serían llamados gnósticos.
Los Evangelios Gnósticos
Con el paso del tiempo fueron apareciendo más y más documentos, para al final completar un total de 13 códices con importante información de los primeros siglos del cristianismo.
El documento es del siglo IV (posiblemente fue enterrado en torno al 370 d.C.), pero hoy por hoy se acepta que consiste en copias en Copto (idioma de Egipto derivado directamente del antiguo egipcio hablado por los faraones) de antiguos documentos griegos, entre 100 y 300 años más antiguos. No se sabe con seguridad de cuándo son, ni que tanto sus autores originales fueron testigos de las enseñanzas de Jesús o las recopilaron de otras fuentes.
En cualquier caso, estos Evangelios fueron enterrados, posiblemente, cuando los individuos de la Iglesia que los guardaba se enteraron de que los documentos “ortodoxos” habían sido definidos y que éstos no entraban en ellos. Pero ¿por qué no entraban? ¿Acaso tenían tanto que preocupar a las autoridades?
Bueno, para entender esto tenemos que hablar primero de los gnósticos y de sus creencias, en conflicto con la Iglesia.
Gnósticos
Los gnósticos antiguos precedieron al cristianismo, pero entre los cristianos tempranos hubo una importante influencia de este pensamiento, que fue muy combatido por la Iglesia “oficial”.
En este periodo los gnósticos cuestionaron muchas de las enseñanzas de Jesús y las tradiciones que más adelante se volverían oficiales en la Iglesia. Por ejemplo, creían que el mundo se dividía en dualidades y en este sentido que la materia y el espíritu eran opuestos. Por esta razón no creían que fuese posible la salvación en la materia y creían en la resurrección como un acto espiritual y jamás como algo que materialmente pudo ocurrir.
Así mismo, los gnósticos creían que el Dios del Antiguo Testamento no era el Dios verdadero, sino un demonio, posiblemente el Demiurgo, ya que había creado el mundo material y en la materia no hay salvación. Como se ve, la tradición gnóstica bebía mucho del Platonismo.
Por esta razón, el catolicismo temprano parece haber tenido bastantes choques con los gnósticos, eventualmente convirtiéndolos en una herejía. Los manuscritos de Nag Hammadi son las primeras copias que tenemos de los Evangelios Gnósticos, una fuente muy valiosa para entender su pensamiento que hasta ahora sólo nos había llegado por lo que las fuentes católicas de él decían.
El Evangelio de Tomás
Pero entre los documentos hay uno que resalta, y que no encaja bien en los evangelios gnósticos: El Evangelio de Tomás.
Aún hoy se debate si es posible que este sea en verdad el Evangelio del Apóstol Tomás. Por una parte, carece de muchos de los elementos gnósticos presentes en los otros documentos y ya es referido en fuentes tempranas. Por otra, está constituido como una serie de frases y dichos de Jesús y no como un relato, algo tradicional en los Evangelios Gnósticos.
En cualquier caso, el tema del Evangelio de Tomás es interesante porque indica que Jesús habría tenido apóstoles mujeres. Se cree que existe la posibilidad de que este documento sea más antiguo que los evangelios canónicos o bien se base en otro hipotético documento más antiguo. Sin embargo, no podemos saberlo.
En cualquier caso, es muy positivo para nuestra comprensión de la historia del cristianismo temprano que estos documentos hayan aparecido, pues de no ser así no sabríamos nada de los Gnósticos y sus ideas en los primeros siglos después de Cristo.
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/Nag_Hammadi_library#Further_reading
- https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelio_de_Tom%C3%A1s
- https://en.wikipedia.org/wiki/Gospel_of_Thomas#Relation_to_the_New_Testament_Canon
Imágenes: 1: youtube.com, 2: diosuniversal.com, 3: biblicalarchaeology.org