El proyecto secreto de la CIA
Por décadas el sueño de todo gobernante ha sido tener el dominio absoluto sobre sus subordinados. Ya sea para mejorar su calidad de vida, para obtener un beneficio personal o sencillamente para disfrutar de la embriagante sensación que brinda el poder absoluto, la búsqueda de control es una constante a lo largo de la historia de la humanidad.
Muchas herramientas se han utilizado, pero al final la humanidad ha probado ser, de un modo u otro, inmanejable. Incluso las teorías de la conspiración más radicales admiten la existencia de un grupo de iluminados que se mantienen en las sombras, esperando la oportunidad para contraatacar y destruir estos grandes poderes. Desde tiempos antiguos, grandes dinastías se han erigido y han colapsado, una tras otra, y si bien las nuevas tecnologías favorecen modelos más autoritarios (o permiten ejercer un control menos evidente), la humanidad parece seguir presentando al menos un pequeño viso de autonomía.
Esto, por supuesto, no agrada a los grandes poderes. Por ello en 1953 la CIA comenzó un proyecto de investigaciones secretas orientadas a doblegar la mente humana bajo cualquier circunstancia. Ambientado en el apocalíptico escenario de la guerra fría, este macabro proyecto comenzó a probar qué droga podría asegurar la lealtad de un individuo o, al menos, garantizar la veracidad de sus testimonios. El interés primario era garantizar la eficiencia de los interrogatorios a espías y personas vinculadas de alguna manera con el bando soviético.
La inmensa mayoría de los documentos relativos al proyecto MK Ultra fueron destruidos en 1973, cuando el escándalo de Watergate alertó a Richard Helms, director de la CIA en aquel entonces, del peligro de una filtración a la prensa. En 1974 el New York Times acusó a la CIA de haber realizado experimentos en seres humanos, lo que llevó a la creación de una comisión del senado norteamericano para desvelar el asunto. En 1977 se reveló la verdad de los experimentos, así como el hecho de que habían involucrado a víctimas dentro de los mismos Estados Unidos. Lamentablemente, debido a la destrucción de los archivos, jamás se pudo verificar el verdadero alcance de los experimentos, así como las víctimas mortales y los efectos en muchos sobrevivientes.
Orígenes de la operación MK Ultra
El 13 de abril de 1953, el entonces director de la CIA Allen Welsh Dulles ordenó el comienzo de la mencionada operación bajo el mando del químico Sidney Gottlieb (quién era un espía y experto en venenos). El proyecto comenzó por informes de que China, Corea del Norte y la Unión Soviética habían comenzado a utilizar tácticas de control mental con prisioneros de guerra de la OTAN, y los norteamericanos estaban interesados en aplicar esas mismas técnicas a sus prisioneros. El objetivo, entonces, era generar herramientas de control mental que pudieran doblegar a cualquier prisionero y hacerlo responder a las necesidades de la agencia, siendo la primera y más urgente la de revelar los secretos de estado que conocieran de sus respectivos gobiernos.
El objetivo cambiaría con el tiempo, volviéndose más ambicioso e involucrando planes para envenenar a Fidel Castro, entre otros enemigos, con este tipo de drogas. En 1963 el nombre de la operación se cambió a “Operación MKSearch”: en ambos casos la sigla “MK” indicaba que la operación era dirigida por el Equipo de Servicios Técnicos de la CIA. En su momento, la operación llegó a absorber el 6% del presupuesto dirigido a la CIA y a organizar más de 150 proyectos individuales en asociación con universidades, empresas y cárceles que no sabían para lo que estaban usando su trabajo.
Experimentos realizados por la operación MK Ultra
La prioridad a corto plazo era obtener una situación que distorsionara la realidad de manera que la persona bajo estos efectos no tuviera claras sus lealtades y sirviera a los intereses de la agencia. Se comenzó la experimentación, entonces, con una serie de sustancias caracterizadas por sus efectos en la mente, y en primera instancia con el recién descubierto LSD (dietilamida de ácido lisérgico). Debido a su alteración en la percepción (el LSD es el alucinógeno por excelencia), la agencia quería verificar si las lealtades de algún individuo particular eran vulnerables en este estado de conciencia.
Como sujetos de operación se eligieron pacientes mentales, prisioneros, adictos a las drogas y prostitutas – en palabras de un miembro de la agencia: “personas sin la capacidad de defenderse” – pero también a personas del público general, a miembros de la agencia y del gobierno y a militares sin que nunca se les informara previamente qué se les iba a administrar, en una flagrante violación al código de Nuremberg que los Estados Unidos habían firmado luego de la Segunda Guerra Mundial.
Otro modus operandi común fue la selección de visitantes de burdeles que no podrían narrar nada en el futuro (por ser figuras públicas importantes), a quienes se sedaba y se filmaba en los cuartos usando espejos de un solo lado. Así mismo, la agencia interrogaba personas drogadas bajo luces brillantes mientras condicionaba su liberación y desintoxicación a la obtención de la información necesaria.
Con el tiempo, sin embargo, la agencia se convenció de que los resultados del LSD eran en el mejor de los casos mediocres, pues las confesiones obtenidas por este método también se veían afectadas por el potencial alucinógeno de la sustancia. En este momento la CIA desarrolló algunos super alucinógenos y pasó a experimentar con otro tipo de sustancias como anfetaminas, barbitúricos, con choques eléctricos e incluso con hipnosis, y las operaciones se extendieron a territorios canadienses bajo la dirección del psiquiatra Donald Cameron.
Descubrimiento de la operación MK Ultra
Informados por fuentes desconocidas, periodistas del New York Times afirmaron en diciembre de 1974 que la CIA había cometido acciones ilegales en suelo norteamericano. El senado, alertado, organizó una comisión para la investigación (denominada comisión Rockefeller) que en 1975 reveló que, efectivamente, la CIA había drogado e interrogado a personas sin juicio previo y sin su conocimiento.
En 1977 se presentó el informe final de la comisión. Se registraban cientos de casos, testigos y personajes involucrados pero, lamentablemente, los alcances de la misma no fueron revelados como el senado hubiera querido, pues ya Helms había destruido todos los documentos relativos a la operación. Solo algunos documentos que por error se habían archivado en otro lugar pudieron ser investigados, y las acciones de la operación dejó perplejos a los miembros de la comisión. Lamentablemente jamás sabremos qué tan lejos llegó la agencia en su obsesión por generar la droga perfecta.
Teorías sobre la operación MK Ultra
Muchas personas argumentan que la CIA utilizó esta operación para deshacerse de innumerables “enemigos internos”, así como para doblegar a gobiernos extranjeros ante los intereses norteamericanos. La más conocida es la muerte de Frank Olson, un bioquímico estadounidense a quién se le administró LSD y después murió en circunstancias sospechosas. De acuerdo con su familia, la CIA habría asesinado a Olson por su interés en revelar algunos secretos oscuros de la agencia, sobre los cuales tenía conocimiento de primera mano (principalmente del proyecto Artichoke), que habrían involucrado la intoxicación de una población completa con fines investigativos (y en donde hubo 7 muertos).
Sin embargo, muchas veces se asegura que las herramientas de control mental se volvieron progresivamente más eficientes y que al menos algunas personas habrían podido ser controladas en su totalidad. Este fue uno de los argumentos del abogado de Sirhan Sirhan, el asesino de Robert F. Kennedy en 1968. Así mismo, se cree que el suicidio masivo de Guyana durante el culto de Jim Jones también se debió a influencia mental de la agencia. Estas mismas herramientas se habrían usado contra innumerables enemigos extranjeros con el objetivo de fortalecer el dominio norteamericano durante la guerra fría. Por último, algunas personas afirman que la operación MK Ultra sería la responsable de la reciente masacre en el estreno de la última película de Batman.
Con la mayoría de los documentos destruidos, es prácticamente imposible conocer los verdaderos alcances de esta macabra operación, pero al menos sabemos que efectivamente la CIA intentó manejar la mente humana. No sabemos si lo lograron (aunque lo más posible es que no), pero debido al poder y secretismo de la agencia, no sería de sorprender que sus investigaciones continuaran en algún recinto subterráneo, fuera de los ojos del gobierno y la opinión pública.
¿Creen que la mente humana pueda doblegarse de esta manera?
Fuente de imágenes: 1: joventaoista.org; 2: productions.caffix.org; 3: bajoelpanteondeparis.files.wordpress.com; 4: api.ning.com