Racismo
Para nadie es un secreto que el racismo, es decir, la noción de que las personas con cierto color de piel o características fenotípicas son inherentemente superiores, fue uno de los elementos más importantes en nuestra sociedad en los dos siglos anteriores.
Quizás el elemento más importante en la concepción moderna del racismo fue la esclavitud. En tiempos pasados (con esto me refiero al mundo antiguo, Roma y Grecia, por ejemplo) la esclavitud era un asunto generalizado y cualquiera que fuese derrotado en una batalla o tuviese la desgracia de quedar en la ruina podía volverse esclavo. Y posteriormente la población de esclavos de los reinos árabes era de hecho mayoritariamente blanca. De ahí viene la palabra “eslavo”.
Pero los tiempos en los que Europa creció para volverse el centro del mundo la esclavitud se relacionaba principalmente con la piel oscura. En América, en particular, la esclavitud indígena estuvo prohibida mientras que la esclavitud africano fue promovida y aceptada. Y allí empezó a surgir la noción de que la “raza” negra era la inferior en un mundo en el que las razas se ubicaban en ordenada jerarquía.
Por esta razón, si bien las llamadas “raza amarilla” o “raza roja” podían recibir una discriminación bastante dura, poco se comparaba con lo que sufrían las personas de tez muy oscura. Para algunos, era un poco más que animales.
Hoy por hoy el racismo es casi universalmente condenado y aunque pervive en formas sutiles e institucionales ha sido erradicado de la mayor parte de las esferas de la vida pública. Sin embargo, no siempre fue así, y esto nos lo recuerda el incidente en el que una persona bosquimana fue exhibida como un animal en un zoológico.
Ota Benga
Ota Benga era un bosquimano que nació en algún momento de 1883 en el entonces Congo Belga. Fue capturado por esclavistas africanos y rescatado por un misionario y antropólogo: Samuel Philips Verner. Sin embargo, en lugar de ayudarle a retornar a su tierra, Verner lo llevó a los Estados Unidos, en donde sería exhibido en el zoológico del Bronx. Pero culpar a Verner por el suceso sería algo injusto, pues como veremos sus intenciones no eran del todo malas.
Captura y rescate
La historia de Ota Benga hasta este punto había sido bastante trágica. Su familia había sido atacada por la milicia constituida por el rey Leopoldo II de Bélgica, quien ordenaba la masacre todos los nativos africanos que no trabajasen en sus producciones de caucho. El bosquimano sólo se salvó porque se encontraba en ese momento casando, fuera de la aldea.
Posteriormente capturado por esclavistas africanos, sería rescatado por Verner, quien estaba buscando personas representativas de las razas más alejadas de la Tierra para exhibirlas en la World Fair de San Luis. El objetivo era de alguna manera ilustrar la supuesta “evolución” del hombre de las razas más primitivas a la raza blanca, que se creía superior, así como ilustrar el desarrollo de la antropología en los últimos años.
Ota Benga, que seguramente habría muerto a manos de sus captores, estaba muy agradecido con el estadounidense, e incluso le ayudó a ganarse la confianza de otras tribus del Congo. Gracias a esto, varios aldeanos aceptaron acompañar a Verner a los Estados Unidos y participar en la exposición.
Llegada y retorno a Estados Unidos
El grupo llegó a Missouri en junio de 1904. Verner, quien era obviamente su protector, se quedó en África porque estaba enfermo de malaria. El grupo se convirtió en la principal atracción del zoológico y pronto aprendieron a cobrar por cada fotografía que se les tomara. Sin embargo, la fascinación de la gente con ellos llevó a que los tratarán más como prisioneros que simplemente como una parte de la exhibición.
Un año después Verner retornó con el grupo al Congo, para devolver a los aldeanos a sus hogares originales. Ota Benga, sin embargo, no se sintió cómodo con este grupo y en vista de que su familia había muerto optó por seguir al lado de Verner.
Cuando éste retorno a los Estados Unidos, también lo hizo Ota Benga. Originalmente el antropólogo le consiguió un cuarto en el Museo Estadounidense de Historia Natural, en Nueva York. Sin embargo, pronto quedó claro que el bosquimano no estaba cómodo en esta localización y para Verner, que estaba pasando por penurias económicas, era cada vez más difícil costear su mantenimiento.
El zoológico
Fue así que Ota Benga terminó en el zoológico del Bronx. Fue originalmente contratado por el director para el mantenimiento de los hábitats animales, pero pronto las directivas notaron que las personas se fijaban más en él que en los animales. Por esta razón, se le abrió un espacio en el que podía moverse con libertad y terminó por convertirse en una atracción más del zoológico.
Para la comunidad negra de EE.UU. el asunto no cayó nada bien. Acusaron al zoológico de poner a un africano negro como si fuera un mono. Para colmo de males, el bosquimano efectivamente compartía espacios con un orangután. Ota Benga sólo duraría dos años en el zoológico, antes de ser “liberado” y quedar bajo custodia del Reverendo Gordon.
Ota Benga terminó trabajando en una fábrica de tabaco, donde era muy valorado por sus habilidades trepando a las plataformas donde secaban las hojas. A estas alturas ya estaba muy nostálgico y había decidido que quería volver al Congo, y comenzó ahorrar con este motivo.
Pero lamentablemente su historia termina de manera trágica. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, el tráfico de pasajeros cesó entre el viejo del nuevo continente. Y Ota Benga no soportó más la vida en un país que le era tan extraño.
El 20 de marzo de 1916, a los 32 años, realizó un fuego ceremonial, retiró unas prótesis que le habían puesto en los dientes y se disparó en el pecho con una pistola. Fue enterrado en un cementerio de las cercanías.
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/Ota_Benga
Imágenes: 1 y 3: findagrave.com, 2: wikipedia.org