Así podría verse el Sahara en unos cuantos milenios
Cambio climático
Hace pocos días nos referimos a una noticia de particular preocupación para los habitantes de España y Marruecos: gran parte de sus países podrían desertificarse, entrando a hacer parte de lo que hoy se conoce como el desierto del Sahara.
Esto, por supuesto, no sólo es muy triste, es terriblemente peligroso. A menos que encontremos una manera barata (y tendría que ser muy barata) de desalinizar agua marina, esto implicaría que densas sociedades del Mediterráneo serían incapaces de producir suficiente comida. Y la gente con hambre, como bien sabemos, es peligrosa.
Como en todo, habrá ganadores en el cambio climático (en particular Canadá y Rusia, que verán abrirse gigantescos territorios fértiles) y perdedores (como en el Medio Oriente, que seguramente se volverá aún más desértico). La suma total, en general, nos deja con noticias más malas que buenas.
Sin embargo, existen indicios de que no todo podría ser tan malo. El Sahara, en un futuro lejano, volvería a ser verde. Y la razón no está en la atmósfera, sino en la inclinación de la Tierra.
El ciclo largo
Cuando el transbordador Columbia ascendió al espacio en 1981 las fotografías del Sahara (tomadas con un radar especial) revelaron cosas interesantes. Parecía ser que había rastros de antiguos lagos y ríos bajo las grandes dunas de arena. En efecto, análisis posteriores en las regiones reveladas por el transbordador indicaron que hace tan poco como 8.000 años el hoy desierto era un ecosistema húmedo, semejante a las sabanas del Serengueti, o al territorio bajo el Sahel.
Si bien no se trataba de una selva, sí incluía grandes ríos y lagos, pasturas para los animales y vastas manadas de búfalos, rinocerontes, elefantes, cebras y en general de la fauna africana a la que estamos acostumbrados.
Posteriores análisis revelaron que en ese momento, por obra de un larguísimo ciclo de casi 40.000 años, la Tierra presentaba un ligero incremento en su inclinación. En efecto, en la actualidad la inclinación de nuestro planeta con respecto al eje de rotación en torno al sol es de 23.4°, sin embargo, a lo largo del ciclo fluctúa entre 22.1 y 24.5 grados, permitiendo así ligeros cambios en el clima.
El efecto, esencialmente, consiste en que el giro le da “impulso” a los vientos monzónicos de India, permitiendo que lleguen hasta África y rieguen con sus aguas las vastas regiones del norte del continente.
Sin embargo, en el mejor de los casos, esto ocurrirá en el lapso de unos 10 a 15 milenios. Demasiado para prevenir las problemáticas actuales.
El Sahel, frontera sur del Sahara, está recibiendo más y más lluvias desde hace una década. La tendencia podría ser positiva para la región
Lluvias en el Sahel
Sin embargo, no es esta la única posibilidad que podría beneficiar estas regiones de África, tan duramente castigadas por el clima. Recientemente, las lluvias en el Sahel (una franja entre el Sahara y las sabanas del sur) se han incrementado sustancialmente, haciendo que apareciera vegetación en lugares donde nunca antes se había visto.
Al menos, no en varios milenios.
El Sahel es un territorio bastante inhóspito, en el que es difícil sobrevivir. En tiempos recientes, sin embargo, tanto los datos satelitales como los nómadas que allí habitan aseguran que la cantidad de lluvias se ha venido incrementando de manera constante.
El proceso es inverso al que se vivió en el periodo 1950 – 1980, durante el cual la región perdió hasta un 40% de sus precipitaciones, causando una catástrofe humanitaria. Hoy día, el proceso parece estarse revirtiendo producto del calentamiento global.
Sin embargo, los científicos advierten que este cambio podría ser temporal. Sólo alrededor de la mitad de los modelos reflejan verdaderamente un incremento en las lluvias, la otra mitad indica que el cambio podría ser temporal.
Esperemos que no lo sea. Y sí, manejar modelos climáticos es un asunto bien complicado.
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: climatechangenews.com