Naves espaciales
La construcción de una nave espacial es algo complejo. Como tal, manejar las presiones de la atmósfera terrestre y moverse en el espacio no es tan complicado: allá arriba la situación es relativamente segura… siempre y cuando no haya impactos inesperados. El verdadero problema está en salir de la atmósfera terrestre.
Cuando las naves tripuladas han abandonado la Tierra solo una pequeña parte correspondía a la parte “habitable”. La mayor parte corresponde a un gigantesco motor con cantidades ingentes de combustible, pues es bastante difícil superar la gravedad terrestre.
Así, llevar suficientes materiales para construir una eventual base en el espacio exterior – o para construir naves más grandes y complejas allí, lo cual sería significativamente más barato – es uno de los principales cuellos de botella de las propuestas de exploración espacial. Esto, como es lógico, hace que la posibilidad de conseguir recursos en el espacio se convierta en una prioridad.
Pero un reciente proyecto de la NASA lleva esto al extremo, proponiendo no solo usar los materiales presentes en el espacio sino asteroides completos como la base para las aeronaves del futuro.
Made in Space
Si hemos de ser rigurosos, no fue la NASA quien salió con esta idea, sino una joven empresa llamada Made in Space (es decir, “hecho en el espacio”) que desarrolló un concepto a partir de la minería espacial, la impresión 3D y la robótica. El proyecto en cuestión se denominó Reconstrucción de Asteroides en Autómatas Mecánicos (RAMA por sus siglas en inglés) y consistirá en la construcción de una “nave semilla” que será lanzada al espacio en busca de un asteroide para crecer.
El asteroide deberá ser cuidadosamente seleccionado, pues ha de tener suficiente material para construir la nave. Es aquí donde entra a jugar la impresora 3D que irá fabricando a partir del mineral obtenido las partes de la aeronave y finalmente terminará con una nave funcional que actuará según sea comandada.
Idealmente, la “Nave semilla” podría entonces realizar el mismo proceso en otra aeronave. Es sin embargo complejo proponer el proyecto con estas características pues es complicado que la nave semilla cargue en sí suficientes elementos electrónicos o los fabrique como para crear naves funcionales y capaces de manejarse de forma remota. Por ahora, la idea es que ella se quede con su creación y la dirija a donde las personas la requieran.
El concepto resulta extremadamente atrayente y la NASA ha decidido financiarlo con la friolera de 100.000 dólares, sin embargo, podrían pasar décadas antes de llevarlo a la realidad. En el presente Made in Space tiene dos impresoras 3D construyendo y manipulando materiales hasta el momento con mucho éxito (ambas en la ISS). Sin embargo, las siguientes fases del proyecto serán particularmente difíciles, pues involucrarán montar estas impresoras en aeronaves robóticas con un altísimo nivel de automatización y, más importante, aterrizarlos en un asteroide sin que toda la estructura sufra daños que impidan su funcionamiento. Ya la Sonda Rosetta nos mostró el increíble trabajo que puede tomar el llegar a un cuerpo pequeño en movimiento, no nos imaginamos como sería hacerlo cargando una pieza delicada de relojería.
Pero de triunfar, este concepto podría en verdad abrirnos las puertas del sistema solar y eventualmente de toda la Galaxia.
Imágenes: 1: space.com, 2: endoftheage.blogspot.com.co