Desertificación
Louis Lavauden, biólogo forestal francés, fue el primero en acuñar el término “desertificación” allá en 1927 cuando se dio cuenta de que la tala excesiva de árboles, el sobre pastoreo y la agricultura indiscriminada habían llevado a que las fronteras del Sahara crecieran tanto hacia el sur como hacia el norte. Desde entonces, combatir la desertificación se ha convertido en una de las principales prioridades de los países africanos, no siempre con los mejores resultados.
Ya en los 1950’s comenzó a plantearse la posibilidad de sembrar una barrera de árboles que impidiera que los vientos cálidos del Sahara penetraran hacia el sur, erosionando los territorios en los que aún quedaba vegetación. La idea fue originalmente ignorada, y posteriormente, en medio del caos y la anarquía que vivió África en las décadas anteriores al milenio, era sencillamente imposible de realizar. Pero en el 2002 un grupo de expertos se reunió con políticos africanos y comenzaron a considerar que quizás no se le había dado la importancia necesaria a esta noción.
Fue así que nació la iniciativa del Gran Muro Verde, un proyecto que busca la reforestación de las fronteras del Sahel para evitar que el desierto siga extendiéndose hacia el sur y garantizar la producción agrícola de los grupos humanos que hoy habitan este territorio.
Pero, ¿en qué consiste este Gran Muro Verde?
El Muro
Originalmente el gran muro verde consistía literalmente en eso: un muro de unos 50 kilómetros de ancho sembrado con árboles que mantendrían la humedad en el suelo y detendrían los vientos provenientes del norte. Sin embargo, a medida que el proyecto iba avanzando los investigadores se daban cuenta de que esto no iba a funcionar: era necesario mantener la capa de árboles en las áreas agrícolas, pues sin ellas el bosque quedaría aislado y eventualmente moriría.
Así, el “Gran Muro Verde” se fue convirtiendo más bien en una “Gran Zona Verde” donde el paisaje agrícola se confunda con los bosques y arbustales, que a su vez provean a aquel con valiosa materia orgánica (producto de las hojas secas que se van pudriendo).
El proceso, lento al principio, ha ido acelerándose y en la actualidad diversos países (incluyendo Senegal, Etiopía, Nigeria y Sudán) han avanzado en la construcción de estas áreas verdes. El dinero, en gran medida, proviene de entidades internacionales, por lo que la iniciativa ha permitido además garantizar trabajo a miles de familias, muchas de las cuales habían perdido sus tierras y cultivos producto de la desertificación.
Éxitos y limitaciones
El “Gran Muro Verde”, aunque ha sido exitoso a nivel local, sigue teniendo muchos problemas.
Para empezar, es difícil adoptar un único sistema de siembra. En algunas regiones, el acceso a agua (ya sea subterránea o desalinizada) facilita la siembra de plántulas y semillas y su cuidado, mientras que en otras se requiere usar las antiguas raíces de los árboles muertos para que las nuevas plantas puedan llegar al agua subterránea. Así mismo, en algunas regiones regar es determinante, mientras que en otras se requiere esperar a las lluvias estacionales para determinar cuáles plantas serán más resistentes.
Por último, estos sistemas sirven para gestionar poco agua, pero si dejase de llover (una posibilidad en el contexto actual de calentamiento global) ni todo el dinero del mundo permitiría salvar estos bosques. Por otra parte, si las tendencias actuales se mantienen y la lluvia crece (así sea un poco) la reforestación será mucho más sencilla. Recordemos que el Sahel ha visto sus lluvias incrementarse en los últimos años.
En últimas, la apuesta del Gran Muro Verde es arriesgada, pero promete mucho para los países pobres en frontera con África. Esperemos que lo consigan.
Fuentes:
- https://theconversation.com/africas-got-plans-for-a-great-green-wall-why-the-idea-needs-a-rethink-78627
- https://en.wikipedia.org/wiki/Great_Green_Wall
Imágenes: 1: dogonews.com, 2: edition.cnn.com