El Pensante

¿Qué tan influenciables somos? La naturaleza humana y el experimento del Doctor Asch

Sociedad - noviembre 24, 2015

Imagen 1. ¿Qué tan influenciables somos? La naturaleza humana y el experimento del Doctor Asch

Vivir en sociedad

Para nadie es un secreto que la vida en sociedad implica una considerable cantidad de adaptación y, en cierta manera, de sumisión. Ninguno de nosotros eligió vivir en un lugar en el que las formas sociales son de tal o cual manera y, sin embargo, nos hemos adaptado a ellas perfectamente.

Pero ¿qué tan lejos puede llegar esta adaptación a las normas que no hemos creado?

Bien sabido es que los niños, más que cualquier otra cosa, aprenden por imitación. Al percibir una manera de comportarnos terminamos por suponer que esta es la única: que así son sencillamente las cosas. Con el tiempo, aprendemos a ver otras perspectivas y nuestro mundo se hace un poco más grande.

Pero si todos a nuestro alrededor creen una misma cosa naturalmente nosotros vamos a creer lo mismo.

El problema de la individualidad

Esto parece estar profundamente integrado en nuestra psique, al punto que somos capaces de modificar nuestro comportamiento con tal de encajar en un grupo social. Esto parece contradecir la natural individualidad del ser humano.

Sin embargo, muchos creen que dicha individualidad no es más que una ficción. Embebidos en el mundo social, sólo vamos tan lejos como éste nos lo permita, manteniéndonos siempre relativamente cerca de los estándares adecuados. Unos pocos se retiran definitivamente del mundo, pero entonces se ven obligados a vivir en aislamiento.

En cualquier caso, sea o no esto una realidad, ciertamente la individualidad es uno de los pilares de la sociedad moderna y en ella dice basarse todo nuestro sistema. Pero ¿qué pasaría si no fuéramos más que ovejas siguiendo un rebaño?

Esto, precisamente, es lo que pareciera indicar el histórico experimento del psicólogo Solomon Asch.

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El experimento de Asch

Solomon Asch fue un importante psicólogo polaco que se convirtió, en los Estados Unidos, en uno de los pioneros más importantes de la llamada “Psicología social”. Consideraba que el todo no solo es superior a la suma de las partes, sino que es intrínsecamente más complejo.

Esto significa que no podemos comprender la interacción social analizando a la persona, pues las interacciones sociales no tienen sentido así y solo pueden comprenderse en contexto. Así, el individuo, aunque importante, está sujeto a las condiciones de sociedad.

Con miras a analizar qué tan lejos llega esta “dependencia”, Asch realizó una serie de históricos experimentos que han sido replicados en innumerables ocasiones y que parecen indicar que somos muchísimo más vulnerables y susceptibles a la influencia externa de lo que creemos.

El experimento en esencia consistía en una serie de pruebas extremadamente sencillas en las que un grupo de personas tenían que responder algunas preguntas. La respuesta en prácticamente todo el cuestionario era prácticamente obvia y difícilmente podría alguien haber cometido un error. En efecto, en la prueba “piloto” en la que las personas respondieron solas al cuestionario el puntaje promedio fue de 99%.

Sin embargo, en la prueba “real”, dicho puntaje descendió a menos de 70%.

La “trampa”

Por supuesto, las preguntas eran las mismas, pero el escenario de la prueba se había modificado. Se trataba ahora de una prueba realizada en grupo en la que las personas daban sus respuestas en público. Y aunque el sujeto del experimento creía que todos, como él, estaban allí probando sus capacidades, lo cierto es que hacían parte del equipo del psicólogo.

Su única función era dar respuestas falsas, la misma, una vez tras otra. Esto, con el objetivo de comprobar si la persona confiaba entonces en sus propias habilidades o si se recargaba en las nociones de la mayoría. Y en un número sorprendente de ocasiones (37%) las personas comenzaron a dar respuestas absurdas.

Aunque muchos relacionarían de inmediato (y de manera despectiva) estos resultados con el tradicional concepto de “seguir al rebaño”, lo cierto es que el experimento pareció revelar que en nuestro cerebro estamos programados para seguir a las mayorías como una manera de adaptarnos a la complejidad de la sociedad de la que hacemos parte.

Imagen 3. ¿Qué tan influenciables somos? La naturaleza humana y el experimento del Doctor Asch

Un ejemplo de las preguntas. Como pueden ver, la respuesta es más que obvia

Implicaciones

Es común que este estudio se cite como la prueba definitiva de que estamos condenados a vivir en un mundo en el que unos pocos puedan manejar a las masas como si fueran un rebaño de ovejas. Personalmente, considero que las consecuencias verdaderas son algo más sutiles.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mayoría de las personas (63%) se mostró autónoma y convencida de su decisión. Aunque todos reportaron cierta incomodidad y solo unos pocos defendieron su postura (y cuestionaron públicamente la decisión de los demás), no fueron tan fáciles de convencer. Aunque ciertamente más presión los habría convencido, al menos se probó que las cosas nunca son tan simples.

En segundo lugar, Asch repitió los experimentos con equipos en los que había un segundo participante real. En estos casos disminuyó dramáticamente el error en las respuestas, ya que tener un “soporte”, alguien que pensara críticamente, hizo toda la diferencia para los participantes. No importó que fueran minoría en el grupo.

Este experimento recuerda a esta popular broma en la que una persona ingresa en un ascensor en el que todas las personas están inexplicablemente mirando la pared (pueden verla aquí). Aunque lo natural es hacerse de lado o frente a la puerta, la persona poco a poco cede a la presión y se da la vuelta, poniéndose de espaldas a la pared.

Muy seguramente no sabe lo que está haciendo y ni siquiera es completamente consciente de ello. Si lo fuera, no actuaría así. Este es un llamado al pensamiento crítico y a la constante retroalimentación de nuestros actos para darnos cuenta de cuándo estamos siguiendo a los demás sin que sea este realmente nuestro deseo.

Al actuar así, no sólo saldremos del rebaño, sino que no habrá más rebaño (usando la clásica metáfora que se aplica en estas ocasiones).

Fuente de imágenes: 1: cdn-4.simplypsychology.org, 2: i.ytimg.com, 3: age-of-the-sage.org