El Grandioso Tahuantinsuyo
Cuando los primeros europeos arribaron a América (y volvieron para contarlo) se encontraron con una diversidad increíble de norte a sur del continente, pero con una ausencia marcada de sociedades complejas semejantes a las euroasiáticas. Solo dos grandes regiones: la Cordillera Andina y Mesoamérica, presentaban grandes y complejas poblaciones estructuradas jerárquicamente.
Normalmente, se dice mucho de las sociedades mesoamericanas y, en particular, de los Mayas, famosos por sus ciudades abandonadas en medio de la selva. Los aztecas (y antes de ellos, los Toltecas) también son muy reconocidos, por las grandes pirámides que construyeron en la meseta central mexicana (en particular Teotihuacán) y por sus luchas contra los colonizadores europeos. Pero normalmente es mucho menos lo que se dice de los Incas, aquellos misteriosos emperadores del sol que gobernaron una vastísima región desde Argentina hasta Colombia y construyeron un imperio sobre las inmensas cordilleras de los Andes. En esta serie de artículo veremos algo de la Historia de estos pueblos y de las leyendas que surgieron en torno a ellos: intentaremos resumir lo que se sabe – y lo que no – de los magníficos constructores andinos.
Las características del Imperio
En primer lugar, veamos algunas generalidades del Tahuantinsuyo, el dominio del Inca. Pese a que el nombre más popular es “Imperio Inca”, “Inca” era en realidad la denominación que se le daba al gobernante, y el Imperio se conocía como el Tahuantinsuyo o “conjunto de las cuatro regiones” (Tawantin, cuatro y suyu, región). Se trataba de un inmenso territorio que había sido conquistado a lo largo de poco más de un siglo por los primeros gobernantes Incas. La capital, Cuzco, era una inmensa ciudad de más de 100 mil habitantes donde vivía el Inca junto con su séquito, los sirvientes y la nobleza.
La gran particularidad de los Incas es la ausencia de la escritura. En su lugar, usaban unos nudos llamados quipus, que de acuerdo con varias fuentes de la conquista podían “leerse” usando las manos y servían para llevar las cuentas del imperio. Como los españoles jamás parecieron interesados en aprender dicho método (o, si lo hicieron, lo olvidaron), el secreto de los quipus se ha perdido para siempre y jamás sabremos la complejidad que llegaban a alcanzar. Puede que apenas sirvieran como “libros de cuentas”, o puede que fueran un sistema en toda regla que narrara las historias del Inca.
Por esta razón, cuando los conquistadores llegaron fueron ellos (y los descendientes de la nobleza del Tahuantinsuyo) quienes escribieron la historia del Imperio. Fueron muchas las cosas que jamás se escribieron y muchas las regiones olvidadas que recién en el siglo XX vinimos a descubrir. De acuerdo con los relatos de Pizarro, al llegar a Perú se encontraron con una poderosa civilización que había construido una sociedad compleja en lo alto de las montañas, conquistando luego las regiones de la costa pacífica y la selva amazónica. La conquista fue rápida… y atroz.
Las condiciones a la llegada del Español
Los españoles llegaron en un momento crítico para el Tahuantinsuyo: dos de sus herederos (Huayna Cápac y Atahualpa) se encontraban combatiendo por el trono. La victoria de Atahualpa ocurrió poco antes de la llegada de Pizarro y su captura y su muerte fueron observadas con indiferencia por muchos de los hombres leales a Huayna Cápac, precipitando la caída del Imperio. Pocos meses después muchos nobles Incas considerarían que esta había sido una mala decisión y huirían hacia el suroccidente, a la región de Vilcabamba, donde fundarían la última ciudad perdida de los Incas y lucharían contra los invasores por casi 40 años antes de ser derrotados definitivamente.
En conjunto, la sociedad Inca se caracterizaba por su impresionante uso de los recursos naturales, sus majestuosas obras líticas (con una arquitectura rayana en el absurdo), sus grandes construcciones agrícolas (principalmente canales y terrazas) y su capacidad para gobernar millones de súbditos repartidos a lo largo y ancho de muchas regiones, ecosistemas y culturas diferentes. Al contrario que los reinos mesoamericanos, los Incas no se concentraban en un solo tipo de suelo y cultura sino que eran una sociedad caracterizada por la diversidad.
Pero también eran un pueblo muy extraño: pocas ciudades incas (además del Cuzco) se pueden encontrar en las crónicas españolas y las fuentes arqueológicas. En su mayoría eran poblados, de algunos centenares de habitantes – quizás un millar – pero que no competían con la magnificencia de la capital. Al contrario que los mesoamericanos, que construyeron decenas de ciudades (quizás más de un centenar), esta gran sociedad andina parecía preferir los pequeños poblados distantes y las viviendas rurales. Machu Picchu, la ciudad perdida por excelencia, apenas si podría sostener 800 habitantes.
Es mucho lo que puede sorprendernos de la sociedad del Tahuantinsuyo. Desde sus métodos de construcción, increíblemente precisos, hasta su manejo de las aguas subterráneas, pasando por la edificación de verdaderos centros de experimentación agrícola sin parangón en el mundo antiguo. Sus tradiciones eran muy particulares, desde la momificación hasta los sacrificios a la Madre Tierra (Pachamama), pasando por las ceremonias de coronación y la creación de complejos calendarios solares y lunares. Pero también son muchas las cosas que no conocemos y sobre las que se han creado gran cantidad de leyendas. En los próximos artículos veremos algunas de estas historias y lo que se sabe (y lo que no) sobre ellas.
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