Océano
Desde el tiempo en el que los primeros navegantes se aventuraron lejos de las costas, el mar abierto ha estado lleno de leyendas. Es difícil culpar a estos hombres o incluso creer que mentían, pues el océano en verdad está lleno de todo tipo de criaturas, algunas de ellas verdaderamente majestuosas y terroríficas.
En la actualidad sabemos de la existencia de gigantescos calamares de hasta 18 metros de longitud, de tiburones depredadores de más de 6 y de ballenas – estas mucho más cercanas a nosotros – que superan con largueza los tamaños de los más impresionantes dinosaurios. Sin embargo, muchas de las leyendas siguen escapando a los hechos que ya documentamos y podrían indicar la existencia de seres aún más terroríficos en las aguas abiertas del océano.
Una de estas criaturas es la serpiente marina. Los marineros de muy diversas culturas hablaban de la existencia de seres largos y delgados cuyas ondulaciones ascendían por sobre el agua. De hábitos desconocidos, dichos seres eran bien capaces de perseguir y aniquilar a la tripulación de cualquier nave lo suficientemente valiente como para aventurarse a sus dominios, y se deslizaban silenciosamente bajo las aguas sin que nadie pudiese prever sus movimientos.
Relatos de la Serpiente Marina
En tiempos antiguos las alusiones a criaturas de este tipo eran relativamente comunes. Desde el Antiguo Egipto hasta China, en prácticamente todas las sociedades se hablaba de criaturas largas y esbeltas que rondaban bajo las aguas: quizás el caso más espectacular sea el de Jörmungandr (también conocida como la Serpiente de Midgard) mítica bestia del panteón nórdico que habita bajo las aguas y un día engullirá a la Tierra completa.
En la actualidad los relatos son un tanto menos espectaculares, aunque resultan de mayor interés por ser un poco más… cercanos.
La serpiente de Madagascar
La historia de la que hablaremos hoy sucedió en 1889 cerca de las costas de Madagascar. El relato llegó a Inglaterra – donde se popularizó – gracias a que se encontraba en el lugar un Ingeniero de Minas llamado G. H. Hight, quien estaba auditando una plantación. El hombre había viajado a la villa de Majanga, ubicada cerca de las costas de la Bahía de Bambataska, y se encontraba paseando un día por la costa cuando escuchó un escándalo venir de un grupo de pescadores en la lejanía.
Hight iba con un compañero llamado Labelle, un francés que por fortuna comprendía la lengua local. Al arribar los dos hombres se encontraron con un grupo de pescadores aterrorizados que relataron acababan de sufrir el ataque de una serpiente marina.
Su canoa, de tamaño considerable, había sido volcada por una criatura que describieron como una larga serpiente de unos 30 metros de longitud y el ancho de un barril. Sus escamas, afirmaron, eran del tamaño de monedas, y sus dientes eran capaces de romper los huesos y destrozar los suaves maderos de la embarcación.
La canoa de hecho se había volcado luego de que los pescadores tratasen de escapar de la criatura y habían sido testigos de cómo uno de sus compañeros desaparecía entre las fauces del monstruo. Los demás se salvaron porque estaban ya cerca de la playa y encontraron cobijo en la tierra, terreno inhabitable para la temible criatura.
Tompondrano
La criatura en cuestión ha sido conocida por un largo tiempo en Madagascar y recibe el nombre de Tompondrano, un monstruo marino ávido por la carne de los pescadores y, en general, por la de cualquier criatura que se encuentre sobre las aguas. Aunque este monstruo no alcanza los inmensos tamaños de la criatura a la que se refiere este relato, algunos creen que pudo tratarse de un ejemplar particularmente grande o, según otras teorías, una exageración de los pescadores en medio del terror.
Imágenes: mysteriousuniverse.org