Descripción del cuento Luvina
Luvina es un cuento escrito entre diciembre de 1952 y enero de 1953 por la pluma del célebre escritor mexicano Juan Rulfo, el cual posteriormente fue incluido entre los cuentos que conforman el libro El Llano en Llamas, el cual fue publicado por primera vez en 1953 por el Fondo de Cultura Económica, constituyendo junto a la futura novela Pedro Páramo las únicas dos obras de este autor.
No obstante, la mayoría de los críticos literarios coinciden en señalar que a Rulfo no le hizo falta una línea más para consagrarse como uno de los mejores representantes del Realismo Mágico mexicano. Luvina –según la opinión de los expertos literatos- es muestra de este estilo, representado en la forma cómo se va contando la inmensa soledad que azota a los habitantes de este pueblo, donde “hasta los perros se han muerto” y donde sus habitantes pasan los días y las noches, desdibujados, sin rostro, teniendo a la muerte como esperanza.
Así mismo, algunos trabajos sobre la obra de Rulfo destacan que Luvina es un cuento que estructuralmente carece de inicio, clímax y desenlace, sino que posee un ritmo agobiante, propulsado por la narración del único personaje que habla, y que en un gran monólogo le advierte al otro que lo escucha –y que ni habla ni bebe- sobre el terrible infierno de donde él viene, y a donde su interlocutor va. De esta forma, se puede decir entonces que el protagonista de este cuento es el ambiente, el cual va dibujando a través de su viento incesante, su piedra gris y su cielo nublado la cara de la desolación y la tristeza.
Cabe destacar que el mismo Rulfo, en su momento, recalcó que bautizó a este cuento con el nombre de Luvina, el cual se escribe originalmente como Loobina, vocablo zapoteco que puede traducirse literalmente como “cara de la pobreza”. Así, Rulfo dibuja entonces un pueblo olvidado y sumergido en la miseria y la soledad, como tantos que durmieron esperando la ayuda del Gobierno, después de la Revolución mexicana.
Finalmente, resulta relevante destacar que en varias entrevistas, Rulfo señaló que Luvina es un purgatorio, una preparación agobiante a la soledad y muerte de Cómala. De esta forma, cuenta el autor que la soledad que pudo describir en Luvina, le soltó la pluma para poder dibujar «el diálogo de muertos» que existe en la Comala de Pedro Páramo.
Resumen del cuento Luvina
Este cuento de Juan Rulfo comienza con la voz del narrador omnisciente –el cual llegará a intervenir apenas cuatro veces más en el relato- la cual se da a la tarea de describir un cerro llamado Luvina, el cual según cuenta el narrador es el más alto y pedregosos, de las formaciones montañosas del sur. Así mismo hace un recuento del material que conforma el cerro: la cal, así como del clima frío que reina en este cerro todo el año.
En el segundo párrafo, la narración sobre Luvina continúa, pero tres puntos suspensivos iniciales anuncian que ya no es el narrador omnisciente el que habla, sino uno de los personajes del cuento, que se detiene a contar los detalles sobre la fuerza del viento implacable que sopla en Luvina, y cómo éste asciende de los abismos del cerro para marchitar la vegetación. Así mismo, el tercer párrafo del cuento lo ocupa el relato de este personaje sobre el color del viento que hace en Luvina, que además de ser un cerro, tienen en él un pueblo que lleva el mismo nombre, y donde sus casas son azotadas día y noche por el terrible viento que asciende de los abismos del cerro Luvina.
Nuevamente interviene el narrador omnisciente para indicar que no se trata solo de un personaje, sino de dos: uno que habla (y siempre hablará) y otro que escucha (y siempre escuchará) los cuales se encuentran en un lugar público, donde llegan los ruidos del pueblo y del río que hay cerca de él. A continuación la pedida de dos cervezas más, por parte del personaje que habla, terminará de dibujar el cuadro de dos hombres bebiendo en una cantina, mientras el uno le cuenta sobre un pueblo que conoce al otro, que está por conocerlo.
El personaje retoma su monólogo, para contarle a su interlocutor esta vez sobre el gris cuelo de Luvina, y cómo el pueblo al que va corona ese desértico y frío cerro. Por tercera vez interviene el narrador, para contar como el ruido de los niños interrumpió la conversación, y el hombre que habla salió a espantarlos para continuar un monólogo que en opinión de ciertos críticos logra transmitir al lector el mismo sentimiento agobiante que para el personaje significa el recuerdo de Luvina.
Pasado esto, el personaje reinicia su monólogo para seguir contándole a su interlocutor cómo en Luvina no llueve nunca a excepción de unas breves tormentas a mediado de año, y cómo el suelo de lo reseco parecieran también espinas. Así mismo, después de beber de su cerveza, el personaje afirma que Luvina es un lugar “muy triste”, es más llega incluso a afirmar que para él Luvina es el “lugar donde anida la Tristeza”. Una tristeza que oprime el alma de los habitantes y que sólo se acompaña de desconsuelo.
Continúa entonces su relato, mientras los ruidos de los niños del pueblo donde se encuentran entran hasta la cantina, como forma literaria usada para contrastar la terrible soledad que se viene describiendo. Nuevamente retoma el hilo de su narración, para contarle a su interlocutor cómo es que conoce tan bien el pueblo que describe. De esta forma narra que él es profesor rural, y que hace quince años marchó lleno de esperanza hacia Luvina, topándose entonces con la desolación, la tristeza, la pobreza y el viento.
De ahí en adelante, el personaje prosigue con su relato, para contar cómo en Luvina viven solo los viejos y las mujeres solas, pues los niños apenas son hombres se marchan a otras zonas a trabajar para sostener a sus padres. Así mismo reseña el personaje que las mujeres tienen maridos de paraderos desconocidos que van una vez al año, con las lluvias, a plantarles otro muchacho y a desaparecer a veces para siempre.
Sigue adelante el personaje para describir cómo en Luvina no hay nada que comer, y la muerte es una esperanza de sus pobladores. Así mismo, en los párrafos siguientes, el personaje describe también cómo intentó en algún momento convencer a los pobladores de Luvina de marcharse del pueblo, prometiéndoles que el Gobierno los ayudarían, a lo que estos respondieron con una sonrisa –única vez que el personaje los vio sonreír- y con una profunda negativa, pues en Luvina tenían a sus muertos enterrados y no podían dejarlos solos.
Así mismo, apunta el narrador, que su experiencia en Luvina lo dejó arruinado y sin fuerzas, aunque no puede recordar cuánto tiempo estuvo ahí. Sigue contándole entonces a su interlocutor sobre lo terrible del pueblo, donde éste irá, también a dar clases, como lo hizo él hace quince años. Finalmente, el narrador anuncia que el personaje que ha hecho toda la descripción de Luvina, se queda mirando la nada, hasta que se duerme de la borrachera.
Fuente de imagen: pixabay.com