Resumen por capítulos de Cien Años de Soledad, capítulos del 18 al 20
Capítulo Dieciocho:
Faltaban cuatro meses para que José Arcadio llegara, pero Fernanda falleció. Santa Sofía de la Piedad, al morir Úrsula y Fernanda, prácticamente llevaba sobre sus hombros todo el oficio de esa casa tan grande. Aburrida de los quehaceres, decidió abandonarlos e irse lejos.
Cuando José Arcadio llegó y encontró esa situación, ordenó que los niños de Macondo fueran a jugar a su casa. Una de esas noches, aconteció un hecho extraño: los niños percibieron una luz rara salir por debajo de donde estaba el San José en el que la vieja Úrsula había ocultado el tesoro. Al poco tiempo, José Arcadio expulsó a los niños. Aureliano tiene casi toda la casa, ahora a su disposición. Allí se quedó analizando pergaminos.
Entonces, aparece en la casa de los Buendía, Aureliano Amador, el único de los 17 que aún vivía. Pero sus familiares no lo reconocieron y le impidieron la entrada. Por la discusión, dos policías le propinaron unos balazos en la calle y lo asesinaron. A José Arcadio también lo mataron, pero los niños a quien antes había expulsado de la casa.
Los infantes regresaron a escudriñar la procedencia de los rayos de luz debajo de las losas, ahogaron a José Arcadio y encontraron varios sacos de oro que se llevaron sin problema. Mientras tanto, Aureliano permanecía totalmente absorbido por el estudio de los pergaminos, así que ni se percató de lo que sucedía.
Capítulo Diecinueve:
Ahora, en el escenario de la casa, reaparece Amaranta Úrsula, pero casada con un sujeto de nombre Gastón, con quien había pactado no concebir hijos, sino hasta después de cinco años de casados. Con gran entusiasmo, la heredera de los Buendía remodela la casa paterna.
También aparece un personaje llamado Nigromanta, quien era una negra muy amiga de José Arcadio y luego amante. Los estudios de Aureliano no cesaban y hasta se consiguió cuatro amigos afines: Germán, Alfonso, Álvaro y Gabriel; este último era su mejor amigo, pues era nada más ni nada menos que el nieto de Gerineldo Márquez y también compartía las políticas del coronel Aureliano Buendía.
De nuevo se presenta el incesto, cuando Aureliano se enamora de Amaranta Úrsula, pero fue rechazado. Despechado recurre a un burdel, donde conoce a Pilar Ternera y esta lo consuela diciéndole que Amaranta lo esperaba en algún lugar. Y así fue, después de que se embriagó, buscó a Amaranta Úrsula y tuvieron relaciones sexuales, casi al frente de su esposo Gastón, que se encontraba en una habitación continua, pero no se percató de nada.
Capítulo Veinte:
Gastón tuvo que viajar a Bruselas, para comprobar el correcto funcionamiento de su negocio que era un correo aéreo. Su ausencia fue aprovechada por Aureliano que cortejó a Amaranta Úrsula todo el tiempo, igualmente negándose a la invitación de sus amigos estudiosos de la librería, de salir de Macondo.
Amaranta se había enamorado también de Aureliano y no lo soportó, por lo cual tuvo que enviarle una carta a Gastón, explicándole todo. Pero Gastón reaccionó positivamente y lo único que les respondió fue que les deseaba la dicha.
Pero como existía una creencia en que los hijos de los primos que se casaban, salían con cola de cerdo, Aureliano asustado se propuso escudriñar en los archivos de la iglesia si en realidad Amaranta era su prima. Todo esto debido a que estaban esperando un hijo. Efectivamente, nació con cola de puerco y lo bautizaron como Aureliano.
Dejaron de preocuparse porque pensaban en arrancarle la macabra cola al niño, después con el tiempo. Pero el parto dejó grave a Amaranta y murió desangrada. El pobre Aureliano quedó deshecho vagaba como un alma en pena por todo Macondo.
Al amanecer del día siguiente, llegó a su casa pero se encontró con un espectáculo terrorífico: su hijo estaba en la canastilla, donde él lo había colocado, pero estaba lleno de hormigas, las cuales se lo habían devorado. Presenciando tan cruel episodio, se iluminó su intelecto y comprendió las profecías de los pergaminos que tanto estudiaba obsesivamente.
Descubrió el último Aureliano Buendía, que permanecía con vida, que Amaranta Úrsula, con quien mantenía una relación amorosa y con quien engendró un hijo, no era su prima, como sospechaba ardientemente. Sino que era nada más y nada menos que su tía.
Esos pergaminos misteriosos resultaron ser la historia en reversa, de toda su familia. Eran los últimos momentos de su vida y los de la existencia de Macondo y todo lo que existía alrededor, porque sabía intuitivamente, que al finalizar la lectura de esos pergaminos mágicos y extraños, la muerte lo arrasaría junto con el pueblo donde se desarrolló esta historia o mejor dicho, donde toda una familia numerosa había aparecido, dejado huellas y al final, desaparecido en su totalidad de la faz de la tierra.
Así sucedió, al llegar a la última palabra de los manuscritos, todo se deshizo en la nada y como un cuento de fantasía, los soplidos del viento borraron la historia.