Satanismo
El Satanismo tiene muchas caras. Ya hemos hablado aquí de la Iglesia de Satanás de Anton LaVey, pero esta iglesia es más bien humanista y deriva poco de Satanás más que su imagen como un príncipe de los placeres y del mundo material. Otros artículos hemos hablado de casos macabros de asesinatos y sacrificios vinculados también al satanismo, en este caso, a uno un poco más… “tradicional”, como el caso de Amelia Espinoza o de Elyse Pahler.
Sin embargo, existen aún más facetas en el campo de lo que podríamos llamar la Adoración a Lucifer. Un buen ejemplo de ello es la Iglesia Luciferina Semillas de Luz, que parece vinculada a algunas corrientes gnósticas milenarias (de las que hablaremos en un momento) y que actualmente es motivo de escándalo en Colombia por haber abierto el primer templo satanista del país en el municipio de Quimbaya, departamento del Quindío.
Satanismo y Luciferismo
Por lo general, el satanismo tiene una connotación intrínsecamente macabra que lleva a su rechazo por parte de prácticamente todo el mundo. Por esta razón los Luciferinos no se autodenominan satanistas.
Sus creencias parecen beber de algunas herejías milenarias – en particular de grupos gnósticos de Europa Central y Oriental – que afirmaban que el Dios Cristiano (Iahvé o Jehová) era en verdad el demonio, el Demiurgo de Platón, interesado en mantener a la humanidad esclavizada en el fondo de la Cueva, ciega de las verdades del mundo y servil únicamente a sus designios personales.
Este Demiurgo habría creado un mundo con este único propósito, pero uno de sus servidores – el Ángel de la Luz – se habría levantado contra su yugo y habría sacrificado todo lo que tenía para darle a la Humanidad el conocimiento verdadero, simbolizado en la manzana del Pecado Original. Como el Prometeo de la leyenda griega, Lucifer lo habría dado todo por los hombres, sin importarle que solo quedaran para él el exilio y la desgracia.
Victor Damián Rozo en su flamante iglesia recién construída
Este relato, diametralmente opuesto a la mística cristiana – aunque eso sí, basado en las mismas fuentes – es el que sustenta todos los movimientos teístas luciferinos (esto es, los movimientos que creen en Lucifer como deidad, diferentes a los satanismos ateos del tipo de Anton LaVey). Y es el que Víctor Damián Rozo, líder de la congregación, asegura que los caracteriza:
Nosotros creemos en Lucifer como el Ángel de Luz, como el ángel más hermoso, como el verdadero dios; un dios de libertad, un dios de amor, quien nos abrió los ojos y se sacrificó por nosotros, que no le importó que lo expulsaran del Paraíso con tal de darnos la libertad. Estamos desde hace rato en ese proceso, ganando nuevas almas para Lucifer.
Nosotros hacemos oposición radical al Satanismo. Los luciferinos no derramamos sangre, no tenemos que sacrificar a un ser querido para agradarle a Nuestro Padre. Nosotros distamos mucho de la Iglesia Católica y el Cristianismo en general, pero también del Satanismo.
Agria recepción
Por supuesto, para muchos habitantes de la región – tradicionalmente una de las más conservadoras del país – el asunto ha caído como un baldado de agua fría. Indignados, algunos han amenazado con destruir la iglesia mientras que otros, incluyendo al gobernador de Quindío (quien por cierto es sacerdote), buscan impedir por todos los medios legales que esta se consolide. Sin embargo, teniendo en cuenta que Colombia es un estado laico, las autoridades la tienen difícil para impedir que el señor Víctor Damián realice su proselitismo.
Entretanto, su iglesia está casi terminada y el luciferino espera comenzar dentro de poco sus primeros cultos. Habrá que esperar para ver qué tanto impacto consigue y si logra crear toda una congregación luciferina.
Fuente de imágenes: 1: cronicadelquindio.com, 2: aciprensa.com