El Pensante

Tejiendo experiencias: «El bombillo que cayó del cielo», por Secaleda

Sociedad - febrero 2, 2012

Imagen 1. Tejiendo experiencias: «El bombillo que cayó del cielo», por Secaleda

Siempre he sido un crédulo completo en cuestiones paranormales, a pesar de que en mis veintiún años de vida jamás he experimentado algo fuera de lo común en lo más mínimo, ningún fantasma, ningún déjà vu, experiencias extracorpóreas o sueños premonitorios… siempre he conocido a personas a las que les ha pasado algo extraño y uno de mis grandes deseos era poder comprobarlo personalmente porque como dice la famosa frase “hasta no ver, no creer”… y el destino cumplió mi deseo.

Todo comenzó una tarde de domingo de 2010, en un pueblo de tierra caliente llamado Flandes, a tres horas de Bogotá. Leía yo por aquél entonces uno de los libros más increíbles que he leído en mi vida y que les recomiendo, no sólo por la historia que se cuenta, sino también por las cosas extrañas que me pasaron leyéndolo, el libro llamado: “La Rueda de la Vida” de Elisabeth Kübler-Ross.

Ese día, me encontraba solo en mi casa, mis papás se habían ido de viaje. En mi casa hay una piscina al aire libre rodeada de árboles, a un lado de la piscina está la sala y al otro lado un gran muro, siempre me gusta leer al lado de la piscina. Al otro lado de ese gran muro, sólo hay monte, un gran terreno deshabitado, no hay vecinos. Eran como las cinco de la tarde, y estaba leyendo uno de los capítulos del libro en el que se trataban temas paranormales, algo que me pareció curioso al final del capítulo, fue una frase: “la casualidad no existe, todo pasa por una razón”.

En ese momento, cerré el libro y sentando en mi silla, empecé a pensar en todas las cosas sobrenaturales que existen en el mundo y que curiosamente pasaban en mi casa, pero que yo nunca había ni visto ni escuchado. Mentalmente le pedí un deseo al destino casi en broma, y fue que me pasara algo, algo que me hiciera darme cuenta de que hay un “más allá”…

Entonces, me escurrí en mi silla y me puse a observar el cielo. De repente, vi que algo blanco a gran velocidad se acercaba, a donde estaba yo. No comprendía qué era, parecía un pequeño meteorito o quizás un ave… pero cuando me di cuenta, ese objeto extraño me rozó (sin exagerar) y me pasó a unos cinco centímetros del rostro, para luego caer en toda la mitad de la sala de mi casa que tenía la puerta abierta. Lo que escuché luego, fue un gran estruendo, como cuando algo de cristal se rompe contra el suelo. De un salto me levanté, y mi corazón casi se me salió por la boca, los vellos de mi brazo estaban erizados, si me hubiera visto en un espejo, hubiera parecido un gato asustado.

Entonces, entré aterrorizado a la sala para comprobar lo sucedido. Ahí me di cuenta, que sólo había vidrios rotos esparcidos en el suelo, encontré el casquillo metálico de un bombillo, ¿un bombillo? Mi asombro fue tal que empecé a reírme de lo absurdo de la situación, pero también tenía miedo de que otras cosas empezaran a caer o a levitar solas. No comprendía lo que pasaba, entonces subí al segundo piso para ver si había alguien al otro lado del gran muro, pero no había nadie… solo monte, árboles y algo de basura.

Estaba solo, nadie que me ayudara o me dijera que pasaba. Hasta que al poco tiempo regresaron mis padres y se sorprendieron de ver el desastre en la sala, no era mi imaginación. En los veinte años de vida que llevaba en esa casa, jamás había pasado algo así. Mi mente racional dice que alguien lo lanzó del otro lado; sin embargo, el bombillo venía desde bien arriba, muy veloz, esquivó un gran árbol que había en el muro, me rozó el rostro, pasó por la puerta abierta y cayó justo en la mitad de la sala. Además, acaba de pedir ese deseo después de leer ese capítulo “paranormal” cuya última frase fue “La casualidad no existe, todo pasa por una razón”. Me gusta pensar que fue una señal del destino y creó que fue así porque…

Seis meses más tarde, estando en Bogotá en mi Universidad, le comenté esta historia a una amiga. Ella sorprendida al final de mi relato me dijo: ¿Quieres saber que estoy leyendo en este momento? Y luego sacó de su maleta el mismo libro… ¿Casualidad?…

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Experiencia compartida por Secaleda