Llegada
Como propósito oculto, se le encomendó que anotara en libros todo lo que viera en las tierras que antes habían pertenecido al Rey: con esa misión partió José María Gutiérrez de Alba a Colombia. Las relaciones entre ambos países habían quedado destrozadas con las guerras de la independencia, así que el presidente de España en esos años (antes de que volviera al poder el rey Alfonso XII), mandó a Gutiérrez en calidad de espía para tantear terreno con la antigua colonia.
No fue fácil al inicio que el espía llegara a tierras colombianas, pero por fortuna su navío no se hundía en altamar, en una época en que difícilmente los barcos podían cruzar el océano porque no había buenos puertos en el país americano. Gutiérrez todo lo fue anotando, desde su llegada, caracterizaba muy bien cada una de las costumbres y las gentes que encontró a su paso.
Para todo esto el presidente español le pagó una enorme cantidad de dinero que el utilizó muy sabiamente en viajes por todo el país. Además de conocer regiones donde vivían indígenas, documentó muy bien por medio de dibujos y descripciones pormenorizadas.
Su viaje al Caquetá
En esta inhóspita región llegó Gutiérrez de Alba a conocer las comunidades indígenas que vivían allá. Retrató muy bien las peculiaridades de la pintura en la piel de las indígenas y sorprendido anotaba cada uno de los adornos que estas bellas mujeres del sur del país americano ponían en su rostro.
También detalló las bogas del Magdalena, estos son hombres encargados de llevar los barcos desde la costa hasta el centro del país. Decía que eran muy fuertes, además de escribir que por todo el rio Magdalena había muchos animales, como dantas, cocodrilos y un sin número de aves.
Siempre veía sus travesías con buenos ojos, no se quejaba y con mucho humor describía cada una de las cosas que le iban pasando, así pudo describir paisajes enteros en 11 tomos donde está actualmente todo el producto de sus viajes por Colombia.
Su viaje por el Llano
De su obligación de llevar información a España de cada uno de sus viajes, Gutiérrez de Alba lo cumplió cabalmente, pero no de forma aburrida, sino detallando las situaciones en las que se encontraba, jugaba con las palabras y los dibujos. Hizo que su obligación se convirtiera en un placer, pues así logró detallar las engorrosas situaciones que vivía.
Una vez tuvo que amenazar a sus cargadores de que dejaran de robarle el aguardiente, pues ellos se habían adelantado con dicho fin. Dijo que “le tocó hacer a los lobos mansas ovejas”.
Este episodio y otros que él relata con mucho humor demuestran como se hizo de valioso los tomos que fue escribiendo y que permanecieron sin publicar hasta ahora. Cuando fue al llano, una hermosa región de Colombia, de grandes pastos y un sinnúmero de caballos y vaqueros a la usanza de los que había en Dallas y el oeste americano, se sorprendió de las costumbres de los pobladores que tenían todo un arte para arriar el ganado.
Las carnes preparadas y las peleas entre los vaqueros fue otro de los temas que pasó a describir con mucha armonía, aunque nunca le pasó nada extraño con poblador alguno. Sólo la vez que se cayó del caballo, motivo que lo hizo regresar a su patria, pero eso fue mucho tiempo después.
Las bebidas alcohólicas y la ausencia del estado en estas regiones fue un punto que señaló largamente en sus cartas. Eso no dejó que siempre viera estos territorios como lugares que podían hacerse más bellos por medio del desarrollo económico.
De viaje por Boyacá
En las tierras de Boyacá, Gutiérrez de Alba llevó a cabo un recorrido por cada uno de los fríos pueblitos que se levantaban a su alrededor. Visitó Villa de Leiva, un ancestral lugar conocido por sus ferias religiosas y detalló como los habitantes se vestían con una ruana, cobija de lana que tiene un hueco en la mitad, por donde la persona mete su cabeza.
Nunca dejó de dibujar cada una de estas vestimentas y siempre buscaba detallar como las personas se llevaban en las procesiones, no criticaba sino buscaba tener un espectro amplio de cada una de sus visitas.
En Boyacá fue donde se le ocurrió la idea de sembrar olivos y otros productos del Mediterráneo ibérico. Se dio cuenta que la composición del suelo favorecía dicho cultivo, por lo que buscó asesorarse y hacerse amigo de las personas que estaban en el poder de la región boyacense y también en la región de Santander para sus ideas innovadoras.
El infortunio de sus proyectos
De los propósitos que Gutiérrez de Alba llegó a tener para volver abrir vínculos entre Colombia y España, se desarrollaron a medias porque Colombia vivía guerras intestinas demasiado fuertes y en España regresaba la corte.
Todos sus sueños se fueron por la borda y aun así no dejó de describir con humor la perdida de todo lo que él había hecho. Finalmente se devolvió a su patria donde murió de viejo.
Imágenes: 1: banrepcultural.org, 2: europeancollections.wordpress.com, 3: rondytorres.wordpress.com