Vive la Revolution
A partir de 1789 Francia nunca volvió a ser la de antes. Con el estallido de la Revolución Francesa y la caída de la monarquía se inauguró una nueva era en la Historia, una en la que las libertades civiles y los derechos serían el punto central de los movimientos políticos.
Pero en medio de este escenario de conflictos, muertes y guerras un asunto casi pasó desapercibido. 8 años después de la Revolución, cazadores de la región del Mediodía (específicamente en Saint-Sernin-sur-Rance) comenzaron a alertar de la presencia de un extraño joven en los bosques de la zona.
En 1788 fue finalmente capturado. Estaba desnudo, y sus gustos alimenticios hacían pensar que había vivido en el bosque la mayor parte de su vida. No hablaba lengua alguna, ni podía comunicarse, y pronto vino a conocerse como el niño salvaje del mediodía.
Un abad local, Pierre Joseph Bonaterre, quien además era profesor de biología, pronto se encargó del cuidado del muchacho. Parecía ser un niño cerca de la pubertad, por lo que su edad se calculó en unos 8 o 9 años (al final, su fecha de nacimiento vendría a establecerse en 1788 basándose en esta información). Para Bonaterre pronto quedó claro que el joven gustaba de permanecer desnudo, y que estaba acostumbrado a las gélidas temperaturas de la campiña francesa en invierno.
En París
Víctor pronto fue trasladado al Instituto para Sordos de París. Estaba claro que tenía capacidad de oír, pero era del interés de los científicos franceses que quedara al cuidado del reconocido profesor Roch-Ambroise Cucurron Sicard. Se buscaba con el estudio del joven demostrar que era el lenguaje lo que diferenciaba a los humanos de los demás seres de la naturaleza.
Sin embargo, las lecciones avanzaban más lento de lo que Sicard hubiese querido y pronto se hartó del asunto y decidió dejar a Víctor moverse libremente por la Facultad. Pronto, un joven estudiante de medicina llamado Jean Marc Gaspard Icard decidió adoptar a Víctor en su casa y civilizarlo.
Con la ayuda de una atención permanente la educación de Víctor avanzó de manera más rápida. Aprendió pronto a entender la mayor parte de las frases y a pronunciar y leer algunas palabras sencillas, si bien jamás pudo escribir más que lait y Oh Dieu! (“Leche” y “Oh Dios!” en francés). Sin embargo, el verdadero avance se vio en la interacción con otros individuos, pues pese a sus limitaciones con el lenguaje Víctor pronto desarrolló un agudo sentido de la empatía, el cual Icard documentó.
La muerte de Víctor
Durante su vida Víctor tuvo la suerte de tener siempre un tutor comprometido con su bienestar. Sin embargo, su desarrollo fue bastante limitado y jamás pudo comunicarse de manera completa. Murió en 1828, cuando debía tener unos 40 años.
En la actualidad se presume que el abandono del joven debió llevar a daños cerebrales que generaron problemas de aprendizaje. Varios psicólogos consideran que su comportamiento documentado es muy semejante a aquel de las personas autistas, por lo que es probable que el joven también haya sufrido de esta condición.
El caso de Víctor es uno de los ejemplos más documentados que tenemos de niños ferales. Lamentablemente, ocurrió hace tanto tiempo que muchas de las preguntas de los psicólogos actuales ni siquiera se imaginaban y por lo tanto no se realizaron análisis para responderlas.
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