¿Por qué vino a México?
“Simple y sencillamente porque, en primer lugar, me convenció el señor Ismael Rodríguez, en segundo, porque tenía muchas ganas de trabajar en el bello México de gran tradición y, en tercero, porque la historia y el personaje de Ánimas Trujano me parecieron muy humanas”, declaró Mifune a los periodistas.
Finalmente, comentó que si Pedro Infante viviera, él habría realizado la cinta, pero como ya no estaba, la filmaría en su honor.
En México
La participación de Mifune en «Ánimas Trujano» fue una colaboración especial entre el cine japonés y el mexicano, demostrando su versatilidad interpretando a este personaje complejo. Su actuación fue elogiada por la crítica y contribuyó al éxito de la película tanto en México como en el extranjero.
«Ánimas Trujano» es una película mexicana dirigida por Ismael Rodríguez y lanzada en 1962. La trama de la película se desarrolla en un pequeño pueblo de Oaxaca, México, y sigue la vida de Ánimas Trujano, interpretado por el actor mexicano Toshiro Mifune. Ánimas es un campesino que se convierte en una figura importante y respetada en su comunidad cuando es elegido para representar al pueblo en una peregrinación religiosa a la ciudad de México.
La película es reconocida por su representación de la cultura mexicana y las tradiciones populares, así como por la actuación de Toshiro Mifune, quien interpreta a un personaje mexicano a pesar de ser de origen japonés. La actuación de Mifune fue muy aclamada y le valió el premio a Mejor Actor en el Festival de Cine de Cannes en 1962.
«Ánimas Trujano» es considerada una de las películas más importantes en la historia del cine mexicano y fue nominada al premio Óscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera en 1962.
Toshiro Mifune enfrentó varios desafíos durante su experiencia en México. Cuando aceptó participar en la película «Ánimas Trujano» (1962), tuvo que superar barreras culturales y lingüísticas para adaptarse al entorno mexicano y al idioma español.
Uno de los principales desafíos fue el idioma. Mifune no hablaba español, por lo que tuvo que aprender sus líneas fonéticamente y confiar en traductores para comunicarse con el equipo de producción. Esto implicó un esfuerzo adicional para captar el significado emocional y contextual de su actuación. Además, la película se desarrollaba en un entorno y cultura diferentes a los que Mifune estaba acostumbrado en el cine japonés. Tuvo que familiarizarse con la tradición y las costumbres mexicanas, así como entender el contexto histórico y cultural de la trama. Esto requería una adaptación y comprensión profunda para poder interpretar adecuadamente al personaje de Ánimas Trujano.
Adicionalmente, Mifune también debió enfrentar el desafío de trabajar con un equipo de producción mexicano, con dinámicas y métodos de trabajo distintos a los que estaba acostumbrado en Japón. La colaboración entre culturas puede presentar obstáculos y requerir un esfuerzo adicional para encontrar una comunicación efectiva y una sincronización adecuada en el set de filmación.
Colaboraciones Icónicas
La asociación entre Toshiro Mifune y Akira Kurosawa dio lugar a algunas de las obras maestras más reconocidas del cine japonés. Juntos, crearon películas como «Rashomon» (1950), que ganó el premio máximo en el Festival de Cine de Venecia y llevó al cine japonés al escenario mundial. Su trabajo conjunto también incluyó «Los siete samuráis» (1954), una epopeya de acción y drama que se ha convertido en un hito cinematográfico y ha influido en generaciones de cineastas.
Una de las características distintivas de Toshiro Mifune era su presencia física imponente. Su estatura, su voz profunda y su habilidad para transmitir emociones con sutileza lo convirtieron en un actor magnético. Ya sea interpretando a un samurái valiente, un ronin solitario o un villano carismático, Mifune dotaba a sus personajes de una intensidad única y dejaba una huella imborrable en la audiencia.
Para abril de 1961 Mifune ya había alcanzado la fama gracias a cintas como “Los siete samuráis”, “Rashomon”, “La fortaleza escondida”, “Trono de sangre”. Las ofertas para actuar en otros países no se hicieron esperar, sin embargo, el actor eligió México para probar suerte, otra cultura y hasta un nuevo idioma.
El diario el Universal, realizó una conferencia de prensa en la que Mifune se mostró receptivo y abierto. A través del reportero que firmaba con el seudónimo “El Pajarito Indiscreto”, dejó constancia de la gran personalidad y esencia de Mifune. El Pajarito Indiscreto escribió una nota titulada “Cómo vi y oí a Toshiro Mifune”.
“Dirigió a todos los periodistas metropolitanos una especie de pintoresco discurso, breve y gracioso, en un español especialísimo, salpicado de expresiones japonesas. Nos informó que ya tiene aprendidos de memoria, y en español, todos sus diálogos de la película Ánimas Trujano que realizará en nuestro país”, relató el reportero.
Es un hombre que frisa en los cuarenta años, es alto, moreno, con largos y tupidos bigotes y una rala barba, parece un auténtico mexicano de esos que habitan por Oaxaca. Vestía un original y hermoso traje japonés que, se nos explicó, es el que usan en las ceremonias… Lleva el pelo bastante largo y peinado para arriba”, añadió.
El mundo del cine ha sido testigo de numerosos talentos que han dejado una huella imborrable en la historia cinematográfica. Entre ellos, destaca el legendario actor japonés Toshiro Mifune, cuya presencia en la pantalla y su colaboración con el aclamado director Akira Kurosawa lo convirtieron en un ícono del cine japonés y un referente para generaciones posteriores. A través de su talento, versatilidad y carisma, Mifune cautivó a audiencias de todo el mundo y dejó un legado duradero en la industria cinematográfica.
Un Actor Polifacético
Toshiro Mifune nació el 1 de abril de 1920 en Qingdao, China, ciudad que en ese momento estaba ocupada por Japón. Sus padres fueron misioneros metodistas y él era el mayor de sus tres hermanos. Mifune se había interesado desde muy joven en la fotografía. La mayor parte de su infancia la vivió en China como ciudadano japonés. Durante la segunda guerra mundial fue reclutado en la división de aviación del ejército imperial japonés, desempeñándose en la fotografía aérea.
Demostró su pasión por la actuación desde temprana edad. Tras servir en la Segunda Guerra Mundial, Mifune se unió al estudio de cine japonés Toho y comenzó a forjar una carrera impresionante. Su colaboración más notable fue con el director Akira Kurosawa, quien se convirtió en su colaborador más frecuente y con quien realizó dieciséis películas. Mifune también incursionó en producciones internacionales, lo que podría considerarse como un intento de «occidentalización» en cierto sentido.
A medida que su fama creció en el ámbito cinematográfico, Mifune recibió propuestas de trabajo de Hollywood y otros países occidentales. Aceptó algunos roles en películas extranjeras con el objetivo de ampliar su alcance y explorar diferentes estilos y géneros cinematográficos.
Un ejemplo destacado de esto es su participación en la película estadounidense «Hell in the Pacific» (1968), dirigida por John Boorman. En esta película de guerra, Mifune interpreta a un piloto japonés que queda varado en una isla desierta junto a un soldado estadounidense, interpretado por Lee Marvin. La película se desarrolla en gran parte sin diálogos, lo que resalta la habilidad de Mifune para comunicarse a través de la expresión y el lenguaje corporal.
Mifune también trabajó con otros directores occidentales en producciones como «La batalla de Midway» (1976), dirigida por Jack Smight, y «El gran duelo» (1972), dirigida por Giancarlo Santi.
Es importante destacar que, si bien Mifune se involucró en producciones internacionales, su legado y reconocimiento se basan principalmente en su trabajo en el cine japonés. Sus colaboraciones con Kurosawa y su impacto en el género de los samuráis le han asegurado un lugar destacado en la historia del cine de su país de origen.