Budismo
Una de las religiones más populares y extendidas en el Oriente es el budismo. No es para menos: su filosofía, su profunda explicación del mundo y su maravillosa filosofía (de la mano con su naturaleza pacífica) la convierten en una religión de la que todos podemos aprender algo. Como todas las religiones, claro, el budismo ha sido corrupto por los hombres, pero no por esto deja de tener un mensaje poderoso.
Xuan Zhang fue uno de los principales impulsores del budismo en el Lejano Oriente. En particular, China se vería muy influenciada por el sabio que pese a sus viajes jamás olvidó su primer hogar. Desde allí el Budismo se expandiría a Japón y también, parcialmente, al sudeste asiático (que ya tenía algo de influencia hindú en cualquier caso).
Xuan Zhang realizó una serie de viajes que rayan con el mundo de lo fantástico. Su historia sería la base de una de las novelas más famosas y reconocidas de la cultura china: “Viaje al Oeste” (Hsi yu Chi), escrita por el reconocido erudito Wu Cheng’en en el siglo XVI. Aquí hablaremos brevemente del gran hombre.
El nacimiento de Xuan Zhang
Al contrario que Jesús (y al igual que Apolonio de Tiana) Xuan nació en el año 602 en una familia pudiente de la sociedad china de aquellas épocas. Su abuelo había servido en el Colegio Imperial de la Capital del Imperio, un honor reservado a muy pocas personas. Su padre era un devoto confucionista que seguía cuidadosamente los ritos familiares y servía con fervor a su Emperador.
Pero Xuan, desde pequeño, se sintió atraído por el budismo. Tuvo seguramente una influencia importante de su hermano (que se había unido a un templo budista en las cercanías). Cuando su padre murió, en el 611 (Xuan apenas tenía 9 años) el pequeño decidió unirse a su hermano en el templo de Luoyang, ciudad en la que ambos habían nacido.
Juventud
En el año 618 se derrumbó la dinastía Sui y los hermanos decidieron escapar del caos hacia la ciudad de Chang’an, proclamada capital de la naciente Dinastía Tang, de donde marcharon al sur, a la provincia de Sichuan. Allí encontraron un lugar en el Monasterio de Kong Hui, en el que se dedicaron al estudio y en el que Xuan fue ordenado monje a los 20 años, pese a su tierna edad. Al parecer, los sacerdotes decidieron hacer una excepción al ver su precoz aprendizaje y su gran conocimiento.
Xuan, sin embargo, no estaba satisfecho. Encontraba muchas contradicciones en los textos sagrados y consideraba que no eran del todo fieles a las tradiciones budistas. Así, comenzó a crecer en su mente una obsesión, una que lo llevaría a recorrer todos los rincones de Oriente y encontrar allí las respuestas a sus preguntas.
Así, Xuan decidió abandonar el templo y viajar de nuevo a Chang’an, en donde comenzaría su búsqueda.
Preparativos
En el año 626 de nuesta era, Xuan Zhang comenzó el estudio del Sánscrito. En Oriente, el Sánscrito es una de las lenguas más sagradas en la que se escribieron muchos de los libros budistas y de la tradición védica. Así, su comprensión era fundamental para el joven. Otro idioma que estudió en este periodo (aunque no con la misma profundidad) fue el Tocario, una lengua que hoy ya no existe.
En aquellos tiempos el Imperio se encontraba en una dura lucha contra los pueblos Kökturk de Oriente, por lo que el Emperador Taizong había prohibido del todo los viajes al extranjero. Xuan Zhang estaba más convencido que nunca de su misión: un sueño profético en el 629 había enardecido su fe y su voluntad de ir más allá de las fronteras no sería limitada por los edictos de un simple emperador.
No está del todo claro por qué decidió marchar por el Oriente, y no por el sur. En cualquier caso, el joven dejó su país el año mismo de su sueño convenciendo a unos guardas budistas en el Paso de Yumen, uno de los puntos más importantes de la Gran Muralla. Así logró llegar al desierto del Gobi en el que caminaría por casi un año antes de llegar a su siguiente destino.
El Paso de Yumen
Turfán
En aquel entonces el reino de Turfán gobernaba un amplio territorio del desierto gracias a su oasis. Allí arribaban mercaderes y comerciantes y se negociaban los productos que más adelante seguían su camino por la Ruta de Seda.
El soberano del país era un budista devoto que encontró en Xuan a un hombre admirable. Sin pedir nada a cambio le brindó ayuda, recursos y guías para que pudiese continuar su camino y llegar al corazón del mundo budista, donde esperaba encontrar la respuesta a sus preguntas.
Los siguientes meses serían muy agitados. Gracias al apoyo del soberano de Turfán Xuan consiguió llegar a muchos lugares que de otra manera le hubiesen estado vedados. Viajó al sur, al actual Kirguistán, de donde marchó a la ciudad de Taskent (en el actual Usbekistán), conociendo al Señor de los Nómadas Gök en el camino. Siguió al sur, a Samarcanda, en donde visitó ruinas budistas e impresionó al Rey con sus conocimientos.
De allí marchó al suroriente, visitando comunidades budistas e involucrándose en debates en los que dejaba claro su profundo conocimiento de la religión. Finalmente, hacia finales del año 630, llegaría a la India, con lo que por fin conseguía su meta. Cerca de la frontera conoció a los primeros jaimistas e hinduistas.
Le quedaban delante años de aprendizaje y peregrinación, pero de ellos hablaremos en un próximo artículo.
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