Los tiempos cambian
Hoy os traigo unos lugares abandonados que para mí tienen un sentido especial por haber crecido rodeado de ellos. Las alquerías, o casas de campo típicas de los huertos valencianos. Quizás no sean abandonos tan espectaculares como los que suelo postear, pero intentaré mostraros un poco como son y la historia que hay tras sus ruinas.
Como podréis ver, no existe una arquitectura común para estos lugares. Suelen ser edificios recios, de gruesas paredes, generalmente de dos plantas de altura, donde la planta baja suele ser prácticamente diáfana y es en la que se solía hacer la vida y la planta superior, dividida en habitaciones para el descanso. Con tejados a dos aguas y, en muchos casos, con pequeñas terrazas. También es un rasgo típico la gran cantidad de ventanas. Todas las habitaciones y estancias tienen su propio balcón o ventana.
La construcción de estas alquerías se remonta desde mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo pasado. La expansión de los huertos alrededor de los núcleos poblacionales creció durante todo este tiempo de forma constante. Llegó un punto en que las propiedades distaban muchísimos kilómetros de la población y el llegar allí, con caminos estrechos y polvorientos, o completamente embarrados en las épocas de lluvia, con medios de tracción animal en el mejor de los casos, caminando en otros, se convertía en toda una odisea para los agricultores. De aquí la necesidad de construir estas casas en las mismas propiedades agrícolas.
Generalmente, cada alquería dominaba una vasta extensión de campos de cultivo, naranjos y frutales en su gran mayoría. Cada cual construía según su potencial económico, con lo cual existen alquerías de todo tipo, desde las más humildes a verdaderos palacetes. Curiosamente, los dueños de estos terrenos no solían habitar la casa, sino que eran familias de guardeses los que vivían allí, que se ocupaban de el cuidado y tareas del campo a cambio de la vivienda y, en algunos casos, de un salario o un porcentaje de los beneficios de las cosechas.
Los tiempos cambiaron, llegó el asfalto y los vehículos de motor, llegó la automatización en el cuidado de los campos y el uso primordial de estas alquerías cayó en desuso. Desde el tercer cuarto del siglo pasado, estas viviendas han ido cayendo en el abandono paulatinamente. Muchas han desaparecido por completo, la gran mayoría permanecen en estado de ruina y abandono total desperdigadas por todos los términos municipales y otras pocas, las más cercanas a las poblaciones o las que se encuentran más cerca de la costa, han sido rehabilitadas y se usan todavía como vivienda.
Todavía en nuestros días, los más mayores conocen los distintos lugares de los términos municipales por el nombre de las alquerías que allí habían, quizás como homenaje y recuerdo a las miles de familias que allí vivieron y trabajaron durante tantos años.
Como muestra de cómo son en su interior, aquí os dejo unas fotografías de una en concreto que creo que es bastante representativa del resto. La alquería Virgen del Rosario.
¿Entramos?
Entrando a la alquería por un lateral encuentro el antiguo corral, aquí solían tener ovejas, cabras y otros animales.
Desde el corral hay un acceso al patio trasero de la casa, en estos pequeños patios solían tener el gallinero y las conejeras.
Por algún motivo que no alcanzo a comprender, en todos estos patios siempre hay una nevera destrozada…
Desde el mismo patio accedemos a la planta baja de la casa. En este caso, a excepción de una pequeña habitación, es completamente diáfana.
Los rastrojos se acumulan tras la puerta.
Todos los rincones se solían aprovechar con despensas y armarios.
La chimenea, esencial para pasar los crudos inviernos.
En algunos rincones todavía quedan objetos de los antiguos moradores.
¿Tomamos un café?
Subo por una estrecha y oscura escalera hacia el piso superior. Una puerta entreabierta chirría en el piso superior…
Al subir, una pequeña estancia central distribuye las habitaciones. En la última habitación el piso se ha venido abajo y no se puede acceder a la escalera que sube hasta la terraza.
El día que hice estas fotos iba solo y, por seguridad, no continué más allá.
A mano izquierda encuentro una habitación en completa oscuridad, la ventana ha sido tapiada por algún motivo. (Es la única ventana tapiada de toda la casa).
Esta habitación era la cocina. Una pila de piedra y un escueto banco de azulejos es todo su mobiliario.
En un lateral todavía quedan los restos de la última leña que se usó.
Salgo y me dirijo hacia el otro lateral de la casa, dividida en dos grandes habitaciones gemelas.
En las ventanas, los jirones de lo que antaño fue una cortina se confunden a veces con unas enormes telarañas.
Las puertas de los balcones golpetean con el viento, variando de forma intermitente la luz que entra en la habitación.
En las paredes, huellas barrosas de filtraciones de agua indican que el tejado ya no está en sus mejores tiempos.
Dejo la planta superior y vuelvo a bajar. La escalera de esta casa es realmente aterradora. No se si es peor bajar o subir, jeje
Volviendo al patio trasero, entro por otra puerta lateral y llego hasta el granero.
Restos de aperos de trabajo, paja y cañas se amontonan en los rincones.
El granero es bastante largo, conforme llego al final la oscuridad me obliga a tirar de flash. Tras una pared de ladrillo que se nota mucho más reciente que el resto encuentro, bajando unos escalones, una especie de sótano. Por lo que veo parece ser algo parecido a un taller. Quizás aquí reparaban la maquinaria… quien sabe.
O quizás reanimaron a Frankenstein algún día…
Salgo del sótano y rodeando la casa llego hasta un jardín trasero, flanqueado de altos muros.
En lo que algún día fue un depósito de agua, que los más pequeños usarían como piscina, crecen las plantas y los árboles.
Algunos majestuosos pinos han caído derrotados y se entremezclan con la maleza.
Pequeños detalles demuestran que alguna vez este jardín estubo mimado y cuidado.
Al salir, por una pequeña puerta trasera del muro del jardín, encuentro el avispero más grande que he visto en mi vida y me toca hacer un pequeño sprint.
Y hasta aquí la pequeña visita guiada a una alquería valenciana. Espero que os haya gustado el paseo.
Como curiosidad, decir que junto a estas alquerías también se construyeron pequeñas capillas, que se distribuyeron estratégicamente para poder dar servicio espiritual a estas gentes. Casi todas han corrido la misma suerte que las alquerías.
Esta en concreto, está muy cercana a la alquería que os he mostrado hoy.
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