Quizás lo más conveniente, previo a abordar las distintas explicaciones sobre los pronombres demostrativos, así como sobre sus respectivas normas ortográficas, sea revisar de forma breve las distintas categorías gramaticales a las que pueden pertenecer las formas “este”, “ese” y “aquel” las cuales además de ejercer como pronombres demostrativos, también pueden hacerlo como adjetivos y determinantes.
Categorías gramaticales de “este”, “ese” y “aquel”
En consecuencia, según explica la Real Academia Española de la Lengua (RAE), en el Español, se pueden encontrar tres categorías distintas, constituidas por las formas “este”, “ese” y “aquel”, descritas de la siguiente manera:
- Pronombres demostrativos: en primer lugar, la RAE dice que estas formas –tanto en sus formas singulares y plurales, femeninas y masculinas- ejercen la función o categoría de pronombres demostrativos, es decir, que se introducen en la oración, a fin de representar al nombre. Por ejemplo:
Pásame el libro rojo, ese que está sobre la mesa (En este caso, la forma “ese” representa al sustantivo “libro rojo” que ya ha sido nombrado en la oración”
- Adjetivos demostrativos: sin embargo, las formas “este”, “ese” y “aquel” –en todos sus géneros y números- pueden ejercer también el papel de adjetivos demostrativos, en cuyo caso se encontrarían acompañando al sustantivo, para señalar a qué distancia se encuentra este del hablante que refiere a ellos. En este sentido, la forma “este” designará los objetos que se encuentren más próximos al hablante; la palabra “ese” servirá para aquellos que se encuentren a una distancia media”; y la forma “aquel” para los que se ubiquen a una distancia mayor.
- Determinantes: así mismo, las partículas “este”, “ese” y “aquel”, tanto en sus géneros masculinos y femeninos, como en sus número singulares y plurales, estarían ejerciendo la función de determinante, es decir, de partícula libre que acompañaría al sustantivo, para mostrar que el hablante se refiere únicamente a este elementos o nombre:
Puede aparecer tanto de forma anterior:
Esa flor (es decir, que solamente es esa la flor de la que se quiere hablar)Como de forma posterior:
La flor esa (en donde “esa” también representa y determina al sustantivo “flor”)
Acentuación antigua de “este”, “ese” y “aquel”
Durante años, la Real Academia Española de la Lengua señalaba que era necesario diferenciar estas formas, a través de una tilde diacrítica, para así distinguir entre adjetivos y pronombres, así como también debía diferenciarse entre el determinante anterior (sin tilde) y posterior (con tilde). De esta manera, se concebía la siguiente acentuación para cada una de las categorías gramaticales ejercidas por estas palabras:
Adjetivos demostrativos
En el caso de que las formas “este”, “ese” y “aquel” acompañaran al sustantivo, a fin de demostrar a qué distancia se encuentran del hablante, no deberían ir acentuadas, siendo escritas sin tilde en cualquiera de sus números (singular o plural) o de sus géneros (femenino o masculino). Por ejemplo: Pásame ese lápiz.
Pronombres demostrativos
En cambio, si las partículas “este”, “ese” y “aquel” ejercían la función de pronombres demostrativos, representando al nombre, pronunciado previamente, la RAE optaba por asignar a sus distintas formas una tilde diacrítica. Por ejemplo: Ayer vimos la casa, ésa es la indicada.
Determinantes
Igualmente, en los determinantes la RAE optaba por hacer una diferenciación a través de la tilde diacrítica, señalando que estos no debían contar con ningún tipo de acento cuando se encontraban acompañando al sustantivo de forma anterior: ese perro, el labrador negro; y que sí debía poseer tilde diacrítica cuando apareciera de forma posterior: el perro ése, el labrador negro.
Cambios en normas de acentuación de “este”, “ese” y “aquel”
Sin embargo, durante las primeras décadas del siglo XXI, la Real Academia Española de la Lengua decidió variar las normas de acentuación, establecidas sobre estas formas, promulgando que en lo siguiente ninguna de ellas, independientemente de su género, su número o su categoría gramatical, debería llevar o poseer un acento o tilde diacrítica.
De esta manera, cada una de estas palabras respondería desde ese momento a su propia ortografía. Por ende, las formas “este” y “ese” no se acentuarían, por ser palabras átonas, graves, terminadas en vocal, mientras que en el caso de “aquel” tampoco procedería la presencia de una tilde al ser una palabra aguda no terminada en consonante “n” o “s”.
Para aquellos casos, en los que pudiese existir cierta situación de ambigüedad, la RAE señalaba que a partir de estos cambios, toda posible confusión debía ser aclarada por el mismo texto, a través de su contexto, o de explicaciones mucho más amplias, que llevaran al receptor a entender exactamente el sentido del hablante.
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