Observando la economía en la actualidad colombiana, se pueden apreciar factores interesantes de análisis, que se presentan en algunos departamentos, especialmente por su riqueza natural, lo cual está atrayendo las inversiones de las multinacionales extranjeras que vienen a perforar, extraer y explotar, sin tener en cuenta el daño ambiental. Sin embargo, este post no se va a enfocar en los asuntos ambientales, sino económicos.
Hemos tomado al departamento de Casanare como objeto de estudio, ya que es uno de los que en los últimos años ha demostrado uno de los mayores crecimientos económicos del país. En términos de “desarrollo” puede verse desde muchas perspectivas.
Cuadros comparativos, análisis y conclusiones de estudios nacionales e internacionales, expectativas, sensaciones, contextos, naturaleza, visión de locales y visitantes. Todos con un resultado común: Casanare, epicentro de la Orinoquía.
Y no es para menos, pues desde el momento en que llegaron los conquistadores, encontraron que los indígenas con visión de organización y comercio se encontraban en las zonas planas de la parte oriental, donde las largas travesías no impidieron las actividades de intercambio a través de la Quiripa.
Los jesuitas llegaron con el café, el ganado y los caballos al Casanare; allí, organizaron un gran emporio económico en la Hacienda Caribabare y fue así como durante en la época de la colonia nuestro departamento abasteció a la Región Central, de tabaco y sal. Por otro lado, lograr enfrentar al Ejército Español para obtener la Independencia era una situación difícil que requería hombres con dinero, pensamientos fuertes de libertad y espacios para la preparación logística de guerra. Fue precisamente Casanare quien puso a disposición tales guerreros y recursos para conseguir la victoria del 7 de agosto de 1819.
Durante el siglo pasado, el departamento formalizó su economía a través de la organización de los hatos y la venta de ganado. Abrió caminos y sacó el ganado arreado por fuertes llaneros hacia la región central. Sin caminos, cruzando ríos, afrontando dificultades, hicieron de esta tarea un canto a la vida, un legado de hermosas historias.
Entre los años 1990 y 2010, los municipios casanareños alcanzaron un desarrollo considerable, especialmente su capital Yopal, demostrando un alto crecimiento en todos los ámbitos y resaltándose notoriamente en toda la Orinoquía. Un ejemplo concreto, es la presencia ya establecida de grandes cadenas y centros comerciales nacionales e internacionales.
Se espera que para el 2020, Yopal sea con seguridad el epicentro de progreso de la Orinoquía, con diferentes tópicos o líneas de desarrollo como los monocultivos, la agroindustria, empresas de servicios petroleros, grandes vías o medios de comunicación que facilitarán el auge de un comercio rápido, dinámico y competitivo. Igualmente, se caracterizará por sus grandes urbes y las micrompresas actuales se convertirán en grandes emporios.
Todo lo anterior está basado en grandes sacrificios, pero sobre todo, en prestarle más atención al el tema del medio ambiente. Lo más seguro, es que los ríos serán cauces organizados o adecuados en caminos que servirán para deportistas o personas que quieran observar vestigios en las riveras. O Simplemente, lugares naturales dónde ir a meditar.