La caída de los Templarios
Todos conocen la icónica orden del Temple, cuyos miembros, conocidos como caballeros templarios, se organizaron por la defensa de la cristiandad en Oriente y, bajo la bandera cruzada, lucharon por la defensa de la tierra santa y protegieron las vidas de los peregrinos cristianos que visitaban Jerusalén. Fundados en los albores del siglo XII (1118 d. C. o 1119 d. C.), no son tan conocidos por su orígenes o sus acciones, sino por el macabro final que les tenía deparado el destino.
Sus opositores afirman que la orden se corrompió lentamente y se dejó seducir por las tradiciones musulmanas (“sarracenas”, según la denominación de la época), por su misticismo y sus hábitos aberrantes. Sus seguidores, por el contrario, aseguran que la envidia de los gobiernos y el temor de Felipe IV, de Francia los llevó a acusar falsamente a la orden de haber incumplido el mandato de Dios y a desencadenar su destrucción.
Una de las principales acusaciones de los enemigos de la orden tenía que ver con Baphomet, un misterioso personaje al que, se decía, los templarios habían hecho su ídolo, y que había llegado al mundo para llenarlo de oscuridad. Baphomet era una insignia, una demostración de la maldad y la sevicia a la que había llegado aquella orden: tras aquello no quedaba sino su destrucción.
¿Quién era Baphomet?
¿Pero quién era este misterioso personaje? Las pruebas al respecto no nos presentan algo claro, sino una especie de mosaico de diversas creencias esotéricas. No será hasta algunos siglos luego de la desaparición de los templarios que Baphomet – o el Baphomet – se convertirá en un elemento importante de las tradiciones esotéricas, pero no cabe duda que sus orígenes y su importancia provienen, precisamente, de este tumultuoso periodo.
En la actualidad, normalmente se le representa como un hombre con cabeza de macho cabrío, semejante al Satanás de la tradición cristiana, pero las confesiones extraídas a los templarios presentan una imagen algo diferente. Principalmente, lo describen como una cabeza cortada, llegando a afirmar algunos que respondía todo tipo de preguntas o que garantizaba la felicidad y la riqueza de quienes le adoraban: sus rasgos eran a veces de mujer y a veces de hombre y todos afirmaban que lo habían visto de lejos, en la penumbra, tras una capa de humo o cubierto por algún tipo de tejido. Algunas versiones hablan de gatos negros.
La representación de Baphomet como un macho cabrío data de algunos siglos más adelante, cuando sería invocado por diversas herejías cristianas y – afirman muchos – por logias secretas como los masones o los iluminati. Su imagen oficial de hecho es tan reciente como 1861, cuando aparece en el libro Dogmas y rituales de la alta magia de Eliphas Levi y se convierte en la representación tradicional del personaje. De acuerdo con este autor y practicante de la magia esotérica, el Baphomet no es sino la representación del proceso alquímico: la unión de fuerzas opuestas para crear la luz astral, fuente de la magia y la iluminación.
Si bien la historia oficial niega la existencia de un ídolo tal como se describe en los juicios y establece que en realidad se creó en la mente de los inquisidores y tomó forma al calor de las torturas (lo que explicaría las muchas versiones que existen respecto a su naturaleza), los escritores ocultistas y aquellos versados en la tradición esotérica (o que afirman serlo) no ponen en duda tal relación. Los caballeros de la Orden del Temple, afirman, habrían adquirido conocimientos en misticismo de los sabios del Medio Oriente, y habrían adoptado este ídolo de sus nuevos maestros… a quienes originalmente debían combatir. De hecho, este ídolo, que habrá de popularizarse en el siglo XIX, fue denominado, en principio, el Baphomet de los Templarios.
De diabólico a salvador
De acuerdo con estos autores, Baphomet no era la representación del demonio, sino una deidad opuesta al dios castigador de la Iglesia católica, heredero del dios Pan de los griegos, de los dioses neoplatónicos, así como del cristo de las primeras iglesias cristianas antes de que estas cayeran bajo el dominio de Roma. Los Templarios lo habrían adoptado en estrecha conjunción con las creencias gnósticas, buscando acceder al verdadero conocimiento… aquel que el dios cristiano habría puesto, deliberadamente, fuera del alcance de los hombres.
Pero los Templarios no son los únicos que han sido reconocidos por su adopción de este símbolo. Los Masones también han sido acusados de adorar al demonio por sus vínculos con Baphomet, y si bien muchas de las acusaciones han probado no tener fundamentos, algunos masones han admitido que este personaje es parte importante de su parafernalia simbólica, si bien no es objeto de adoración y su significado solo es revelado a los más altos rangos de la organización.
Baphomet también tiene un lado algo más oscuro, pues se ha convertido en la imagen oficial de la Iglesia de Satanás, fundada en 1966. Para esta creencia no cabe duda de que Baphomet efectivamente representa al demonio, pero su postura es poco defendida por fuera de su credo.
El Baphomet sigue siendo una fuente inagotable de misterio con respecto a su existencia, sus habilidades y sus vínculos con los templarios. Algunos niegan su existencia, mientras que otros lo dotan de poderes sobrenaturales que los herederos de los templarios habrían utilizado en su favor. Aún hoy es un símbolo importante en muchos ritos esotéricos, pero su historia seguirá sumida en la oscuridad, posiblemente para siempre.
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