Su estancia en París
De 1960 a 1964 vivió en París. Se entremezcló con los grupos literarios y artísticos, donde desarrolló un mayor sentido psicológico de su obra y de si misma.
Allí entró a la Sorbona a estudiar Literatura francesa, aunque tampoco la terminó le sirvió para conocer a Cortázar, a Octavio Paz y a Rosa Chacel.
Durante esos años trabajó en la revista Cuadernos y en otras editoriales francesas. Aunque todo esto le sirvió para publicar en distintas revistas, principalmente en Sur, La Nación y Zona Franca.
También su experiencia le sirvió para hacer distintas traducciones al español de contemporáneos franceses, además de acrecentar su obra poética, a lo cual le dedicaba la mayor parte del tiempo.
Pizarnik y Ocampo
De la vida romántica de nuestra escritora no sabemos tanto, así como ella, todo se mantiene en la oscuridad. Lo cierto es que gracias a las cartas se develó que tuvo relación con Silvina Ocampo y su esposo Bioy Casares.
Incluso, al final de sus días escribía a Ocampo y se sabe que tuvo más que ver con la relación poliamorosa que dio de qué hablar durante la década de los sesentas.
También se ha dicho que tuvo que ver con Cortázar, pero es más difícil develar esto. Lo cierto es que él fue su amigo hasta el final de sus días. Incluso la última carta que el autor de Rayuela mandó a Pizarnik, ya no le llegó porque la escritora ya se había matado.
Vale destacar que la mayor parte de su vida sexual es desconocida porque sus allegados, censuraron parte de sus diarios que tenían referencias a su bisexualidad, sexualidad abierta, aunque es evidente que en esta época, “París era una fiesta”.
Suicidio y verdad
Antes de encontrar el cadáver de Pizarnik, que tenía 36 años, había sufrido una gran crisis por la muerte de su padre en 1967. Hasta 1972, Pizarnik había cambiado radicalmente su escritura, convirtiéndose en una textura llena de tristezas y dolores.
Había vuelto a Buenos Aires y su vida se fue volviendo más enferma. Tuvo que ser internada varias veces por sus múltiples intentos de suicidio. Pero el día llegado, Pizarnik que había publicado varias obras, entre ellas, Extracción de la piedra de la locura, El infierno musical, Genio poético y La condesa sangrienta, se tomó 50 pastillas de Siconal, luego de un permiso que el hospital psiquiátrico le dio.
En el documental que hicieron de su vida, Memoria iluminada, salen los testimonios de su hermana Myriam sobre la triste muerte de la argentina. Pizarnik escribió en un pizarrón el día de su muerte los versos: “no quiero ir, nada más, que hasta el fondo”.
Fuentes:
- nahuelmaximilianoriberas.medium.com/silvina-ocampo-y-alejandra-pizarnik-historia-de-un-amor-inconcluso-a30b826fca7
- historia.nationalgeographic.com.es/a/alejandra-pizarnik-ultima-poeta-surrealista_17948
- periodicodigital.eusa.es/2016/01/12/cortazar-y-pizarnik-amor-o-admiracion/
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. periodicodepoesia.unam.mx 3. aglaia-berlutti.medium.com 4. www.cultura.gob.ar
Su camino literario
Desde el bachillerato, Pizarnik empezó a leer textos que no circulaban libremente en la escuela. Normalmente, se pedía a las estudiantes ser recatadas y Alejandra era extrovertida y estrafalaria. Muchos problemas Alejandra llegó a tener por circular libros y escritos hechos por ella, donde no impedía arrojar parte de sus congojas a sus compañeras.
Con los años sus lecturas se volvieron más profundas. De Rilke, Joyce, Baudelaire, Rimbaud y otros escritores que llevaban la bandera de la rebeldía, fueron llenando en ella ese desastre que no podía recuperar.
Entró a estudiar a la Universidad de Buenos Aires en 1954, donde empezó cursando filosofía, pero se pasó luego a periodismo y finalmente, a letra. Sobra decir que, debido a su altisonante personalidad, ella no terminó ninguna de esas carreras.
Pero fue la oportunidad de cursar literatura moderna con Juan Jacobo Bajarlía, donde conocería su verdadera pasión. La escritura se volvió su todo y su profesor le ayudó a corregir los textos escritos, así como su publicación.
Su padre, le costeó esos años su psicoanalista, lo que le ayudó a gestionar su ansiedad y los otros padecimientos personales. Ante ello, publicó en 1956 su primer libro, La última inocencia.
Su estancia en París
De 1960 a 1964 vivió en París. Se entremezcló con los grupos literarios y artísticos, donde desarrolló un mayor sentido psicológico de su obra y de si misma.
Allí entró a la Sorbona a estudiar Literatura francesa, aunque tampoco la terminó le sirvió para conocer a Cortázar, a Octavio Paz y a Rosa Chacel.
Durante esos años trabajó en la revista Cuadernos y en otras editoriales francesas. Aunque todo esto le sirvió para publicar en distintas revistas, principalmente en Sur, La Nación y Zona Franca.
También su experiencia le sirvió para hacer distintas traducciones al español de contemporáneos franceses, además de acrecentar su obra poética, a lo cual le dedicaba la mayor parte del tiempo.
Pizarnik y Ocampo
De la vida romántica de nuestra escritora no sabemos tanto, así como ella, todo se mantiene en la oscuridad. Lo cierto es que gracias a las cartas se develó que tuvo relación con Silvina Ocampo y su esposo Bioy Casares.
Incluso, al final de sus días escribía a Ocampo y se sabe que tuvo más que ver con la relación poliamorosa que dio de qué hablar durante la década de los sesentas.
También se ha dicho que tuvo que ver con Cortázar, pero es más difícil develar esto. Lo cierto es que él fue su amigo hasta el final de sus días. Incluso la última carta que el autor de Rayuela mandó a Pizarnik, ya no le llegó porque la escritora ya se había matado.
Vale destacar que la mayor parte de su vida sexual es desconocida porque sus allegados, censuraron parte de sus diarios que tenían referencias a su bisexualidad, sexualidad abierta, aunque es evidente que en esta época, “París era una fiesta”.
Suicidio y verdad
Antes de encontrar el cadáver de Pizarnik, que tenía 36 años, había sufrido una gran crisis por la muerte de su padre en 1967. Hasta 1972, Pizarnik había cambiado radicalmente su escritura, convirtiéndose en una textura llena de tristezas y dolores.
Había vuelto a Buenos Aires y su vida se fue volviendo más enferma. Tuvo que ser internada varias veces por sus múltiples intentos de suicidio. Pero el día llegado, Pizarnik que había publicado varias obras, entre ellas, Extracción de la piedra de la locura, El infierno musical, Genio poético y La condesa sangrienta, se tomó 50 pastillas de Siconal, luego de un permiso que el hospital psiquiátrico le dio.
En el documental que hicieron de su vida, Memoria iluminada, salen los testimonios de su hermana Myriam sobre la triste muerte de la argentina. Pizarnik escribió en un pizarrón el día de su muerte los versos: “no quiero ir, nada más, que hasta el fondo”.
Fuentes:
- nahuelmaximilianoriberas.medium.com/silvina-ocampo-y-alejandra-pizarnik-historia-de-un-amor-inconcluso-a30b826fca7
- historia.nationalgeographic.com.es/a/alejandra-pizarnik-ultima-poeta-surrealista_17948
- periodicodigital.eusa.es/2016/01/12/cortazar-y-pizarnik-amor-o-admiracion/
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. periodicodepoesia.unam.mx 3. aglaia-berlutti.medium.com 4. www.cultura.gob.ar
De la depresión a la muerte
A cincuenta años de su deceso, Alejandra Pizarnik se nos presenta de nuevo con su estilo sombrío, con su constante intermitencia hacia las cosas de la vida y con la sutileza de ser una de las grandes poetas latinoamericanas que vio el siglo XX.
Quien desea recorrer como espectador su vida, tiene que remitirse a sus diarios y a su poesía. En sus obras se observa la sensibilidad propia de las almas solas y desbarajustadas que no encuentran un lugar. Su suicidio precedido por tanta muerte y locura, dio el punto final a una vida profunda y bella que narraremos a continuación.
Sus primeros años
Su descendencia ucraniana- judía se ve en el apellido que cambiaron sus padres cuando migraron a Argentina, de Pozharnik pasaron a Pizarnik. Comenzaron una vida en Buenos Aires marcada por la sombra de lo dejado atrás, en Rivne, Ucrania.
El 29 de abril de 1936, la poeta nació en una familia con una hermana mayor y creció en una atmósfera oscura. Su niñez se vio opacada por las constantes noticias del asesinato de sus familiares en Ucrania por parte de las tropas nazis y una constante humillación por parte de su madre que no tenía reparo en compararla con su hermana que era muy hermosa.
Alejandra creció con tartamudez y asma, además tuvo problemas con el acné, lo que hacía que las burlas de sus allegados la dejaran más desdichada en el rincón de su soledad. Su percepción física hizo que con los años se obsesionara con su peso. Desde su adolescencia empezó la ingesta de fármacos y literatura.
La belleza de su hermana Myriam contrastaba con ella. Ver como ella sobresalía simplemente por su aspecto físico, propició que Alejandra también quisiera autoexigirse ser la mejor en su nuevo oficio. La lectura y escritura la empezaron a cautivar hasta llegar al descubrimiento de los escritores surrealistas y especialmente a los poetas existencialistas.
Su camino literario
Desde el bachillerato, Pizarnik empezó a leer textos que no circulaban libremente en la escuela. Normalmente, se pedía a las estudiantes ser recatadas y Alejandra era extrovertida y estrafalaria. Muchos problemas Alejandra llegó a tener por circular libros y escritos hechos por ella, donde no impedía arrojar parte de sus congojas a sus compañeras.
Con los años sus lecturas se volvieron más profundas. De Rilke, Joyce, Baudelaire, Rimbaud y otros escritores que llevaban la bandera de la rebeldía, fueron llenando en ella ese desastre que no podía recuperar.
Entró a estudiar a la Universidad de Buenos Aires en 1954, donde empezó cursando filosofía, pero se pasó luego a periodismo y finalmente, a letra. Sobra decir que, debido a su altisonante personalidad, ella no terminó ninguna de esas carreras.
Pero fue la oportunidad de cursar literatura moderna con Juan Jacobo Bajarlía, donde conocería su verdadera pasión. La escritura se volvió su todo y su profesor le ayudó a corregir los textos escritos, así como su publicación.
Su padre, le costeó esos años su psicoanalista, lo que le ayudó a gestionar su ansiedad y los otros padecimientos personales. Ante ello, publicó en 1956 su primer libro, La última inocencia.
Su estancia en París
De 1960 a 1964 vivió en París. Se entremezcló con los grupos literarios y artísticos, donde desarrolló un mayor sentido psicológico de su obra y de si misma.
Allí entró a la Sorbona a estudiar Literatura francesa, aunque tampoco la terminó le sirvió para conocer a Cortázar, a Octavio Paz y a Rosa Chacel.
Durante esos años trabajó en la revista Cuadernos y en otras editoriales francesas. Aunque todo esto le sirvió para publicar en distintas revistas, principalmente en Sur, La Nación y Zona Franca.
También su experiencia le sirvió para hacer distintas traducciones al español de contemporáneos franceses, además de acrecentar su obra poética, a lo cual le dedicaba la mayor parte del tiempo.
Pizarnik y Ocampo
De la vida romántica de nuestra escritora no sabemos tanto, así como ella, todo se mantiene en la oscuridad. Lo cierto es que gracias a las cartas se develó que tuvo relación con Silvina Ocampo y su esposo Bioy Casares.
Incluso, al final de sus días escribía a Ocampo y se sabe que tuvo más que ver con la relación poliamorosa que dio de qué hablar durante la década de los sesentas.
También se ha dicho que tuvo que ver con Cortázar, pero es más difícil develar esto. Lo cierto es que él fue su amigo hasta el final de sus días. Incluso la última carta que el autor de Rayuela mandó a Pizarnik, ya no le llegó porque la escritora ya se había matado.
Vale destacar que la mayor parte de su vida sexual es desconocida porque sus allegados, censuraron parte de sus diarios que tenían referencias a su bisexualidad, sexualidad abierta, aunque es evidente que en esta época, “París era una fiesta”.
Suicidio y verdad
Antes de encontrar el cadáver de Pizarnik, que tenía 36 años, había sufrido una gran crisis por la muerte de su padre en 1967. Hasta 1972, Pizarnik había cambiado radicalmente su escritura, convirtiéndose en una textura llena de tristezas y dolores.
Había vuelto a Buenos Aires y su vida se fue volviendo más enferma. Tuvo que ser internada varias veces por sus múltiples intentos de suicidio. Pero el día llegado, Pizarnik que había publicado varias obras, entre ellas, Extracción de la piedra de la locura, El infierno musical, Genio poético y La condesa sangrienta, se tomó 50 pastillas de Siconal, luego de un permiso que el hospital psiquiátrico le dio.
En el documental que hicieron de su vida, Memoria iluminada, salen los testimonios de su hermana Myriam sobre la triste muerte de la argentina. Pizarnik escribió en un pizarrón el día de su muerte los versos: “no quiero ir, nada más, que hasta el fondo”.
Fuentes:
- nahuelmaximilianoriberas.medium.com/silvina-ocampo-y-alejandra-pizarnik-historia-de-un-amor-inconcluso-a30b826fca7
- historia.nationalgeographic.com.es/a/alejandra-pizarnik-ultima-poeta-surrealista_17948
- periodicodigital.eusa.es/2016/01/12/cortazar-y-pizarnik-amor-o-admiracion/
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. periodicodepoesia.unam.mx 3. aglaia-berlutti.medium.com 4. www.cultura.gob.ar
De la depresión a la muerte
A cincuenta años de su deceso, Alejandra Pizarnik se nos presenta de nuevo con su estilo sombrío, con su constante intermitencia hacia las cosas de la vida y con la sutileza de ser una de las grandes poetas latinoamericanas que vio el siglo XX.
Quien desea recorrer como espectador su vida, tiene que remitirse a sus diarios y a su poesía. En sus obras se observa la sensibilidad propia de las almas solas y desbarajustadas que no encuentran un lugar. Su suicidio precedido por tanta muerte y locura, dio el punto final a una vida profunda y bella que narraremos a continuación.
Sus primeros años
Su descendencia ucraniana- judía se ve en el apellido que cambiaron sus padres cuando migraron a Argentina, de Pozharnik pasaron a Pizarnik. Comenzaron una vida en Buenos Aires marcada por la sombra de lo dejado atrás, en Rivne, Ucrania.
El 29 de abril de 1936, la poeta nació en una familia con una hermana mayor y creció en una atmósfera oscura. Su niñez se vio opacada por las constantes noticias del asesinato de sus familiares en Ucrania por parte de las tropas nazis y una constante humillación por parte de su madre que no tenía reparo en compararla con su hermana que era muy hermosa.
Alejandra creció con tartamudez y asma, además tuvo problemas con el acné, lo que hacía que las burlas de sus allegados la dejaran más desdichada en el rincón de su soledad. Su percepción física hizo que con los años se obsesionara con su peso. Desde su adolescencia empezó la ingesta de fármacos y literatura.
La belleza de su hermana Myriam contrastaba con ella. Ver como ella sobresalía simplemente por su aspecto físico, propició que Alejandra también quisiera autoexigirse ser la mejor en su nuevo oficio. La lectura y escritura la empezaron a cautivar hasta llegar al descubrimiento de los escritores surrealistas y especialmente a los poetas existencialistas.
Su camino literario
Desde el bachillerato, Pizarnik empezó a leer textos que no circulaban libremente en la escuela. Normalmente, se pedía a las estudiantes ser recatadas y Alejandra era extrovertida y estrafalaria. Muchos problemas Alejandra llegó a tener por circular libros y escritos hechos por ella, donde no impedía arrojar parte de sus congojas a sus compañeras.
Con los años sus lecturas se volvieron más profundas. De Rilke, Joyce, Baudelaire, Rimbaud y otros escritores que llevaban la bandera de la rebeldía, fueron llenando en ella ese desastre que no podía recuperar.
Entró a estudiar a la Universidad de Buenos Aires en 1954, donde empezó cursando filosofía, pero se pasó luego a periodismo y finalmente, a letra. Sobra decir que, debido a su altisonante personalidad, ella no terminó ninguna de esas carreras.
Pero fue la oportunidad de cursar literatura moderna con Juan Jacobo Bajarlía, donde conocería su verdadera pasión. La escritura se volvió su todo y su profesor le ayudó a corregir los textos escritos, así como su publicación.
Su padre, le costeó esos años su psicoanalista, lo que le ayudó a gestionar su ansiedad y los otros padecimientos personales. Ante ello, publicó en 1956 su primer libro, La última inocencia.
Su estancia en París
De 1960 a 1964 vivió en París. Se entremezcló con los grupos literarios y artísticos, donde desarrolló un mayor sentido psicológico de su obra y de si misma.
Allí entró a la Sorbona a estudiar Literatura francesa, aunque tampoco la terminó le sirvió para conocer a Cortázar, a Octavio Paz y a Rosa Chacel.
Durante esos años trabajó en la revista Cuadernos y en otras editoriales francesas. Aunque todo esto le sirvió para publicar en distintas revistas, principalmente en Sur, La Nación y Zona Franca.
También su experiencia le sirvió para hacer distintas traducciones al español de contemporáneos franceses, además de acrecentar su obra poética, a lo cual le dedicaba la mayor parte del tiempo.
Pizarnik y Ocampo
De la vida romántica de nuestra escritora no sabemos tanto, así como ella, todo se mantiene en la oscuridad. Lo cierto es que gracias a las cartas se develó que tuvo relación con Silvina Ocampo y su esposo Bioy Casares.
Incluso, al final de sus días escribía a Ocampo y se sabe que tuvo más que ver con la relación poliamorosa que dio de qué hablar durante la década de los sesentas.
También se ha dicho que tuvo que ver con Cortázar, pero es más difícil develar esto. Lo cierto es que él fue su amigo hasta el final de sus días. Incluso la última carta que el autor de Rayuela mandó a Pizarnik, ya no le llegó porque la escritora ya se había matado.
Vale destacar que la mayor parte de su vida sexual es desconocida porque sus allegados, censuraron parte de sus diarios que tenían referencias a su bisexualidad, sexualidad abierta, aunque es evidente que en esta época, “París era una fiesta”.
Suicidio y verdad
Antes de encontrar el cadáver de Pizarnik, que tenía 36 años, había sufrido una gran crisis por la muerte de su padre en 1967. Hasta 1972, Pizarnik había cambiado radicalmente su escritura, convirtiéndose en una textura llena de tristezas y dolores.
Había vuelto a Buenos Aires y su vida se fue volviendo más enferma. Tuvo que ser internada varias veces por sus múltiples intentos de suicidio. Pero el día llegado, Pizarnik que había publicado varias obras, entre ellas, Extracción de la piedra de la locura, El infierno musical, Genio poético y La condesa sangrienta, se tomó 50 pastillas de Siconal, luego de un permiso que el hospital psiquiátrico le dio.
En el documental que hicieron de su vida, Memoria iluminada, salen los testimonios de su hermana Myriam sobre la triste muerte de la argentina. Pizarnik escribió en un pizarrón el día de su muerte los versos: “no quiero ir, nada más, que hasta el fondo”.
Fuentes:
- nahuelmaximilianoriberas.medium.com/silvina-ocampo-y-alejandra-pizarnik-historia-de-un-amor-inconcluso-a30b826fca7
- historia.nationalgeographic.com.es/a/alejandra-pizarnik-ultima-poeta-surrealista_17948
- periodicodigital.eusa.es/2016/01/12/cortazar-y-pizarnik-amor-o-admiracion/
Imágenes: 1. es.wikipedia.org 2. periodicodepoesia.unam.mx 3. aglaia-berlutti.medium.com 4. www.cultura.gob.ar