Dédalo (o Daídalos, por su nombre original en griego) es un personaje de la mitología griega, a quien se le atribuye la cualidad de haber sido uno de los más hábiles inventores y arquitectos, encontrándose así entre sus grandes hazañas la propia construcción del laberinto de Creta, en donde habitaba el Minotauro.
Linaje de Dédalo
De acuerdo a lo que reza la mitología helénica, Dédalo habría sido hijo de Eupálamo, convirtiéndose a su vez en padre de dos varones griegos: Ícaro y Yápige. No obstante, estos son los únicos datos claros que existen sobre el árbol genealógico de este célebre arquitecto griego, lo demás son conjeturas hechas a través de los años, durante los cuales se ha vinculado el linaje de Dédalo con el de otros insignes hombres griegos, como el mismísimo Sócrates, quien se cree era descendiente de este inventor.
Llegada a Creta
Así mismo, de acuerdo a la Historia de este personaje, se cree que nació en Atenas, en donde se inició como inventor. Pasados unos años de experiencia y cuando había logrado la admiración de sus conciudadanos, Dédalo pasó por un momento difícil, puesto que su sobrino Talos, quien también se había iniciado como inventor, comenzó a demostrar mucho más talento y creatividad que el propio Dédalo, sorprendiendo a todos con la invención de la sierra, el compás e incluso la rueda de alfarero.
Esta situación, lejos de complacer a Dédalo, lo enfureció, así que colocó en ejecución un plan para sacar para siempre a Talos de Atenas. No obstante, la diosa Atenea sintió compasión de este muchacho, así que lo convirtió en una perdiz, para evitar que recibiera el castigo de ser desterrado de la Acrópolis, pena que era una de las peores que se podían recibir para ese entonces. Pese a que ya no tenía que lidiar con su sobrino ni con la fama de éste, Dédalo había sido descubierto en su trampa, por lo cual contrario a sus deseos tuvo que abandonar Atenas, para escapar así a la condena por su atrevimiento. Decidió el inventor dirigirse entonces a Creta.
Construcción del Laberinto
Una vez en territorio cretense, Dédalo usó su fama para hacerse con un trabajo en la corte del Rey Minos, por quien fue contratado. De esta forma, Dédalo se vio en la obligación de servir a los deseos de la reina de Creta y esposa de Minos, Pasifae, quien por esa época estaba perdidamente enamorada de un toro blanco. En consecuencia instó a Dédalo para que le construyera una vaca hueca de madera, con la cual pudiese consumar su amor.
No obstante, para vergüenza del rey Minos, la unión de su esposa y su amante taurino trajo consecuencias, pues Pasifae quedó embarazada, trayendo al mundo al Minotauro, un ser espeluznante, mitad hombre y mitad toro. Para salvar su honor y esconder del mundo a este ser, Minos encargó a Dédalo la construcción de un escondite de donde el Minotauro no pudiese salir, y nadie que entrara lograra regresar. De esta forma, Dédalo construyó el laberinto, una edificación engañosa, de la que nadie podría escapar, y en cuyo centro fue colocado el Minotauro. Para alimentarlo, pues éste comía carne humana, cada cierto tiempo los cretenses sacrificaban siete mujeres y siete hombres, quienes eran enviados a internarse en el laberinto para servir de comida a la temible bestia.
Las alas de Ícaro
Un tiempo después, entraría en la historia otro héroe, Teseo, rey de Atenas, quien cumpliría con su destino: matar al Minotauro. Empero, la realización de esta misión no la haría solo, sino que contaría con la ayuda de Ariadna, hija de Minos y hermana del Minotauro. De esta forma, Teseo logró entrar al Laberinto, matar al Minotauro y regresar con ayuda de un hilo que le había dado Ariadna, con quien partió a Atenas, después de hundir las naves cretenses.
Sin embargo, Ariadna tampoco había ideado el plan sola, sino que había tenido la ayuda del propio Dédalo, quien conocía mejor que nadie el laberinto. En venganza por haber ayudado a Ariadna y al rey enemigo, Minos decidió que el castigo perfecto para Dédalo era ser encerrado en el centro de su creación. Así, fue colocado en el laberinto junto a su hijo Ícaro. Consciente de que él tampoco era capaz de encontrar una salida de esa construcción, Dédalo decidió enfocar su creatividad en otro método que le permitiera escapar. Convino entonces en fabricar unas alas, a las que aseguro con cera y que funcionaron perfectamente, permitiendo que padre e hijo se elevaran por el aire, escapando de Creta.
Lamentablemente el vuelo no sería eterno, pues las alas de Dédalo tenían un punto débil: el calor del sol podía derretir la cera con la que estaban adheridas, por lo que este inventor griego había sido enfático en la necesidad de mantenerse volando bajo, lo más alejados del astro rey. A pesar de habérselo recordado varias veces a Ícaro, éste lo olvidó, volando cada vez más cerca del sol y quedándose sin alas, para morir posteriormente estrellado contra el mar. A su padre, Dédalo, no le quedó más remedio que enterrarlo en una isla, que desde entonces recibió el nombre de Icaria.
Venganza hacia Minos
Después de enterrar a Ícaro, cuenta la Mitología griega, que Dédalo se refugió en Sicilia, en la corte del rey Cócalo, a quien empezó a rendirle servicios. Por su parte, Minos seguía buscando a Dédalo decidido a que pagara su castigo. En consecuencia lo encontró pronto en Sicilia, solicitándoselo expresamente al rey Cócalo, quien se negó a entregarlo. Fue tal el asedio a este reino, que el rey pareció cambiar de opinión cuando Creta puso en sitio a la ciudad de Cárnico.
A fin de retractarse y sellar la paz con el rey cretense, Cócalo convocó a Minos a palacio para que participara en un banquete de reconciliación. Cónsono con las leyes de la hospitalidad, el rey Cócalo le ofreció a Minos la posibilidad de ser atendido por sus hijas en un baño de tina. Minos aceptó complacido, sin sospechar que el propio Dédalo había inventado unos conductos que permitían ingresar agua hirviendo a la bañera, hecho que resultó trágico para Minos, quien murió durante el baño, liberando a Dédalo de tan feroz enemigo.
Legado de Dédalo
El mito sugiere que es posible que Dédalo haya pasado entonces sus últimos años en Sicilia, en donde continuó su importante misión de crear, diseñar y construir importantes inventos. Dentro de su legado se cree que inventó el hacha, el pegamento, la vela de las embarcaciones, así como el mástil y los muñecos articulados, cosechando una gran fama entre las civilizaciones de ese momento.
Imagen: fragmento pintura La caída de Ícaro (Rubens, 1636) / fuente: wikipedia.org