Antonia Mercé y Luque (Buenos Aires, 4 de septiembre de 1890 – Bayona, 18 de julio de 1936). Mejor conocida por su nombre artístico “La Argentina”, fue una Bailadora nacida en Argentina, pero criada en España, reconocida por su gran talento, el cual la ha hecho merecedora de ser catalogada como una de las más relevantes figuras del baile europeo.
Los críticos han señalado que Mercé constituye un punto de transición entre la Época Neoclásica y la Vanguardia en la danza española, dotando a esta de un nuevo aire y promoviendo su internacionalización. De la misma forma, fue considerada en su momento como una virtuosa de las castañuelas. Inspiró admiración en el público mundial y sobre todo entre los españoles. Incluso Federico García Lorca llegó a escribirle un poema, que lleva por nombre Elogio a Antonia Mercé, La Argentina.
Vida temprana
Antonia Mercé y Luque, nació el 4 de septiembre de 1890 en Buenos Aires, en el seno del matrimonio entre el bailarín y coreógrafo del Teatro Real de Madrid, Manuel Mercé y su esposa, Josefa Luque, también bailarina, quienes se encontraban en una larga gira artística por América. Una vez concluidos los compromisos en el continente americano, la pareja Mercé-Luque retornó con su pequeña hija a Madrid, España. Decidieron entonces abrir una Escuela de Danza en su propia casa, la cual según refieren los biógrafos de Antonia Mercé, se encontraba ubicada en el barrio Lavapiés, en un edificio de la calle del Olmo, donde en la actualidad se puede encontrar una pequeña placa conmemorativa.
Desde pequeña, Antonia demostró gran talento artístico. Heredera del don del baile, desarrolló un talento natural, al tiempo que mostró también grandes dotes para el canto, teniendo una gran voz de contralto. En 1900, cuando Antonia cumplió sus diez años, su padre quien en ese momento trabajaba para la Ópera de Madrid como director del ballet, la instó a ingresar en el Conservatorio, como condición para permitirle aprender baile. Posteriormente, fue admitida en el ballet juvenil del Teatro Real de Madrid, donde pasó a ser estudiante de su padre, hecho que de acuerdo a los historiadores no vino a favorecer la ya tensa relación padre-hija.
Inicios Artísticos
Luego de estudiar por tres años conjuntamente música y danza, la muerte de su padre, acaecida en 1903, la hizo definir su camino artístico. Después de esta pérdida, Antonia abandonó el ballet clásico para dedicarse, en compañía de su madre, al estudio de las danzas regionalistas y populares de la cultura española. Aun adolescente y un poco desaliñada, comenzó su carrera sirviendo como telonera en algunas salas de cinematógrafo. No obstante su talento, pronto la llevaría a abandonar estos escenarios para pisar los más prestigiosos teatros de Madrid, como el del Príncipe Alfonso o el Kursaal. Igualmente, llegaría a compartir escenario junto a leyendas del espectáculo como Pastora Imperio o la Mata Hari. En 1906, con sólo dieciséis años, partió de gira por Europa. El primer país que visitó fue Portugal, de donde partió hacia París, donde tuvo la oportunidad de debutar el teatro Le Jardin de Paris, así como en el Moulan Rouge. La capital francesa le daría la oportunidad de presentarse en el teatro de la Ópera, donde ganaría finalmente la fama internacional.
Nacimiento como Bailaora
En 1914, se traslada a Londres, donde se presenta en el Teatro Alhambra, con El Embrujo de Sevilla, espectáculo que le brinda oportunidad de compartir escena con importantes artistas flamencos, momento en el cual se enamora de este arte, convirtiéndolo en el centro de su baile. Comienza entonces a compartir escenario con importantes músicos flamencos, como el cantaor Miguel de Molina, el bailarín Vicente Escudero y el guitarrista Carlos Montoya. En esta época también funda una compañía de danza española, la cual logró llevar a la Opera Comique de París, escenario donde presentó obras de Granados, de Albéniz y de Oscar Esplá, entre otros. En 1915, La Argentina y su compañía partieron en gira por América, donde durante tres años visitarían distintos países de este continente.
En 1916, la gira los llevó a Nueva York, donde el 10 de febrero de ese año, debutó con la obra de Granados, Danza de los Ojos Verdes, en el teatro Maxine Elliott´s. Terminada la gira, La Argentina regresó triunfante con su compañía a Madrid, España, donde estrenó la célebre obra Los Jardines de Aranjuez. Esta bailaroa creó con esta obra un verdadero espectáculo que combinaba partituras de los más reconocidos músicos flamencos, entre los que se pueden contar Gabriel Fauré, Emmanuel Chabrier y Mauricio Ravel. Igualmente, su gira nacional e internacional se convirtió en un clásico durante los siguientes veintes años de carrera.
Años finales y Reconocimientos
A principios de 1936, tuvo oportunidad de presentarse nuevamente en la Ópera Comique y en la Sala Pleyel, donde actuó en compañía de la Orquesta Sinfónica, en una ardua gira que deterioró su salud, presentando ciertas complicaciones cardíacas, a raíz de las cuales los médicos le aconsejaron que descansara. La Argentina se refugió entonces a Bayona, a fin de tomarse unos días de reposo en su villa de Miraflores. El 18 de julio de 1936, al regreso de un festival de danzas vascas en San Sebastián, de acuerdo a sus biógrafos, recibió la noticia del alzamiento militar de Franco. Al llegar a su casa, La Argentina se llevó la mano a la cabeza, mientras preguntaba: “¿Pero qué es lo que me pasa?”, minutos antes de fallecer.
Durante su vida artística recibió varios reconocimientos de parte de varias naciones del mundo. En España fue nombrada dama de la Orden de Isabel la Católica, así mismo recibió de manos de Manuel Azaña, jefe del Gobierno español la Orden en el Teatro Español. Por su parte Francia llegó a condecorarla como la Legión de Honor, además de contar con una placa conmemorativa en el vestíbulo de la Sala Pléyed de París. Igualmente, importantes capitales españolas como Granada, Madrid y Almería tienen calles bautizadas con su nombre, en su honor.
Fuente de imagen: flamencasporderecho.com