Odón de Chatillon, quien más tarde tomaría el nombre religioso de Urbano II. (Lagery, Francia, año 1042 – Roma, Italia, 29 de julio de 1099). Papa católico y Líder religioso, de origen francés reconocido por su gran función como sucesor de Gregorio VII en la tarea de continuar la Reforma de la Iglesia. Así mismo es distinguido por haber convocado a la Primera Cruzada, la cual partió hacia Palestina, a fin de recuperar para la Iglesia católica la Tierra Santa, ocupada en ese momento por los musulmanes. De igual forma se le reconoce haber establecido la Curia romana.
Primeros años
Su nombre de pila fue Odón de Chatillon, y nació en Lagery, Francia, en el año 1042, aunque se desconoce la fecha exacta de su natalicio. De ascendencia noble, cursó estudios eclesiásticos, ingresando a la orden Benedictina. Su primer cargo fue el de archidiácono, el cual tuvo oportunidad de ejercer en el monasterio de Reims. Posteriormente, llegó a ser prior en el monasterio de Cluny. En el año 1078 fue llamado a Italia por el Papa Gregorio VII, fecha a partir de la cual se convirtió en el principal consejero papal, siendo nombrado además como obispo de Ostia.
Fuerte defensor de la Reforma impulsada por Gregorio VII, fue enviado por éste como embajador en 1083 a Francia y en 1085 a Alemania, a fin de defender la Iglesia católica frente a sus respectivos gobernantes. En Alemania, incluso estuvo bajo prisión, después de un enfrentamiento con su soberano Enrique IV. Luego del fallecimiento de Gregorio VII, también se enfrentó a su sucesor Víctor III. Sin embargo, éste lo eligió como heredero antes de morir.
Asunción al Papado
El 12 de marzo de 1088, un concilio desarrollado en Terracina lo eligió como Papa. Escogió como nombre Urbano II y reafirmó su adhesión a la doctrina de Gregorio VII. A su llegada a Roma, fue recibido por las tropas del antipapa Clemente III, quien se había apoderado de la santa ciudad. Urbano II viajó a Sicilia, consiguiendo el apoyo de los normandos, lo que le permitió entrar a Roma e instalarse en la Basílica de San Pedro, recuperando el poder y excomulgando a Clemente III y al emperador alemán Enrique IV, quien había decidido apoyar al antipapa.
No obstante, y a pesar de sus esfuerzos por ganar nuevamente influencias en Alemania, en 1809, Clemente III marchó sobre Roma, originando que Urbano II tuviese que abandonar Roma. Los años inmediatos los dedicó a la relación de asambleas eclesiásticas, a fin de legislar acerca de las investiduras y el matrimonio de los religiosos.
En 1093, participó en la Liga Lombarda, la cual apoyó la coronación del hijo de Enrique IV, como Rey de los Romanos, quien pretendía arrebatarle a su padre el poder sobre Italia. Sin embargo, en 1095, Urbano II excomulgó también a Felipe I, rey de Francia, por haber dejado a su primera esposa para casarse de nuevo con Bertrada de Monfort. Desde ese momento quedó entonces enfrentado a los dos monarcas europeos con más poder.
Primera Cruzada
En 1095, durante el Concilio de Piacenza, recibió la visita de Alejo I Comneno, embajador del emperador bizantino, quien acudía a su presencia, a fin de solicitar apoyo ante en avance de los turcos selyúcidas, quienes habían logrado hacerse con el control de Anatolia, principal área de producción de cereales, vitales para la manutención del imperio, amenazando con terminar de expulsar a los bizantinos de sus territorios. Urbano propuso entonces la idea de una misión que marchara contra los musulmanes, recuperando Bizancio y también toda la Tierra Santa, devolviéndole a la Iglesia católica el control sobre Jerusalén.
En noviembre de 1095 convocó el Concilio de Clermont, a fin de ganar el apoyo necesario para su proyecto. Al concilio acudieron en su mayoría sacerdotes franceses, quienes se dejaron seducir por las palabras de Urbano II quien proclamaba que Dios había escogido a Francia para liberar la Tierra Santa. Igualmente, Urbano II les habló de la recompensa de quienes participaran en esta misión divina, quienes serían perdonados y bendecidos con los fértiles territorios palestinos. A su pregunta de si participarían, los clérigos gritaron: “Dios lo quiere”, sentencia que desde ese momento sería la consigna de la cruzada.
En 1096, al mando de Balduino de Flandes, Roberto II de Normandía, Godofredo de Bouillón y Raimundo de Tolosa, partió hacia Palestina un ejército católico de soldados, sacerdotes, campesinos y caballeros, normandos, flamencos, loreneses y franceses, siendo este grupo el mayoritario, lo cual originó que naturalmente el francés resultase la lengua oficial de las cruzadas y sus estados conquistados. A su llegada a Constantinopla, lograron conquistar Nicea, reconquistaron Anatolia y Antioquía, marchando hacia Tierra Santa, a fin de recuperar Jerusalén.
Años finales
Sin embargo, catorce días antes de que los cruzados lograran entrar en la ciudad santa, Urbano II falleció en Roma, Italia, el 29 de julio de 1099. Urbano fue sustituido por Pascual II. Setecientos ochenta y dos años después de su partida, fue beatificado el 14 de julio de 1881 por el Papa León XIII, a pesar de que existen evidencias arqueológicas de una especie de culto que tendría a este Papa como figura central, considerándolo santo desde muy poco tiempo posterior a su fallecimiento.
Fuente de imagen: biografiasyvidas.com