La osa mayor
Como con cualquier otra historia griega, los orígenes de la que presentamos a continuación no están del todo claros: en algunas versiones nuestro personaje de hoy aparece como princesa y en otras como una ninfa al servicio de una diosa.
Y no siendo más, he aquí la historia de Calisto, una de las mujeres que cayó en los engaños de Zeus y más tarde fue castigada por la engañada esposa de éste, Hera.
La princesa que fue alejada de su hijo
En esta adaptación nos dicen que Calisto era la hija del rey Licaón (de quien hablamos en el artículo Licaón, el Rey de los Lobos), la doncella era muy bella, tan bella que cautivó al mismo rey del Olimpo quien ni corto ni perezoso la conquistó y yació con ella. De su unión nació un niño al que llamarían Arcas: madre e hijo estuvieron felices por un corto tiempo hasta que la despechada mujer de Zeus se enteró del romance de su marido y condenó a la princesa a ser una osa.
Su transformación fue dolorosa: sus delicadas manos se transformaron en garras y su suave piel se llenó de un terso pelaje. Cuando la princesa intentó pedir ayuda de su boca solo salían poderosos rugidos.
La princesa huyó, temiendo que los soldados le dieran cacería, y así pasó varios años: escondida en los bosques viendo desde lejos a sus seres amados, en especial a su pequeño hijo. Calisto pidió que Zeus intercediera para devolverla a su forma original, pero el dios hizo oídos sordos y la olvidó.
Más que regresar a su forma original, la princesa añoraba poder abrazar a su hijo. Fue así como un día mientras vagaba en los bosques se encontró con un cazador que resultó ser su hijo: la princesa se emocionó tanto que se abalanzó sobre su hijo para abrazarlo, pero Arcas creyó que el animal lo quería atacar.
Zeus, al ver la atrocidad que iba a suceder, convirtió a madre e hijo en constelaciones y les rindió tributo al colocarlos en esfera celeste.
La ninfa que no recibió apoyo de la diosa
Otra versión de la historia nos habla de una talentosa ninfa, quien trabajaba en el cortejo de cazadora de la diosa Artemisa. Para pertenecer a este grupo había varias condiciones que era necesario cumplir, entre ellas permanecer pura en honor a la diosa.
Continuando con la historia, Zeus se enamoró de la ninfa y para poderla seducir adquirió la forma de Artemisa. La ninfa quedó embarazada y su vientre empezó a crecer hasta que ya fue inevitable que la diosa de la cacería oyera el rumor. Finalmente, un día Calisto fue sorprendida por la diosa bañándose en el río y cuando le preguntó del porqué de su embarazo, la ninfa le respondió que era culpa suya.
La diosa, enfadada por aquella respuesta, la transformó en oso, y la diosa Hera cuando se enteró que Calisto estaba embarazada incitó a Artemisa a que le disparara al animal. Para evitar que sucediera tal cosa, Zeus transformó a Calisto en una constelación. Arcas, el hijo de Calisto, fue dado por Zeus a la pléyade Maya para que lo criase.
Bibliografía:
- https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/calisto/
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: meteorologiaenred.com
La osa mayor
Como con cualquier otra historia griega, los orígenes de la que presentamos a continuación no están del todo claros: en algunas versiones nuestro personaje de hoy aparece como princesa y en otras como una ninfa al servicio de una diosa.
Y no siendo más, he aquí la historia de Calisto, una de las mujeres que cayó en los engaños de Zeus y más tarde fue castigada por la engañada esposa de éste, Hera.
La princesa que fue alejada de su hijo
En esta adaptación nos dicen que Calisto era la hija del rey Licaón (de quien hablamos en el artículo Licaón, el Rey de los Lobos), la doncella era muy bella, tan bella que cautivó al mismo rey del Olimpo quien ni corto ni perezoso la conquistó y yació con ella. De su unión nació un niño al que llamarían Arcas: madre e hijo estuvieron felices por un corto tiempo hasta que la despechada mujer de Zeus se enteró del romance de su marido y condenó a la princesa a ser una osa.
Su transformación fue dolorosa: sus delicadas manos se transformaron en garras y su suave piel se llenó de un terso pelaje. Cuando la princesa intentó pedir ayuda de su boca solo salían poderosos rugidos.
La princesa huyó, temiendo que los soldados le dieran cacería, y así pasó varios años: escondida en los bosques viendo desde lejos a sus seres amados, en especial a su pequeño hijo. Calisto pidió que Zeus intercediera para devolverla a su forma original, pero el dios hizo oídos sordos y la olvidó.
Más que regresar a su forma original, la princesa añoraba poder abrazar a su hijo. Fue así como un día mientras vagaba en los bosques se encontró con un cazador que resultó ser su hijo: la princesa se emocionó tanto que se abalanzó sobre su hijo para abrazarlo, pero Arcas creyó que el animal lo quería atacar.
Zeus, al ver la atrocidad que iba a suceder, convirtió a madre e hijo en constelaciones y les rindió tributo al colocarlos en esfera celeste.
La ninfa que no recibió apoyo de la diosa
Otra versión de la historia nos habla de una talentosa ninfa, quien trabajaba en el cortejo de cazadora de la diosa Artemisa. Para pertenecer a este grupo había varias condiciones que era necesario cumplir, entre ellas permanecer pura en honor a la diosa.
Continuando con la historia, Zeus se enamoró de la ninfa y para poderla seducir adquirió la forma de Artemisa. La ninfa quedó embarazada y su vientre empezó a crecer hasta que ya fue inevitable que la diosa de la cacería oyera el rumor. Finalmente, un día Calisto fue sorprendida por la diosa bañándose en el río y cuando le preguntó del porqué de su embarazo, la ninfa le respondió que era culpa suya.
La diosa, enfadada por aquella respuesta, la transformó en oso, y la diosa Hera cuando se enteró que Calisto estaba embarazada incitó a Artemisa a que le disparara al animal. Para evitar que sucediera tal cosa, Zeus transformó a Calisto en una constelación. Arcas, el hijo de Calisto, fue dado por Zeus a la pléyade Maya para que lo criase.
Bibliografía:
- https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/calisto/
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: meteorologiaenred.com