Es importante destacar que la gentrificación en Latinoamérica puede estar relacionada con una serie de factores, que incluyen el turismo, la inversión extranjera, las políticas urbanas y la especulación inmobiliaria. Al igual que en otros lugares, la gentrificación puede generar tanto beneficios como desafíos, y es necesario implementar políticas que promuevan la inclusión y la equidad urbana para evitar la exclusión de comunidades de bajos ingresos.
Históricamente, la gentrificación ha sido vista como un proceso de revitalización urbana, en el cual barrios degradados y abandonados son revitalizados a través de la inversión y el desarrollo por parte de nuevos residentes, generalmente de mayor poder adquisitivo. Estos nuevos habitantes a menudo tienen un impacto positivo en el vecindario, mejorando la infraestructura, impulsando la economía local y creando una sensación de seguridad.
Sin embargo, la gentrificación también tiene un lado oscuro. A medida que los precios de la vivienda aumentan y los negocios locales son reemplazados por establecimientos más exclusivos, los residentes de bajos ingresos son desplazados de sus hogares y comunidades. La gentrificación puede resultar en una pérdida de identidad cultural y una fractura en el tejido social de un vecindario, ya que las personas que han vivido allí durante generaciones se ven obligadas a buscar vivienda en otras áreas.