Una tierra propicia para la agricultura
Hacia el año 900 a. C en la región de Zapotitan en el país de El Salvador, una nueva civilización se mecía dentro de Mesoamérica. Ellos pertenecían a la rama yucateca de los mayas, posiblemente habían migrado a territorio salvadoreño en búsqueda de tierras propicias para la agricultura. Es por eso que se terminan estableciendo en este enorme valle, donde comienzan hacer su vida sedentaria, imbuidos especialmente en la cerámica de la que perfeccionará un estilo único, donde los rojos celestes y las formas antropomórficas serán parte del arte de esta comunidad.
Lo malo es que con el tiempo hubo una explosión gigantesca de un volcán conocido como Ilopango. Fue tanta la lava fugada del volcán que en un encuentro con el mal viento cayó estrepitosamente sobre este poblado, borrando para siempre una parte importante de las casas. Se conoce que muchos de los habitantes murieron, aunque una parte se salvó. El caso es muy parecido a la catástrofe del pueblo de Armero en Colombia durante el siglo XX, aunque aquí no fue con lava sino con barro donde se sepultó para siempre el pueblo algodonero. Las cenizas terminaron sepultando todo este terreno alcanzando más de 5km de extensión. Todas las personas de América olvidaron este lugar por 3 siglos, por lo peligroso de su ruta. Incluso por ello fue llamado “la ruta de los volcanes”.
La Joya de Cerén y la erupción de Laguna Caldera
Mucho tiempo después, en el 600 a. C otra tragedia habría de mermar una nueva población establecida en este Valle. Los habitantes descendientes de los que antiguamente se habían establecido en el mismo sitio, llamaron el nuevo poblado como “La Joya de Cerén” y lograron un desarrollo en nada envidiable al que antes se construyó en este sitio. Ellos desarrollaron una ciudad más grande y más compleja, donde la artesanía y el desarrollo agrícola tomaron puntos sustanciales en la comunidad. Las casas estaban elaboradas del material volcánico y la vida era apreciada, dejando el componente religioso un poco de lado, debido a todas las catástrofes que los mayas habían pasado por ello.
Vale decir que no se esperaban que el volcán que estaba a menos de un kilometro fuera a estallar, pero así paso. Lo bueno es que por el desarrollo tecnológico de todas estas sociedades mesoamericanas pudieron percatarse a tiempo de que la lava iba bajando para corroer todo el campamento de Cerén, logrando escapar la mayoría de personas.
Y a manera de Pompeya, fue semejante la caída de lava y cenizas sobre el poblado, dejándolo sepultado bajo metros del material volcánica. Pocos murieron por este desastre pero los vivos huyeron aterrorizados hacia el sur, quizá a tierras de Costa Rica o de Panamá. Lo cierto es que el valle quedó hecho un llano donde nadie pudo debatir a ciencia cierta que alguna vez hubiese habido vida en este sitio.
El descubrimiento de Cerén
Pasaron milenios para que se descubriera el emplazamiento de la Joya de Cerén. Esto debido a un hombre que comenzó a sembrar beneficiándose de la fertilidad del suelo. Arando por las tierras chocó con algo sólido y encontró un techado que lo dejó boquiabierto.
Fue en 1976 donde terminan llamando a una organización para que excave lo que el hacendado había evidenciado. Por ello, las tierras terminan siendo más grandes de lo que se suponía y terminan encontrando una gran ciudad, donde los colores nunca se perdieron y las calles parecían ser las mismas de hace miles de años. Porque nunca nadie volvió a este sitio en el pasado. Muchas personas lo recorrían pero por el temor a los volcanes se iban a construir sus poblados a otros lugares más seguros.
Fue con la llegada de los intrépidos españoles cuando dieron luz al aprovechamiento de todas las tierras que pudieran trabajar. Muchos indígenas fueron enviados a trabajar por la fuerza a estos terrenos pero el sitio había quedado maldito y todos temían de sembrar algo ahí. Aunque con el tiempo estas supersticiones desaparecieron y dieron lugar a la producción en masa que caracterizó la época contemporánea.
La vida de los pobladores que vivían en este territorio sufrió la sorpresa de este sitio arqueológico pero no pudo excavarse a profundidad y muchos detalles tuvieron que pasar desapercibidos por un nuevo acontecimiento que asoló por más de veinte años las tierras salvadoreñas: la guerra civil.
Hay que anotar que esta parte de la historia del descubrimiento de Cerén chocó con la realidad de un gobierno que buscaba a todas luces de acabar con una guerrilla que intentaba tomar el poder. Las masacres y hechos ocurridos en esta época, fueron capaz de dejar el recuerdo del país salvadoreño como uno de los más peligrosos del mundo, entre sus lugares Cerén fue un terreno donde la lucha se concentró y muchas reliquias recién descubiertas se destruyeron por las balas y cañonazos bélicos.
Con el fin de la guerra todo cambió y se pudo descubrir este lugar, que ahora es considerado un patrimonio histórico de la humanidad. Incluso se puede visitar, pero todos saben que la historia de este territorio es la misma que ha destruido por años el pueblo centroamericano, algunas veces por los movimientos de la propia naturaleza y otras por la absurda guerra de los humanos.
Fuente de imágenes: 1: absolutcaribe.com, 2: salvadorenodecorazon.com, 3: raulybarra.com