La emperatriz que descubrió la seda
Cuenta la leyenda, que una tarde la emperatriz Lei Tsú, se encontraba en su jardín tomando un poco de té, cuando de repente a su taza cayó el capullo de un gusano de seda. Cuando intentó sacarlo, el capullo se empezó a deshilar entre sus dedos: fue así como Tsú notó la resistencia y la belleza de aquel hilo, con el cual empezó a experimentar y a tejerlo hasta convertirlo en lo que hoy conocemos como seda.
Fue esta forma como la seda se convirtió en uno de los tesoros más apreciados en la antigua China y uno de los más codiciados por occidente: aquellas suaves y a la vez moldeables telas le trajeron grandes riquezas al imperio chino. La joven emperatriz, que para ese tiempo contaba con 14 años, también inventó la bobina de seda para tejer los bellos hilos e instruyó a su pueblo en el arte de la sericicultura, la cría del gusano de seda (Bombyx mori) con un conjunto de técnicas para producir capullos y, con ellos, la seda misma como producto textil final.
El secreto de la seda
Por dos mil años la producción y origen de la seda fue un secreto de estado, cualquier persona que se encontrara contrabandeando los capullos o semillas de morera era condenado a muerte, y por varios siglos, solo los ricos y privilegiados tenían derecho de usar la seda.
Los romanos se interesaron por aquellas telas de vivos y hermosos colores, pero como no tenían acceso al secreto, muchos suponían que en China se cultivaba un árbol que producía tales hilos. El poeta Virgilio, compuso poemas dedicados a la seda.
En agradecimiento a la talentosa Emperatriz, nombraron una constelación en su nombre y fue conocida como la diosa de la seda.
Para concluir, hubo otra princesa que, desafiando las leyes de su patria, escondió en su cabello varias semillas y capullos de seda, pues al sitio al que iba no se podía encontrar tal material.
Fuentes:
- https://www.animanaturalis.org/p/seda-historia-produccion-y-alternativas
- https://www.viaje-a-china.com/cultura/seda-china.htm
Imagen: elhilorojodezoe.blogspot.com
