Ha nacido la heredera de la familia Clark
El Juez Clark se sentía muy orgulloso de cómo había llevado su vida hasta el momento: fue un maravilloso hijo, un magnifico estudiante según la placa que colgaba en su estudio, y como profesional sus colegas alababan lo justo y ordenado que era. Y con todos esos méritos a hombro se podría vanagloriar de uno nuevo: se iba a convertir en padre, y para que ese nacimiento fuera perfecto, así como lo había sido su vida, él quería que su mujer tuviera a su futuro heredero en casa.
Su esposa, se encontraba en plena labor de parto y el señor Clark, ansioso, se estaba bebiendo toda su reserva de whisky: ¿cómo luciría? ¿Sería niño o niña? Lo sentía tan cerca que lo podía visualizar de cabellos marrones como los de él y piel blanca como la de su esposa.
-Señor Clark- la enfermera con voz titubeante se acercó a su jefe,- Señor, su hija ha nacido pero ella… es algo especial. La palabra especial no es algo que se use precisamente para exaltar las cualidades de alguien, así que como se podrán imaginar el señor Clark pensó lo peor y muy asustado se apresuró a la habitación donde se encontraba su mujer.
Cual fue la impresión de nuestro justo juez al reparar en el bultico que traía su mujer en brazos: efectivamente era una hermosa niña a excepción de que sus cabellos eran rubio, totalmente claros. Eso no podía ser: su esposa era pelirroja y él de cabello oscuro, y la piel de la infanta refulgía de lo blanca que era, inclusive más que la de su mujer. Pero el toque que más lo asustó fue cuando la niña abrió sus ojitos, estos eran totalmente negros.
- ¡ES UN MONSTRUO!- gritó el juez, -¿me engañaste?- le recriminó a su mujer que al oír tales acusaciones entró en llanto.
- Nunca saldrá de esta casa- y con un portazo salió de la habitación.
El señor Clark esa misma tarde mandó a llamar a su abogado. No le gustaba haber perdido el control de sus asuntos tan fácilmente, así que moviendo un par de contactos que sabía que guardarían total confidencia mandó hacerle prueba de ADN a la recién nacida.
- Efectivamente, es su hija- respondió el hombre al que le había mandado hacer los recados.
- No puedo creerlo, ese adefesio es mío.
- Así que, como debemos proseguir de ahora en adelante.
- Dina, fue así como la nombró mi esposa, no podrá salir. Se criará acá en casa, tendrá tutores, asegúrate de comprar su silencio. Y la enfermera, que estuvo con mi mujer ese día, ella tampoco podrá salir de casa.
Una vida en las sombras para un pobre ángel
Trece años más tarde, la chica que había sido exiliada por su padre y era amada en secreto por su madre, suspiraba con tristeza al ver ese mundo maravilloso que se encontraba afuera. Toda su vida la había pasado encerrada, no conocía lo que era el trato con otros chicos de su edad, lo que era divertirse sin ser regañada, no conocía lo que era vivir.
A Dina le encantaba estar en el estudio, era el único sitio en el que sentía que estaba en el mundo exterior, los libros le daban el acceso a otros sitios con los que podía soñar y su padre tenía una colección de grandes objetos. La corona de su colección era una gran espada a la que Dina le encantaba observar, a veces sentía como la espada la llamaba e inclusive la escuchaba susurrar su nombre o a veces le decía, como si estuviera muy cerca de ella la palabra justicia.
Una tarde, mientras se encontraba en el estudio, su madre fue a verla, ella era la única que la trataba con afecto, pero cuando su padre veía que su querida mamá se acercaba a consentirla no dudaba en darle tremenda tunda a su esposa.
- Mi pequeña, hoy saldré de compras, ¿te gustaría que trajera algo para ti?- preguntó su mamá que estaba detrás de ella.
- No quiero nada.
- Pero Dina, he notado que últimamente te encuentras triste. Deja que te traiga algo: un nuevo juguete, algo de ropa, lo que tu desees.- y salió su madre presurosa dejando a su hija sola en el estudio.
El ángel vengador
Mientras estaba jugando y revisando las cosas que su mamá había traído de la tienda, su padre entró dando alaridos.
-Fuiste tú maldita, la que llamó a la prensa.
– No sé de lo que hablas querido- alzó levemente la voz, la atemorizada mujer.
-Fuiste tú, lo sé y ahora me las vas a pagar. Maisha ven para acá y encárgate del monstruo. Yo le daré una lección a mi mujer- y con ademanes bruscos tomó a su mujer del cabello a su esposa y la sacó arrastrada de ahí.
Dina, quería gritar, su madre no había hecho nada malo, debía salvarla… ¿pero cómo?. Ella era pequeña, más débil y su padre era más fuerte. –Hola pequeño demonio- entró Maisha – por fin tengo una orden para deshacerme de ti y no la desaprovecharé.
En ese instante, algo en Dina estalló y pudo verlo todo: el día de su nacimiento, la decepción de su padre, las órdenes que él había dado. Y también pudo ver a Maisha: ella había sido la enfermera que había atendido a su mamá.
-Por más de 10 años, estuve obligada a estar acá. Sin contactar con mi familia y amigos, todo por cuidarte.-
Maisha y Dina empezaron a forcejear, la adolescente tenía que pensar rápido o si no iba a morir. De manera que, con movimientos veloces la chica se libró de los brazos de su ex enfermera y corriendo a gran pisa, agarró la espada de la urna y con una estocada terminó con la vida de su ejecutora, entre tanto susurraba al oído de Maisha: culpable.
Alejándose del estudio, fue en busca de su madre, estaba ahí sentada en la salita mas cuando se acercó se llevó una sorpresa que le rompió el corazón. Estaba golpeada y ya no respiraba.
-Desde que naciste, mi vida se ha convertido en una desgracia- le decía su padre mientras se acercaba por detrás – Todo ha sido horrible, pero hoy eso va cambiar.-
Y con un movimiento certero, la enfadada jovencita se giró y gritó con a todo pulmón: CULPABLE.
Y lo que sucedió al final fue justicia
Cuando la policía llegó horas más tarde, encontró el cadáver del juez y de la enfermera. Ya se sospechaban lo peor, los vecinos le habían contado que durante horas de la tarde habían oído grandes disturbios provenientes de la casa y como el señor Clark siempre atemorizaba a su esposa y que lo más probable era que fuera abusivo con ella. Y cuando preguntaron por la hija, lo que declararon tampoco era muy positivo, al parecer el señor Clark había mantenido a su hija encerrada.
Por lo tanto, los agentes dieron las respectivas órdenes para que se capturaran a madre e hija que al parecer el único delito que habían cometido había sido tomar justicia por su propia mano.
Fuentes:
Imágenes: 1: wattpad.com, 2: deviantart.net