Sin embargo, a pesar de su importancia, existe un gran vacío sobre datos reales, verídicos y comprobables, que vengan a definir claramente la identidad de este autor, por lo que durante años diversos investigadores, historiadores y filólogos, entre otros profesionales, se han dado a la tarea de estudiar y buscar en los anales de la Historia quién fue realmente el hombre tras la pluma que dibujó las épicas historias de los héroes y dioses griegos que han recorrido los siglos, maravillando a los hombres de todas las épocas por su belleza y maestría.

La Cuestión Homérica

En este sentido, durante años de estudio y búsqueda se ha generado un concepto llamado la Cuestión Homérica, que vendría a ser el nombre con el que los investigadores han venido a bautizar el enorme enigma que pesa sobre la verdadera identidad de quien paradójicamente aportó a la Humanidad obras indispensables para conocer y entender los orígenes culturales del hombre occidental, lo que a su vez llevó a estas obras a convertirse en algunas de mayores obras literarias de esta cultura.

Con referencia entonces a los orígenes de la Cuestión Homérica, los investigadores incluso han señalado que es un tema que se debate desde tiempos bastante antiguos. Un ejemplo de ellos son algunos mitos y biografías surgidas a la luz de tradiciones remotas, sobre la identidad de Homero, que se caracterizaban sobre todo por mezclar parte de realidad con rasgos fantásticos. Como por ejemplo, la respuesta que se le atribuye a la Pitia del Oráculo de Delfos, ante la pregunta del emperador Adriano, sobre la identidad de este autor clásico:

Me preguntas por la ascendencia y la tierra patria de una inmortal sirena. Por su residencia es itacense; Telémaco es su padre y la nestórea Epicasta su madre, la que le alumbró con mucho al varón más sabio de los mortales.

Respuesta que ubica a Homero como hijo de Telémaco, y por ende nieto de Penélope y el valiente Aquiles, otorgándole además el carácter de residente de Ítaca y el título de ser el hombre más brillante sobre todo el resto de la humanidad, elementos que hacen que los investigadores reconozcan el carácter mitológico de este pasaje de la literatura griega.

Sin embargo, de esta época pueden igualmente identificarse algunos datos que sí parecieran poder conducir una investigación realmente científica sobre la Cuestión Homérica, como es el caso de algunos nombres dispersos que se mencionan en antiguas páginas históricas, y que parecieran indicar que el nombre verdadero de este autor podría estar entre Melesígenes, Meles, Meón, o incluso Altes, cobrando especial relevancia el primero de ellos: Melesígenes, cuya traducción puede ser interpretada como “el que no ve”, aspecto que se une con otra historia bastante difundida sobre la discapacidad visual que tenía este gran poeta griego, a raíz de un enfermedad en su juventud.

No obstante, la Cuestión Homérica ha llegado a plantearse incluso la posibilidad de que Homero ni siquiera se trate realmente de un solo hombre, con una sola identidad y nombre, sino que por el contrario se trate de un grupo nutrido de varios poetas. Esta afirmación se basa en el hallazgo filológico que revela que la palabra o nombre Hómēros proviene de una variante jónica, de una partícula eólica identificada como Homaros, y que en Español puede ser traducida como “rehén”, hecho que se convierte en evidencia para algunos historiadores de que en efecto Homero era un grupo de poetas, pues en la antigüedad existió un grupo llamado Homēriadi, el cual estaba constituido por los hijos de aquellos que habían sido hechos prisioneros de guerra, y que no eran enviados a la batalla, temiendo su traición, pero que sin embargo eran encargados de narrar oralmente los combates y la gloria de sus héroes, de ahí que esta sea la hipótesis que más cobre relevancia en torno a este profundo enigma.

Por otro lado, aquellos que insisten en la existencia de Homero como un hombre individual, apuntan a otra teoría que trata de ver en la palabra Homero la derivación de un juego de palabras en base a la expresión “ho me horón”, que podría traducirse como “el que no ve”, lo que nuevamente reforzaría la versión de un poeta con discapacidad visual, hecho que a su vez es sustentado en un pasaje de La Odisea, en la que se hace una detallada descripción del personaje Demodoko, a quien se señala como un poeta ciego, de gran talento en el arte de relatar los cuentos y cantos épicos, sobre las glorias de los héroes, rasgos en los que algunos investigadores no han podido dejar de percibir datos autobiográficos.

Imagen: vidasfamosas.com