Diversiones atómicas
Los juguetes y sus temáticas, a parte de los clásicos de siempre, se han ido adaptando en cada época a los tiempos que corrían pese a que en algunas ocasiones, como la que os mostramos hoy, las tendencias globales no eran las más adecuadas para adaptarlas a los juegos infantiles. Tras las tristemente célebres bombas atómicas lanzadas por los americanos en Japón, en Estados Unidos la energía nuclear todavía era considerada por muchos como un juego y, como muestra de ello, salieron al mercado un buen número de juguetes que se acompañaban de componentes radiactivos como uranio, radio o carnotita. Veamos una pequeña recopilación de juguetes “radiactivos” creados en las décadas de los años 50 y 60.
Gilbert U-238 Laboratorio de Energía Atómica (1950-1951)
Este pequeño laboratorio “educativo” fue uno de los más elaborados que se fabricaron. Estuvo a la venta hasta 1952, por su elevado coste (unos 50$) fue corto su periodo de vida.
El conjunto venía con cuatro tipos de mineral de uranio, una fuente de beta-alfa (Pb-210), una fuente de beta puro (Ru-106), una fuente de rayos gamma (Zn-65), un espintariscopio, una cámara de niebla con su propia fuente alfa (Po-210), un electroscopio, un contador Geiger, un manual, un libro de historietas (Dagwood Divide el Atomo) y el manual «La prospección de uranio».
Kit de Energía Atómica Porter (años 1940, 1950)
Otro kit para experimentar con la energía nuclear producido por Porter Chemical Co. en la década de los cuarenta. Contiene una pantalla de radioactivos, un espintariscopio estándar, y dos viales de vidrio que contienen un mineral de uranio, y un producto químico de uranio. La pantalla es un pedazo de papel grueso en el que el radio ha sido depositado.
El espintariscopio contiene radio, lo cual según el folleto es «una de las sustancias más valiosas del mundo”. En su mayor parte, el folleto es una introducción sobre la radiactividad. Los pocos experimentos descritos en el mismo consistiran en colocar las muestras de uranio radiactivo en la pantalla o en una película fotográfica. En un experimento, se recomienda usar filtros (por ejemplo, en papel de aluminio) para ver el efecto sobre la imagen fotográfica.
Laboratorio de Energía Atómica (1960)
Otro pequeño laboratorio para experimentar con la energía atómica, en esta ocasión fabricado por el Club de Ciencias Básicas Americano. El kit contaba con tres montajes experimentales: espintariscopio, cámara de niebla y electroscopio. Y también venía con dos fuentes radiactivas, mineral de uranio y radio.
Bolas de fuego atómicas. (Goma de mascar – 1960)
Y si entre experimento y experimento entraba algo de hambre y no se tenía nada a mano para matar el gusanillo, siempre se podía echar mano de estos peculiares chicles. El hongo atómico que apenas quince años antes mató a miles de japoneses decora la caja de las chucherías.
Kit de detección de radiación (1958)
Y es natural que con tanto material radiactivo desperdigado por las habitaciones de los pequeños científicos, se crearan también un buen número de detectores de radiación. Por supuesto, “seguros y simples”. En este caso, el contador geiger tenía que ser montado, junto a él venía un manual con 48 experimentos en materia de ionización, rayos cósmicos, minerales y metales radiactivos, partículas alfa y beta, rayos gamma, rayos X, centelleo y demás fuentes radiactivas. Lógicamente, con su propia muestra de mineral de uranio y un par de bolas de médula que, sinceramente, no tengo ni idea de lo que son.
Gilbert U-239 Contador Geiger ( 1950)
Un contador Geiger fabricado de nuevo por la AC Gilbert Company. Este un poco más sofisticado que el primero. Con clicks que suenan por un auricular a mayor frecuencia cuando se acerca el contador a una fuente radiactiva y con un indicador luminoso en el aparato que hace lo mismo pero con destellos luminosos. Junto con el contador también venían muestras de minerales radiactivos como la carnotita.
Contador Geiger de juguete (1950)
Por último, este otro contador de radiación fue creado para lo más pequeños de la casa. En realidad no detectaba radiación alguna y funcionaba igual que los anteriores con la salvedad de que sonaba con cualquier material ferroso. Fue fabricado por la Compañía de Productos Bell.
El uranio, juego de mesa (1940-1950)
Y para los niños con el espíritu científico más vago siempre estaban los juegos de mesa. En “Uranium”, creado en la década de los cuarenta, la meta era lograr uranio o arrebatárselo al contrincante y llegar a la oficina de reclamos antes que nadie. Fue creado por la publicación Saalfiel de Ohio.
La carrera del Uranio (1955)
En Uranium Rush, producido por Juegos Gardner, todos los jugadores comenzaban el juego con 15000$ que tenían que invertir en comprar minas al gobierno. Una vez compradas se usaba el contador geiger que emitía un zumbido si en la mina en cuestión se encontraba uranio. Si así era, la inversión hecha en la mina se multiplicaba por la venta del uranio. Cuando todo el terreno estaba vendido, el jugador con más ganancias se proclamaba vencedor del juego.
Y para completar el conjunto, un buen número de cómics en la que los personajes recibían super-poderes gracias a la exposición a los elementos radiactivos. Todos los héroes eran más héroes si su nombre se acompañaba de “atómico” o “radiactivo”. No sería de extrañar que gracias a estos cómics más de una de las muestras de uranio o radio de los juguetes experimentales acabaran en los estómagos de los niños. ¿Quién podría resistirse a esta tentación?
En fin… la fiebre por la radiactividad se mantuvo hasta bien entrados los años 80 aunque a finales de los 60 se prohibieron las muestras de elementos radiactivos en ellos. Sobre la ética de este tipo de juegos dejaré unos puntos suspensivos ya que precisamente no fueron creados en un país que no supiera de la radiactividad y sus consecuencias.
Fuente:
Toda la información de este post ha sido extraída del Museo de Instrumentación Histórica, donde se puede encontrar información más detallada al respecto. https://www.orau.org/ptp/museumdirectory.htm