Día a día más personas toman conciencia sobre el cuidado del planeta, al tiempo de que nacen al interés de hacerse cargo de su propia comida o simplemente de ahorrarse unas cuantas monedas sembrando algunas especies en casa. No obstante, vaya usted a sembrar grandes extensiones, un huerto mediano o una pequeña maceta en la ventana de su cocina hay algo que es imprescindible para el buen crecimiento de cualquier planta: una tierra bien abonada.
Afortunadamente, existen formas muy económicas y ecológicas de hacerse con una tierra rica en abono y nutrientes, que servirán de base a nuestras plantas. Un forma sencilla es comenzar por separar en nuestra basura los restos orgánicos de los inorgánicos, es decir, colocar en nuestro lugar destinado al cubo de la basura dos cubos, uno para el papel, el plástico y todo aquello que no sea de origen natural; el otro, para los restos orgánicos, entiéndase los restos vegetales.
Una vez conseguidos algunos de estos restos (pedazos de vegetales, tubérculos o frutas) procederemos a destinar un recipiente de plástico, al cual le abriremos (de no presentarlos) unos pequeños orificios en la parte inferior y en los laterales, a fin de facilitar el proceso de descomposición necesario para la fabricación de nuestro abono. Seguidamente tomaremos una bolsa grande con la cual forrar el interior del recipiente, tomando en cuenta que el la bolsa debe sobresalir bastante del borde nuestro envase. En el fondo, colocaremos en primer lugar algunas hojas, ramas e incluso aserrín (viruta de madera) a fin de proporcionar a nuestro abono una fuente importante de carbono.
Sobre esta capa, colocaremos los restos de nuestros productos orgánicos: conchas de plátano, cáscaras de frutas, semillas, trozos de vegetales, conchas de papa. Se aconseja agregar también a la preparación restos de té (bolsitas de té) o la borra del café, a fin de que proporcionen a nuestro abono orgánico buena cantidad de nitrógeno. Así mismo se recomienda no agregar al abono restos de pollo, carne, pescado, mariscos o huevos, ya que la descomposición de estos producirá muy malos olores. Igualmente, se aconseja no agregar muchas frutas cítricas, ya que pueden generar mucha acidez en nuestro abono, viéndonos en la necesidad de agregar cáscaras de huevo, a fin de atenuar el nivel de acidez de nuestra preparación.
También podemos agregar restos de ceniza de madera, o carbón vegetal. De igual manera, podemos adquirir de algún jardín un poco de tierra abonada, a fin de proporcionar más nutrientes a nuestra preparación. Acto seguido llenaremos las tres cuartas partes del recipiente con nuestra preparación, después de lo cual cerraremos nuestra bolsa, evitando que el futuro abono orgánico se moje con la lluvia.
Transcurrida una semana, procederemos a remover nuestra mezcla con una pala. Acción que realizaremos una vez por semana, a fin de proporcionar las condiciones necesarias para la oxigenación. Igualmente, se recomienda agregar un poco de agua, para mantener el abono húmedo. En los siguientes días, podremos apreciar cómo la preparación comienza a calentarse, debido al proceso de descomposición orgánica. Luego de cuatro semanas de reposo (unido a nuestra manipulación y riego semanal) podremos apreciar cómo la preparación disminuye su tamaño.
A las doce semanas, tendremos en nuestro recipiente una mezcla de tierra grumosa, húmeda y rica en nutrientes, con la cual podremos rellenar las macetas o el espacio donde vayamos a sembrar nuestras especias o plantas. Si después del proceso de siembra nos ha sobrado abono, éste puede seguir alimentándose con restos orgánicos, a fin de que siempre contemos con una tierra nutritiva lista para nuestras semillas.
Fuente de imagen: datuopinion.com