El diálogo puede incluir tanto preguntas, como expresiones de amiración, de extrañeza, dejar lagunas en la conversación, saltar de un tema a otro, etc. Veamos un ejemplo sencillo de lo que sería un lenguaje natural.

– ¡Hola Juan!
– ¡Hola Felipe! ¿y usted qué más? Ese milagraso. Y eso ¿qué hace por acá?
– No, lo que pasa es que trabajo por acá cerca, entonces voy caminando hacia acá para coger el transporte.
– Ah bueno, y ¿donde está trabajando?
– Allí a cuatro cuadras de la avenida principal, en una clínica ¿si ha visto unos apartamentos?
– Si los he visto
– Y ¿usted qué mas?
– Por acá que venía a una conferencia. Todos los míercoles estoy por acá, pero venga y lo invito a tomar algo, o a comer una hamburguesa. Hace harto que no como hamburguesa, venga y lo invito.
– Hermano muchas gracias, me da es pena con usted.
– No que pena ni qué nada, venga y seguimos charlando un poquito.
– Bueno vamos

– Buenas tardes señorita.
– Buenas tardes ¿en qué puedo servirles?
– Buenas tardes. Es tan amable y nos da… ¿usted qué quiere?
– Para mí una arepa rellena
– Para mí una hamburguesa y una gaseosa ¿y usted qué quiere de tomar?
– Sí, también otra gaseosa.

Este diálogo es interesante porque, aun cuando se incluye una tercera persona en el ejemplo. Es decir, es un diálogo entre tres personas en un punto, aunque la relación no sea fuerte y sea sólo circunstancial y pasajera. También es interesante porque presenta un ejemplo de alguien que le pregunta algo a una persona, pero esa persona no le responde al que le ha preguntado, sino a un tercero, que no le ha preguntado nada.

Por lo demás, como vemos, es un lenguaje natural, inclusive coloquial de dos amigos que se han encontrado por casualidad. A partir del diálogo se pueden inferir varias cosas, aunque no lo haremos, basta con dejar el ejemplo. El análisis os queda a vosotros.