Por último, está la historia de la señora Josephine, quien en 1913 fue atacada por un asaltante, para protegerse la mujer lo hirió detrás de la oreja con su alfiler de sombrero. Ésta herida evitó que la persona huyera y más tarde el hombre moriría por envenenamiento en la sangre.
Un problema público muy real y en aumento
Las noticias de mujeres siendo atacadas, pero defendiéndose, pusieron sobre la mesa un problema de seguridad para las féminas de aquellos tiempos. Se reconoció en más de una ocasión como cada chica hacía uso de sus ingenio o astucia para superar a su agresor, por ejemplo, en 1902, el Juez Robertson falló a favor de una mujer que había sido acusada de haber herido a su agresor, el juez mencionó: “creo que estaba justificado usar el alfiler de sombrero con él.”
Lo cierto es que los alfileres no fueron el único accesorio usado como medio de defensa, también era común que las mujeres usaran sombrillas e incluso se publicaron varios instructivos de como defenderse haciendo uso del paraguas.
A principios del siglo 20 los sombreros femeninos de gran tamaño eran muy populares, necesitando así mismo el uso de grandes alfileres para mantener el sombrero en su lugar. Además de los cambios en la moda, en el contexto social fue el comienzo de una nueva era para muchas mujeres: las sufragistas estaban presionando por el derecho al voto y las mujeres -particularmente aquellas que vivían en las ciudades- empezaron a realizar actividades que no habían hecho antes como tomar el transporte público solas o caminar sin acompañante. Lo malo fue que en algunas ocasiones este tipo de actividades también representaban un peligro para ellas y aquí es cuando los alfileres para sombrero además de ser un accesorio se convirtieron en una herramienta de defensa personal: se volvió común que las mujeres los usaran cuando eran acosadas o se sentían en peligro.
Las protestas contra los alfileres
Sin embargo, la Vice Comisión de Chicago, contratacó exponiendo lo siguiente: las mujeres sin acompañante deberían vestirse lo más modestamente posible, sin pintar sus mejillas o exponer sus tobillos, para evitar una atención no deseada. Las sufragistas rechazaron esta idea.
También se conocieron otros relatos, donde hombres inocentes habían sido heridos por los alfileres sin ninguna justificación, a éste debate se le conoció como The HatPin Panic: los médicos contaban como la mayoría de sus pacientes llegaban a sus consultas alegando que habían sido heridos accidentalmente en los ojos o rostro con un alfiler demasiado largo, pequeñas lesiones que podían causar desde una infección hasta la muerte en los casos más extremos. Esto le sucedió a un joven en un tranvía, el cual fue herido por un alfiler, una semana después cayó en coma y murió.
De igual forma, se conoció el caso de un niño que, a modo de broma, pasó un plumero por el rostro de una mujer y esta creyendo que la iban atacar terminó hiriendo a un hombre que se encontraba cerca de ella. El hombre falleció y jamás se conoció la identidad de perpetuadora.
Todo este asunto generó un profundo debate social sobre la pertinencia y validez del uso de estos alfileres, pero de ello hablaremos en un próximo artículo.
Parte 2
Imágenes: 1 y 3: atlasobscura.com, 2: mentalfloss.
Esa fue una de las entradas publicadas en un periódico de Estados Unidos, en la que hablaba como varías féminas habían hecho uso de sus accesorios para defenderse de los acosadores. También hay otros artículos en los que se relataban historias de varias chicas que fueron perseguidas y molestadas en sitios públicos: Leoti Blaker, de Kansas (1903) cuenta como un día de mayo tomó el carruaje el cual estaba lleno de gente y cómo un hombre aprovechó la situación para tocarla y colocar su mano en su espalda.
La chica tuvo suficiente y tomando su alfiler se lo hundió en el brazo al hombre, quien dejó escapar un grito y bajó del carruaje. Blaker mencionó al medio: Escuché sobre los acosadores de Broadway, pero no sabía que también había en la Quinta Avenida, si las mujeres de Nueva York toleran estos acosos, las de Kansas no lo harán.
Los periódicos siempre mostraron a las mujeres que se defendían de manera positiva, como alguien que recurre a los medios necesarios para defenderse de la atención masculina no deseada.
Así podríamos seguir contando grandes historias de mujeres que se enfrentaron con valor a situaciones espantosas y en el proceso salvaron a más de uno: una maestra de Saint Louis ahuyentó a su atacante con su alfiler de sombrero. Otra historia relata como una dama llamada Sadie Williams iba en el transporte público (tranvía) con otra mujer y el conductor: durante el recorrido se subieron otros dos hombres, quienes aprovecharon un momento de distracción del conductor para sujetarlo y robarle todo su dinero.
Williams se levantó y les dijo a los ladrones: “miren no pueden pelear aquí” y haciendo mofa de ella, la empujaron, pero lo que jamás imaginaron sería que Sadie se levantaría y le clavaría a uno de ellos su alfiler de sombrero, logrando que los ladrones huyeran despavoridos.
El conductor más adelante declararía: “Si no hubiera sido por la valentía de esa mujer, me habrían robado. Pelea mejor que muchos hombres. La forma en que clavó su alfiler de sombrero en ese hombre un gran espectáculo. No hay duda de su valor.”
En 1912, una chica de 19 años llamada Elizabeth, quien trabajaba en un banco y se encontraba caminando con uno de sus compañeros, fue abordada por un malhechor quien tenía la intención de robarlos, el ladrón golpeó en la cabeza al compañero de la chica, pero lo que no esperaba el maleante era que esta usaría su alfiler de sombrero para defenderse, El New York Times informó: “el ingenio y rápido el coraje femenino y un alfiler pusieron en fuga a un salteador de caminos audaz y diurno.”
Por último, está la historia de la señora Josephine, quien en 1913 fue atacada por un asaltante, para protegerse la mujer lo hirió detrás de la oreja con su alfiler de sombrero. Ésta herida evitó que la persona huyera y más tarde el hombre moriría por envenenamiento en la sangre.
Un problema público muy real y en aumento
Las noticias de mujeres siendo atacadas, pero defendiéndose, pusieron sobre la mesa un problema de seguridad para las féminas de aquellos tiempos. Se reconoció en más de una ocasión como cada chica hacía uso de sus ingenio o astucia para superar a su agresor, por ejemplo, en 1902, el Juez Robertson falló a favor de una mujer que había sido acusada de haber herido a su agresor, el juez mencionó: “creo que estaba justificado usar el alfiler de sombrero con él.”
Lo cierto es que los alfileres no fueron el único accesorio usado como medio de defensa, también era común que las mujeres usaran sombrillas e incluso se publicaron varios instructivos de como defenderse haciendo uso del paraguas.
A principios del siglo 20 los sombreros femeninos de gran tamaño eran muy populares, necesitando así mismo el uso de grandes alfileres para mantener el sombrero en su lugar. Además de los cambios en la moda, en el contexto social fue el comienzo de una nueva era para muchas mujeres: las sufragistas estaban presionando por el derecho al voto y las mujeres -particularmente aquellas que vivían en las ciudades- empezaron a realizar actividades que no habían hecho antes como tomar el transporte público solas o caminar sin acompañante. Lo malo fue que en algunas ocasiones este tipo de actividades también representaban un peligro para ellas y aquí es cuando los alfileres para sombrero además de ser un accesorio se convirtieron en una herramienta de defensa personal: se volvió común que las mujeres los usaran cuando eran acosadas o se sentían en peligro.
Las protestas contra los alfileres
Sin embargo, la Vice Comisión de Chicago, contratacó exponiendo lo siguiente: las mujeres sin acompañante deberían vestirse lo más modestamente posible, sin pintar sus mejillas o exponer sus tobillos, para evitar una atención no deseada. Las sufragistas rechazaron esta idea.
También se conocieron otros relatos, donde hombres inocentes habían sido heridos por los alfileres sin ninguna justificación, a éste debate se le conoció como The HatPin Panic: los médicos contaban como la mayoría de sus pacientes llegaban a sus consultas alegando que habían sido heridos accidentalmente en los ojos o rostro con un alfiler demasiado largo, pequeñas lesiones que podían causar desde una infección hasta la muerte en los casos más extremos. Esto le sucedió a un joven en un tranvía, el cual fue herido por un alfiler, una semana después cayó en coma y murió.
De igual forma, se conoció el caso de un niño que, a modo de broma, pasó un plumero por el rostro de una mujer y esta creyendo que la iban atacar terminó hiriendo a un hombre que se encontraba cerca de ella. El hombre falleció y jamás se conoció la identidad de perpetuadora.
Todo este asunto generó un profundo debate social sobre la pertinencia y validez del uso de estos alfileres, pero de ello hablaremos en un próximo artículo.
Parte 2
Imágenes: 1 y 3: atlasobscura.com, 2: mentalfloss.
La prenda
Los sombreros fueron una prenda bastante exitosa en siglos anteriores: sus diseños y tamaños eran bastante diferentes, y para complementarlos se hacía uso de cintas o alfileres que permitían lucirlos de la mejor forma. Fue uno de esos pequeños implementos, el alfiler, el cual se convirtió en objeto de discusión, pues con el paso de los años comenzó a ser convertido por muchas mujeres en un arma de defensa.
Un alfiler para sombrero consistía en un gran prendedor elaborado de plata o latón que era tanto de uso decorativo como servible, puesto que ayudaba a sujetar el sombrero perforando el costado del material del sombrero pasando por medio del pelo y comúnmente sobresalían por el otro costado, asegurándolo sobre la cabeza.
El alfiler solía estar decorado con joyas o tener llamativos diseños y diversos tamaños: los más largos podían tener hasta 35 cm de longitud. Al inicio eran hechos a mano por lo cual su costo era elevado, aun así tuvieron enorme demanda por parte de las damas adineradas; tiempo después en EE.UU. se inventó una máquina que los podía generar en masa y se volvieron muchísimo más asequibles.
El uso del alfiler como arma de defensa de personal
“Una mujer de Chicago puso en fuga a dos acosadores con un alfiler. El acosador es un estorbo cobarde en la tierra, y cualquier mujer con coraje y un sombrero puede demostrarlo.”.
Los Angeles Herald-1904
Esa fue una de las entradas publicadas en un periódico de Estados Unidos, en la que hablaba como varías féminas habían hecho uso de sus accesorios para defenderse de los acosadores. También hay otros artículos en los que se relataban historias de varias chicas que fueron perseguidas y molestadas en sitios públicos: Leoti Blaker, de Kansas (1903) cuenta como un día de mayo tomó el carruaje el cual estaba lleno de gente y cómo un hombre aprovechó la situación para tocarla y colocar su mano en su espalda.
La chica tuvo suficiente y tomando su alfiler se lo hundió en el brazo al hombre, quien dejó escapar un grito y bajó del carruaje. Blaker mencionó al medio: Escuché sobre los acosadores de Broadway, pero no sabía que también había en la Quinta Avenida, si las mujeres de Nueva York toleran estos acosos, las de Kansas no lo harán.
Los periódicos siempre mostraron a las mujeres que se defendían de manera positiva, como alguien que recurre a los medios necesarios para defenderse de la atención masculina no deseada.
Así podríamos seguir contando grandes historias de mujeres que se enfrentaron con valor a situaciones espantosas y en el proceso salvaron a más de uno: una maestra de Saint Louis ahuyentó a su atacante con su alfiler de sombrero. Otra historia relata como una dama llamada Sadie Williams iba en el transporte público (tranvía) con otra mujer y el conductor: durante el recorrido se subieron otros dos hombres, quienes aprovecharon un momento de distracción del conductor para sujetarlo y robarle todo su dinero.
Williams se levantó y les dijo a los ladrones: “miren no pueden pelear aquí” y haciendo mofa de ella, la empujaron, pero lo que jamás imaginaron sería que Sadie se levantaría y le clavaría a uno de ellos su alfiler de sombrero, logrando que los ladrones huyeran despavoridos.
El conductor más adelante declararía: “Si no hubiera sido por la valentía de esa mujer, me habrían robado. Pelea mejor que muchos hombres. La forma en que clavó su alfiler de sombrero en ese hombre un gran espectáculo. No hay duda de su valor.”
En 1912, una chica de 19 años llamada Elizabeth, quien trabajaba en un banco y se encontraba caminando con uno de sus compañeros, fue abordada por un malhechor quien tenía la intención de robarlos, el ladrón golpeó en la cabeza al compañero de la chica, pero lo que no esperaba el maleante era que esta usaría su alfiler de sombrero para defenderse, El New York Times informó: “el ingenio y rápido el coraje femenino y un alfiler pusieron en fuga a un salteador de caminos audaz y diurno.”
Por último, está la historia de la señora Josephine, quien en 1913 fue atacada por un asaltante, para protegerse la mujer lo hirió detrás de la oreja con su alfiler de sombrero. Ésta herida evitó que la persona huyera y más tarde el hombre moriría por envenenamiento en la sangre.
Un problema público muy real y en aumento
Las noticias de mujeres siendo atacadas, pero defendiéndose, pusieron sobre la mesa un problema de seguridad para las féminas de aquellos tiempos. Se reconoció en más de una ocasión como cada chica hacía uso de sus ingenio o astucia para superar a su agresor, por ejemplo, en 1902, el Juez Robertson falló a favor de una mujer que había sido acusada de haber herido a su agresor, el juez mencionó: “creo que estaba justificado usar el alfiler de sombrero con él.”
Lo cierto es que los alfileres no fueron el único accesorio usado como medio de defensa, también era común que las mujeres usaran sombrillas e incluso se publicaron varios instructivos de como defenderse haciendo uso del paraguas.
A principios del siglo 20 los sombreros femeninos de gran tamaño eran muy populares, necesitando así mismo el uso de grandes alfileres para mantener el sombrero en su lugar. Además de los cambios en la moda, en el contexto social fue el comienzo de una nueva era para muchas mujeres: las sufragistas estaban presionando por el derecho al voto y las mujeres -particularmente aquellas que vivían en las ciudades- empezaron a realizar actividades que no habían hecho antes como tomar el transporte público solas o caminar sin acompañante. Lo malo fue que en algunas ocasiones este tipo de actividades también representaban un peligro para ellas y aquí es cuando los alfileres para sombrero además de ser un accesorio se convirtieron en una herramienta de defensa personal: se volvió común que las mujeres los usaran cuando eran acosadas o se sentían en peligro.
Las protestas contra los alfileres
Sin embargo, la Vice Comisión de Chicago, contratacó exponiendo lo siguiente: las mujeres sin acompañante deberían vestirse lo más modestamente posible, sin pintar sus mejillas o exponer sus tobillos, para evitar una atención no deseada. Las sufragistas rechazaron esta idea.
También se conocieron otros relatos, donde hombres inocentes habían sido heridos por los alfileres sin ninguna justificación, a éste debate se le conoció como The HatPin Panic: los médicos contaban como la mayoría de sus pacientes llegaban a sus consultas alegando que habían sido heridos accidentalmente en los ojos o rostro con un alfiler demasiado largo, pequeñas lesiones que podían causar desde una infección hasta la muerte en los casos más extremos. Esto le sucedió a un joven en un tranvía, el cual fue herido por un alfiler, una semana después cayó en coma y murió.
De igual forma, se conoció el caso de un niño que, a modo de broma, pasó un plumero por el rostro de una mujer y esta creyendo que la iban atacar terminó hiriendo a un hombre que se encontraba cerca de ella. El hombre falleció y jamás se conoció la identidad de perpetuadora.
Todo este asunto generó un profundo debate social sobre la pertinencia y validez del uso de estos alfileres, pero de ello hablaremos en un próximo artículo.
Parte 2
Imágenes: 1 y 3: atlasobscura.com, 2: mentalfloss.