Esta técnica aborigen conocida como Tzantza, practicada por la tribu indígena de Los Shuar, que son el pueblo amazónico más grande de Suramérica que ocupan las extensas selvas ubicadas entre el Ecuador y Perú.
El Tzantza o “cabeza reducida” es una técnica milenaria que consiste en reducir las cabezas de los enemigos, para usarlas como trofeo de guerra y en repetidas ocasiones, para usarlas como talismán. El cazador asesina a su contrincante dándole muerte con una incisión en el cuello; posteriormente, realiza un corte en la clavícula y separa la piel del cráneo cuidadosamente, para extraer la grasa y la carne.
Estos aborígenes amazónicos, hierven la piel de sus víctimas en una mezcla de agua e infinidad de plantas selváticas, cuyo origen se desconoce, y luego la amoldan en una bola de madera, en un proceso que dura alrededor de 7 días. Gracias a la cocción, la piel se logra reducir hasta tener el tamaño de un puño. Por último, la secan con humo y la terminan de moldear con piedras calientes y arena.
La finalidad de esta momificación consiste en retener el alma del adversario, para que no pueda escapar y vengar su muerte. La tribu de los Shuar cree que existen tres espíritus que habitan en el hombre y predominan en sus creencias ancestrales: Wakani, que es el omnipotente que nunca muere; Arutam, quien es el poder que los protege de una muerte violenta; y Mésak, quie es el espíritu de la venganza.
Miles de cabezas reducidas han sido compradas por muchos museos alrededor del mundo y son un gran foco de atención para los espectadores que las observan aterrados, pero la pregunta es: ¿esas cabezas aún portan el alma del difunto?, incógnita que tal vez no podamos resolver, pero que es una muestra del gran ingenio o de la malicia indígena.