Un héroe nacional
Estados Unidos no veía con buenos ojos desarrollar una aviación civil hasta el momento en que Charles Lindbergh surcó el Atlántico en avión, por primera vez en la historia, el 21 de mayo de 1927. Luego de su hazaña las ganas de volar animaron a un gran público y montar una de estas aeronaves se convirtió en parte del “sueño americano”.
Al llegar al aeropuerto de Le bourget, en su avión, el St. Louis, Lindbergh partió la historia en dos. Los franceses lo recibieron como a un santo. Le jalonaban la ropa y lo ovacionaban por su gran triunfo: Había pasado casi 33 horas sobrevolando el Atlántico.
Las personas que vieron esta gran proeza, admiraron al estadounidense y le hicieron una gira por cada uno de los 48 estados. Era considerado un verdadero héroe nacional y ganó muchísimo dinero en campañas de aviación. ¿Pero quién era este arrojado hombre capaz de desafiar las leyes de la naturaleza?
Charles había estudiado Ingeniería mecánica y abandonado sus estudios por el férreo desafío de volar en la Nebraska Aircraft Corporation. Allí se haría aficionado a las máquinas de volar y trabajaría en sus primeros años en una empresa de correos. Luego de su triunfo al surcar el océano, se convertiría en una estrella.
Conoció a su esposa en una gira en México. La hija del embajador de EEUU en el Distrito Federal, Anne Morrow, se convertiría en la madre de sus seis hijos y compañera de Lindbergh hasta la muerte.
Su familia y el desastre
Había volado a la edad de los 25 años y a los 32 ya era un poderoso hombre seguido por admiradores a todo lado. Se había casado con una hermosa mujer y se volvió padre de una linda criatura llamada igual que él: Charles Lindbergh Junior.
El 1 de marzo de 1932 en New Jersey, la familia Lindbergh ya se disponía a dormir. Lindbergh padre terminaba unas lecturas en su biblioteca y en el piso de arriba la niñera llevó al pequeño Charles de veinte meses de vida, a la cuna. Poco después se escuchó un fuerte estrépito que Lindbergh relacionó con la caída de unas cajas de naranja en la cocina. Luego escuchó un grito de la niñera y corrió para ver lo que sucedía; su hijo no estaba en la cuna.
La esposa salió del baño y preguntó que pasaba. Charles tuvo que decirle la horrible verdad: Charles Junior había desaparecido.
El piloto fue al cuarto del bebé para inspeccionar todo. Se encontró un sobre donde se especificaba que el pequeño acababa de ser secuestrado y que para devolverlo la familia debía pagar 50 mil dólares en certificados de oro. La reacción a todas luces se volvió un tema principal para los estadounidenses. Es vergonzoso que le hubieran secuestrado el hijo al héroe del momento, por lo que los periódicos, la justicia, todos, trabajaban para encontrar alguna pista.
Lo primero fue pagar el rescate. Charles le dio a un intermediario del secuestro, el dinero que sería entregado en un cementerio. Allá lo recogería el secuestrador. Un señor confiable, Joseph Condon, buscó ser dicho intermediario.
El pago
Él ayudó a toda costa a Lindbergh pero al momento de dar el dinero, no recibió al infante. Era todo una confusión y nadie sabía nada. El FBI y la policía local buscó por aire, agua y tierra al pequeño Charles, con el único indicio de que el bebé estaba en una barcaza en un puerto.
Al momento de la entrega del dinero, Joseph Condon, recibió la ropita del bebé y la indicación mencionada, por parte del perturbador secuestrador. Dos meses después, el 12 de mayo un camionero encuentra el cadáver del bebé cerca a la residencia Lindbergh.
El cuerpo estaba medio descompuesto, desnudo y con un golpe en la cabeza. Los medios de comunicación mostraron la solidaridad con el deshecho padre y madre. Habían sido engañados y su hijo ahora estaba muerto.
Lindbergh no descansaría hasta encontrar al culpable. Había tramado algo para encontrar al secuestrador asesino. Los certificados de oro tenían una durabilidad de un año, lo que obligaba al asesino cambiarlos pronto.
Fue cuestión de tiempo para que un tipo de una gasolinera llevara a la policía el número de la placa de un Dodge sedan azul oscuro. Como pago de la gasolina había recibido un certificado de oro y al vendedor le pareció muy sospechoso el cliente.
La policía buscó los datos y dio con el presunto asesino. Se llamaba Richard Hauptmann, era un carpintero alemán con antecedentes de robo. En la casa allanaron otros 16 mil certificados de oro y él dijo que eran de un amigo que se había devuelto a Alemania, un tal Isidor Fisch.
El juicio
La policía abrió un proceso contra este sospechoso y aunque las pruebas aveces eran confusas, decidieron asesinarlo en la silla eléctrica. El proceso legal duró un mes y Richard terminó ajusticiado el 3 de abril de 1936.
El juicio de este carpintero fue seguido por todo el público norteamericano. Le llamaban “el juicio del siglo” y el fiscal repudió al sospechoso diciendo que era “el más asqueroso reptil que haya raptado sobre la tierra”.
A partir de ese momento, Charles tuvo que retomar su vida. Se terminó yendo a Alemania donde vivió un tiempo. Se hizo impopular por sus ideas hitlerianas. Finalmente, Lindbergh recuperó su dignidad sirviendo en la guerra para la aviación norteamericana. Evidentemente nunca superó lo de su hijo.
Fuentes:
- https://www.infobae.com/america/historia-america/2018/04/29/la-macabra-historia-del-secuestro-y-asesinato-del-bebe-lindbergh-hijo-de-un-heroe-nacional-norteamericano/
- https://www.elespanol.com/cultura/historia/20170519/217228452_0.html
- https://elpais.com/diario/1981/02/10/ultima/350607604_850215.html
- https://es.wikipedia.org/wiki/Anne_Morrow_Lindbergh
- https://www.muyhistoria.es/contemporanea/articulo/el-extrano-caso-del-secuestro-del-hijo-de-lindbergh-791505733268
Imágenes: 1: acervo.oglobo.globo.com, 2: lavanguardia.com, 3: elsecretodelospajaros.net
