Norte Pagano
Aunque luego habrían de convertirse en un bastión del cristianismo en distintas variantes (protestantismo, calvinismo o cristianismo ortodoxo, más que catolicismo) las regiones del norte de Europa y la frontera con Asia fueron por un muy largo periodo una frontera remota donde muchísimas religiones tradicionales (hoy conocidas con el genérico de “paganas”) sobrevivían y se fortalecían mientras el cristianismo se apoderaba del Mediterráneo.
Fue en este contexto pagano que nació Vladimir Sviatoslavich, conocido más adelante como Vladimir el Grande o San Vladimir. Se trató de un hombre rudo, que nació en medio de la guerra y la muerte y puso control a una región hasta entonces más caracterizada por la anarquía y el caos que por cualquier otra cosa.
El nacimiento y la huida de Vladimir
De acuerdo con las fuentes rusas, Vladimir nació en algún momento del año 958 en la región de Nóvgorod, como hijo natural de Sviatoslav, príncipe de la Dinastía Rurik, con su Ama de Llaves Malusha. De acuerdo con la leyenda nórdica, Malusha habría sido una profetisa que habitaba en una cueva y habría retornado a la sociedad con más de 100 años para decir el futuro a los reyes de la lejana Rusia.
Pese a ser un hijo natural, Vladimir fue hasta cierto punto reconocido por su padre, que lo nombró regente de Nóvgorod, aunque dejó para su hijo legítimo – Yáropolk – el importante centro de Kiev. Tras la muerte de su padre en el año 972 Vladimir se vio obligado a huir de Nóvgorod tras el conflicto que estalló por la sucesión del reinado. Su hermano había asesinado a su otro hermano, Oleg, y conquistado toda la región del Rus, por lo que su vida corría peligro. Al final, con algo de suerte logró llegar a Escandinavia, donde se reunió con un familiar que era entonces gobernante Noruega.
San Vladimir de Kiev siendo bautizado
El retorno
Armado con un importante ejército nórdico, un año después el prófugo de Nóvgorod retornaba a la tierra que lo vio nacer. Tras obtener por la fuerza la mano de la princesa Rogneda de Polotosk (una importante fortaleza camino a Kiev), Vladimir fue capaz de conquistar la capital en donde ejecutó a su hermano por traición. A partir de ese momento fue el dueño y señor de las regiones del Rus.
Pronto comenzó una agresiva campaña de expansión que lo llevó a ampliar como nunca antes los dominios de su padre. En el sur, conquistó la corona de Cherven, en el este, derrotó a los radimicos. Fue capaz incluso de limitar el poder de los temidos búlgaros del Volga, asestándoles fuertes golpes y sembrando su tierra de fortalezas bajo el dominio de los rusos.
En este periodo temprano de su reinado, Vladimir era un gran defensor del Paganismo Eslavo, la religión que sus antepasados habían tenido por tradición por siglos. Incluso realizó múltiples estatuas y obras de adoración y persiguió con firmeza la población cristiana cuando estos se atrevieron a atacar estas estatuas. Como en la Antigua Roma, la población cristiana de Rusia no se caracterizaba por ser particularmente tolerante.
Sin embargo, el hombre parecía comprender que se venía un tiempo de cambios. Cada vez, más y más, misioneros provenientes de Bulgaria y del lejano califato, de las tierras de Constantinopla y de las regiones cristianas de Francia y Alemania insistían en llamar verdaderos a sus credos y ganaban el apoyo de la gente. Cada vez más Vladimir, avezado político, notaba el poder que concedía una única religión para un único pueblo.
Así pues, con ánimos más políticos que creyentes el gobernante se lanzó a la búsqueda de una nueva religión… y envió emisarios a cada una de las regiones (la Germania cristiana, Constantinopla y la Bulgaria musulmana) para decidir con quién de los tres se aliaría. Es bueno recordar que Rusia tenía fronteras cercanas con prácticamente todos estos grupos, por lo que podría haber elegido cualquiera. Todos se ajustaban igual a sus propósitos (unidad interna y apoyo fuerte desde el exterior). Todos tenían un fuerte representante, aunque en este momento el más poderoso era, sin duda alguna, el Imperio Bizantino.
Las razones de la decisión
Se cuenta que los emisarios en la Germania Cristiana quedaron muy poco impresionados con las construcciones de la Iglesia, y consideraron que no eran dignas de Rusia, pues “no había belleza alguna en ellas”. Fue la austeridad – por no decir pobreza – de la Iglesia Católica lo que causó el inmediato rechazo de la nobleza rusa.
El caso de los búlgaros musulmanes fue aún más peculiar. Tras visitarlos, los emisarios reportaron que no había bondad ni felicidad en ellos, solo tristeza… y hedor. Sin embargo, más que esto fue la tradición musulmana la que espantó de inmediato a Vladimir: los musulmanes requerían circuncidar… y rechazaba el licor y el cerdo. Bien lo dijo el gobernante:
“La Bebida es la alegría de todo el Rus. No podemos existir sin ese placer”.
La visita a Constantinopla, en cambio, dejó completamente atónitos a sus emisarios. En sus palabras:
“Ya no sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra. Jamás imaginamos tal belleza, la cual ni siquiera somos capaces de describir”.
Estaba decidido. Sería Bizancio el aliado y el Cristianismo Ortodoxo la religión oficial de la Gran Rusia.
San Vladimir
Parece ser que tras su conversión al cristianismo Vladimir se volvió un hombre mucho más pacífico. Las frecuentes incursiones a regiones vecinas se limitaron y se concentró en la construcción de una burocracia y la defensa de sus fronteras. Así mismo, se volvió un asiduo defensor de la recién fundada iglesia y desmontó y destruyó la religión pagana que otrora hubiese defendido con tanto ahínco. Más allá de su papel en la fundación de la Rusia Cristiana, no se conocen obras que hayan llevado a su santificación.
Fuente de imágenes: 1: iglesiaortodoxa.cl, 2: voltairenet.org, 3: 3.bp.blogspot.com