El Emperador
El siguiente personaje comenzó su carrera -que le brindaría gran reconocimiento- durante la Revolución Francesa. Con el paso del tiempo su capacidad mental y habilidad para idear grandes golpes militares le abrió las puertas para convertirlo en alguien temido, pues embarcó a gran parte de una Europa en sus planes de expansionismo y conquista. Como podrán suponer, hablamos de Napoleón Bonaparte.
Uno pensaría que el único trago amargo y el más doloroso en la carrera militar de Bonaparte fue la famosa Batalla de Waterloo, donde el Emperador cayó ante los ingleses ese 18 de junio en Bélgica y tuvo que abdicar por segunda vez al trono, siendo finalmente exiliado. Pero ese no fue su único fracaso: hubo uno a mano de unos seres con adorable apariencia y suavidad, cuyos ojos redondos despiertan la ternura del que los vea… pues, en efecto, en una ocasión Bonaparte perdió una batalla contra unos conejos.
La derrota más humillante de Bonaparte
El suceso ocurrió en el año 1807, para ser más precisos en el mes de julio. El Emperador acababa de regresar de firmar los Tratados de Tilsit: un documento que marcaba oficialmente el fin de la guerra entre los imperios de Francia y Rusia, y para celebrar tal ocasión, se propuso hacer una cacería de conejos: el encargado de la festividad sería Alexandre Berthier, Jefe del Estado Mayor del Ejército y amigo de Bonaparte.
Berthier consiguió más tres mil conejos, los trajo a todos encerrados en jaulas y los dispuso a lo largo de algunos linderos y espacios del bosque. Todo se encontraba listo para celebrar la cacería cuando algo salió muy mal: los conejos no huyeron, es más, se quedaron mirando a los cazadores como si esperaran algo de ellos. Resulta que, el organizador fue algo facilista y consiguió conejos domésticos: aquellos animales ya estaban acostumbrados a los seres humanos y esperaban que Bonaparte (que se encontraba al frente, liderando los grupos de caza) los alimentara.
Al principio todo fue muy gracioso, los hombres reían de la situación hilarante. Sin embargo, todo se convirtió en una invasión de proporciones bíblica cuando los conejos empezaron a golpear a los soldados e inclusive al mismo Bonaparte, buscando algo de comida; los presentes intentaron defenderse, pero todo se salió de control. Napoleón se escondió en su carruaje y hasta ese sitio fue alcanzado por los conejos, al punto que hasta tenía que lanzarlos por la ventana. Todo terminó con la derrota del conquistador y el triunfo de las colas de algodón.
Fuentes:
Imagen: hdnh.es