En ocasiones, las conspiraciones toman tintes curiosos, casi pintorescos. Uno de los casos más representativos es el de Goliath: la ballena que la CIA habría usado para medir los avances soviéticos en términos de transporte de ojivas nucleares. Esta historia, que jamás ha sido aceptada públicamente por la Agencia, se popularizó a mediados de los años 1960.
La historia de Goliath
Todo comenzó cuando el cuerpo gigante de una ballena apareció en las playas de Noruega hacia finales de 1960, aunque otra versión habla de su captura por parte de barcos balleneros. Se trataba de un rorcual común (a veces conocido como ballena de aleta) de un tamaño considerable: medía casi 23 metros de longitud y pesaba más de 68 toneladas. El cetáceo, capturado en un tiempo en el que la pesca ballenera se consideraba algo normal, se usó para promocionar esta actividad en grandes zonas de Europa Oriental.
Aquí viene lo interesante. No fue un museo o una exhibición universitaria la que se encargó de mostrar la ballena. Fue una feria itinerante, algo parecido a un circo solo que en lugar de actores tenía… bueno, a la ballena amarrada a un camión de carga. La feria itinerante recorrió gran cantidad del territorio húngaro desde finales de 1960 hasta 1962, mostrando a los curiosos el tamaño gigantesco de este mamífero marino.
Pero entonces comenzaron a surgir rumores. No se sabe si provinieron de la misma Hungría, de la Unión Soviética o incluso del otro lado del telón de acero. Los rumores hablaban de un supuesto agente encubierto que habría ingresado con la ballena, y la historia terminó por convertirse en una especie de leyenda urbana de la Guerra Fría.
¿Una herramienta para estudiar las avenidas húngaras?
Pero, ¿qué objetivo tenía enviar una ballena a recorrer las calles de Hungría? Pues bien, muchos analistas señalan similitudes entre el camión encargado de cargar a Goliath y los camiones que normalmente se usaban para cargar armamento nuclear en Europa. Dichas similitudes, de acuerdo con la teoría, le apuntaban a detectar posibles rutas aptas para transportar misiles dentro de la Unión Soviética y determinar cuáles carreteras se habían pensado para este uso.
De ahí la necesidad de llevar un peso considerable en el camión. Aunque se tratase del mismo vehículo usado para transportar misiles, de nada le servía al gobierno estadounidense usarlo si no llevaba una carga pesada. La ballena fue la excusa perfecta para determinar, desde adentro, la viabilidad del transporte de misiles nucleares en la Unión Soviética.
No cabe duda de que se trata de una teoría bastante interesante. A pesar de su popularidad, jamás ha sido verificada por la CIA, lo que la ha convertido en una especie de “Leyenda Urbana” de la Guerra Fría. Quienes defienden su veracidad afirman que la semejanza entre el modelo del vehículo es incontestable, y que era un vehículo poco común y muy costoso como para usarlo en una feria tan trivial.
Por su parte, aquellos que rechazan la teoría afirman que se trató de una feria normal, y que los Estados Unidos tenían maneras mucho más eficientes de determinar la utilidad de una carretera para transportar misiles que usando una ballena itinerante.
En todo caso, la leyenda de Goliath, la ballena, nos ilustra sobre aquel curioso periodo que fue la Guerra Fría, donde todo (hasta el uso de una ballena espía) era posible. ¿Crees que Goliath fuera en verdad un “agente” del servicio norteamericano?
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