Polémicas por escribir
Del narcotráfico que ha mermado América, de las imposturas católicas del Vaticano y de muchos otros temas controversiales ha escrito el antioqueño Fernando Vallejo. Nacido en la ciudad colombiana de Medellín, donde se crió con seis hermanos más, Vallejo ha sido el escritor más satanizado y sonado por todos los medios de comunicación colombiano, debido en parte a su antinacionalismo, su crítica “descarada” y su apasionante amor por la literatura.
Como escritor ha sido elogiado e incluso ganó premios importantes por sus obras. Como colombiano fue dilapidado y llevado al olvido por la sociedad que encontraba en sus prosas un odio atroz hacia su patria. La verdad la veremos a continuación. Fernando Vallejo se debate como un protagónico escritor que cree que el amor reside principalmente en la crítica que se hace de lo que a uno más le importa.
Desde quitarse la nacionalidad y volverse mexicano, pasando por sus películas (porque también trabajó como cineasta) y llegando a todos sus libros, encontramos una crítica muy severa a la sociedad colombiana, a la iglesia, a la ignorancia y a los saberes que pretenden englobarlo todo como la física, de la cual también escribió una crítica estupenda, donde plantea una revisión a los saberes totales.
Vallejo como escritor
En el documental La desazón suprema dirigido por Luis Ospina, se describe el pensamiento de Vallejo. No sólo sus odios, sino lo que lo hizo ser uno de los escritores que no temió nunca decir las cosas que pensaba y más en una época donde a uno lo mataban por menos.
Sus libros siempre en primera persona engloban la realidad de la corruptela y el sicariato que se desprendió en las grandes ciudades por culpa del narcotráfico y la desigualdad social en la que vivimos todos. Siempre mostrándose como un personaje más y satirizando los grandes hombres de la humanidad, el escritor logró introducirse en el espíritu del colombiano a través de las letras.
En algunas de sus obras, especialmente en El desbarrancadero y La virgen de los sicarios, señala sin mesura cómo la tradición católica y bipartidista de su país hizo de sus hermanos de sangre un infierno. No teme señalar que el narcotráfico y la política lograron que los hombres se mataran por nada, incluso muchas de las amenazas de muerte que recibió a lo largo de su vida vienen de esos dichosos grupos.
Queriendo escribir de forma concreta, sin tapujos, ni romanticismo alguno, Vallejo intenta conmover a partir de las experiencias reales que se sufrieron cuando estallaban camiones llenos de TNT en el centro de Bogotá, o cuando las ambulancias volaban por los aires por los puentes que reventaban los grupos armados.
Todo en una gran comedia lo expresa Vallejo, siempre utilizando un fino humor negro, pues además de ser un excelente gramático y un famoso escritor, logra conmover y hacer sentir a los lectores su existencial filosofía de vida.
Vallejo como biógrafo
En las biografías escritas, con años enteros de investigación y ayudado siempre por entidades que nunca son colombianas, Vallejo le dio al mundo tres biografías de hombres insignes que fueron marginalizados por la vida que llevaron. Tres hombres colombianos.
Primero, José Asunción Silva, escritor del siglo XIX y posiblemente uno de los más grandes escritores modernistas del mundo según el escritor español Miguel de Unamuno, tuvo una biografía donde se ponían los pormenores de su vida, sus desbalances económicos que lo llevaron a la ruina y sus amores incestuosos que lo llevaron al suicidio.
Con mucho esmero se mostró acá la desfachatez con que la sociedad bogotana veía a Silva, sin tomar en cuenta que era uno de los más grandes escritores que había gestado el mundo. Las relaciones sociales que vivió fueron trabajadas por Vallejo con mucho arte, se mostró la hipocresía y la cobardía de otros escritores de la época que odiaban la iglesia y escribieron contra Silva.
Las otras dos biografías fueron de Porfirio Barba Jacob, otro escritor colombiano juzgado por su homosexualidad (Vallejo es gay) y el gran filólogo Rufino Cuervo. En estas dos recrea con profundidad las vidas privadas y públicas de ambos intelectuales. Siempre muestra en sus investigaciones la atención social que tuvieron: ambos fueron reprendidos por sus vidas y marginalizados por la historia oficial.
Vallejo como cineasta
A pesar de que sus tres películas hayan sido malas obras, recrea la violencia de los años crudos en que se debatió la población por dos colores políticos. En sus películas se construyen masacres, violaciones y actos de lesa humanidad olvidados por todos.
Él estudió cine en Italia, llegó a América con las perspectivas neoclásicas italianas de los años de la posguerra y gracias a ello, reconstruyó la sociedad bárbara en que había quedado su nación por las violencias políticas de medio siglo. Con esto se convirtió en un erudito de su sociedad, pues no intentaba crear fetiches amarillistas para ganar más dinero, sólo buscaba hacer conscientes a los colombianos de sus inhumanidades. Con el tiempo se dio cuenta que era mal cineasta.
Vallejo como latinoamericano
El día en que se volvió mexicano y rechazó su nacionalidad colombiana justificó este acto por la espalda que Colombia les dio a los artistas que habían crecido en su seno. Luego empezó una etapa en la que hacía caer en cuenta a los latinoamericanos de lo desechable que era los discursos políticos chovinistas para el porvenir de las personas que vivimos acá. Vallejo sigue siendo un escritor polémico y siempre busca retractar el amor hacia los animales y las injusticias en que los humanos nos debatimos día a día. ¿Conoces a Fernando Vallejo?
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