Congelados en ámbar
El yacimiento de ámbar de El Soplao, el más importante del Cretácico en Europa, se originó hace 110 millones de años por un paleoincendio, lo que explica la «inusual» abundancia de piezas encontradas así como el color azul-púrpura que presentan la mayor parte de ellas.
También destacan las dimensiones del yacimiento que, según los expertos, podría extenderse por una superficie de al menos 25 metros de largo. Se trata de la distancia que hay entre el punto donde se encontró ámbar por primera vez –a finales de julio de este año– y el lugar donde se ha llevado a cabo, entre el 20 y 31 de octubre, una excavación y su correspondiente cata.
Los trabajos, en los que han participado 14 personas entre investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), de la Universidad de Barcelona, la escuela de Minas de Torrelavega así como voluntarios, se han realizado sobre una capa «muy rica» en ámbar de dos metros de ancho y 1,5 metros de profundidad.
Se trata, según los expertos, de un depósito «muy grande» en extensión, algo «poco habitual» en este tipo de yacimientos, y a lo que se suma otras características como la «abundancia» y «excelente» calidad de las piezas halladas, su luminiscencia, y la cantidad de insectos que presentan algunas de ellas.
Esto hará que, si se encuentra «material suficiente», se incorpore al museo sobre mineralogía que se proyectó inicialmente en El Soplao. Además, «si es posible», no se descarta tampoco desarrollar una industria ligada a este material en la zona.
Así lo aseguró hoy el consejero de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno cántabro, Francisco Javier López Marcano, quien, junto con el director general del IGME, José Pedro Calvo, y expertos e investigadores, presentaron los nuevos hallazgos en el yacimiento de ámbar del Soplao.
En cualquier caso, López Marcano apeló a la «paciencia» ya que, según dijo, lo primero es la investigación. En la misma línea, Calvo expresó que el interés del yacimiento reside precisamente en su características y la información que aporta sobre su origen o la vida en aquella época.
En este sentido, Enrique Peñalver, paleoentomólogo del IGME, aseguró que «excepcional» extensión del yacimiento y la abundancia de ámbar así como de bioinclusiones en muchas piezas se explica por el paleoincendio que lo originó. Así, junto al ámbar se ha encontrado madera carbonizada fósil o fusinita, que corresponde a las brasas del fuego. «Es madera que se quemó muy rápido y a temperatura muy elevada», comentó.
Según explicó, el detonante del incendio podría haber sido «simplemente» un rayo de una tormenta ya que, por aquel entonces, las concentraciones de CO2 en la atmósfera eran mayores que en la actualidad y Cantabria tenía un clima tropical, con abundantes tormentas y huracanes. A ello se suma la existencia de bosques muy resiníferos y, por tanto, susceptibles de quemarse y una mayor concentración de oxígeno en la atmósfera también era mayor que ahora, lo que ayudaría a que se produjesen grandes incendios forestales.
El fuego, señaló Peñalver, dejó el suelo desprotegido frente a la erosión y, durante los siguientes años, el agua arrastró hasta la costa enormes cantidades de brasas y resina junto a la madera no quemada que posteriormente se convirtió en los depósitos de lignito que también se encuentran en el yacimiento, junto a una gran cantidad de hojas fosilizadas.
El paleontólogo del IGME detalló también que el área de El Soplao era, en la época cretácica, una zona de transición entre el mar y el continente lo que se demuestra con «pruebas inequívocas» de restos de algunos invertebrados acuáticos hallados y que sólo se desarrollan en agua salada.
«Pero, por el momento, no sabemos si crecieron en la superficie del ámbar porque la resina estuvo un tiempo flotando en las aguas del mar antes de ser enterradas o porque estuvieron flotando», aclaró.
En cuanto a la vegetación, se ha encontrado una «gran cantidad» de plantas aunque, de momento, no el interior del ámbar sino en su exterior. Se trata de hojas, no troncos, de una especie perteneciente a la familia de las coníferas por lo que supone que este tipo de arbusto era el que producía la resina.
INSECTOS
En las excavaciones llevadas a cabo a finales de octubre, han aparecido cerca de medio centenar de insectos correspondientes a ocho órdenes diferentes, fundamentalmente mosquitos, avispas y escarabajos, explicó Xavier Delclòs, investigador de la Universidad de Barcelona, quien apuntó que este ámbar es «especialmente rico en insectos».
Además, subrayó que durante el lavado de las piezas extraídas del yacimiento se han encontrado por casualidad un total de siete ejemplares, dos de ellos son avispas que con toda seguridad corresponderán a géneros y especies nuevas. El tercer ejemplar es una mosca que presenta una morfología «muy peculiar» y que nunca había sido encontrada en ámbar español y que, con seguridad, corresponde también a una especie no descrita. El resto de ejemplares son más habituales, salvo otra avispa de la familia de los Megaspilidae que es «muy escasa en el registro fósil».
COLOR AZUL PÚRPURA
Los expertos e investigadores que han trabajado en el yacimiento de El Soplao destacaron que prácticamente todo el ámbar que aparece es de color azul. Concretamente presenta una «intensa luminiscencia azul-púrpura» cuando le da la luz directa del sol y «tras luces especiales», características que son «extremadamente» raras para el ámbar.
Y es que, hasta la fecha, sólo se habían documentado piezas similares en un yacimiento del Terciario (21 millones de años aproximadamente) en la República Dominicana. En cualquier caso, Rafael Lozano, investigador del Museo Geominero, declaró que la luminiscencia del ámbar de El Soplao es «mucho más intensa» que la del país americano, al tiempo que en Cantabria se ha constatado más cantidad y de mayor tamaño.
Respecto al ámbar cretácico, existen otros yacimientos en el mundo en Oriente Medio (Líbano, Israel y Jordania), al oeste de Francia, al sur de Inglaterra y en el noreste de España, pero muchos de ellos no tienen inclusiones de artrópodos ni las «dimensiones» de las piezas o la «cantidad, variedad y calidad» del ámbar azul púrpura.
Todos estos hallazgos han sido posibles gracias a un proyecto de investigación enmarcado en un convenio suscrito por el IGME, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria y la empresa SIEC S.A., junto con la colaboración de la Universidad de Barcelona
Fuente:
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