Probablemente, uno de los sistemas de comunicación de mayor extensión y complejidad sea el Lenguaje Humano, sistema de signos lingüísticos, a través del cual la mayoría de los humanos transmiten, comparten e intercambian sus emociones, pensamientos, necesidades e incluso los productos de su actividad imaginativa y creativa.
A la luz de la Lingüística
En este sentido, el Lenguaje también constituye objeto de estudio de la Lingüística, disciplina que trata de estudiar esta entidad, a fin de poder descifrar su naturaleza y comportamiento, sobre todo desde una perspectiva descriptiva más que prescriptiva. De esta forma, habrá que remontarse al concepto de Lenguaje dado por Ferdinand de Saussure, padre de la Lingüística General, quien en su momento promulgó que el Lenguaje podía ser definido como una entidad dicotómica, en donde se puede diferenciar dos caras de una misma moneda: la Lengua y el Habla, las cuales resulta apropiado definir brevemente:
Lengua
Para la Lingüística, la Lengua sería la dimensión del Lenguaje en donde residen todo el conjunto de reglas y normas de funcionamiento. Así mismo, la Lengua sería definida a su vez como una entidad que cuenta con las siguientes características:
- Es intangible, pues se encuentra en una dimensión abstracta, aun cuando pueden realizarse anotaciones de las reglas que contiene, nunca podrá hacerse por completo.
- Es colectiva, es decir, pertenece a todos los hablantes de una comunidad lingüística, quienes más allá de sus alcances académicos conocen instintivamente las reglas por las cuales se maneja su lengua, logrando comunicarse a través de ella, aun cuando no sepan leer.
- Es inabarcable, su gran número de reglas no puede ser aprendida en su totalidad por ningún hablante, ni ser comprendida de manera plena por ningún manual o libro de Gramática.
- No mutable: debido entonces a su intangibilidad y su carácter inabarcable, la Lengua no puede ser modificada por ningún hablante particular, y aun cuando va sufriendo cambios paulatinamente en el tiempo, a través de las generaciones de hablantes, en realidad cambia muy poco, por lo que puede seguir siendo transmitida y sirviendo para la comunicación, tanto entre contemporáneos, como entre personas de distintas generaciones.
- No dinámica: así mismo, a pesar de que sí presenta cambios y variaciones a lo largo del tiempo, la Lengua tiende a ser una entidad bastante estable.
Habla
Por su parte, el Habla es definida como la realización tangible, registrable y medible de la Lengua, la cual es llevada a la realidad práctica por parte del hablante. Así también, se le asignan una serie de propiedades, las cuales suelen ser inversamente proporcionales a las que ostenta la Lengua, entre ellas se encuentran:
- Es tangible, al ser una realización física, a través de sonidos y ondas sonoras, el Habla es considerada una entidad real, la cual a su vez puede ser medida y registrada.
- Es individual, a diferencia de la Lengua que es colectiva, el Habla es una realización individual, de cada uno de los hablantes, a través de sus actos de habla.
- Es abarcable, así mismo ese carácter individual o hace abarcable, puesto que cada hablante puede incidir en su forma de hablar, e incluso llegar a conocerla de forma total.
- Es mutable, igualmente, en el Habla pueden operarse cambios mucho más rápidos y profundos que en la Lengua, registrando entonces gran variabilidad en el paso del tiempo.
- Dinámica, pues su continua variabilidad y práctica, le conceden a esta entidad del Lenguaje la característica de dinamismo.
Lenguaje, herencia cultural
Por otra parte, aun cuando para la mayoría de los hablantes la adquisición y uso del Lenguaje puede resultar un hecho natural, de acuerdo a algunos lingüistas como Edward Sapir, en realidad no lo es. De esta manera, en su obra El Lenguaje, Sapir realiza una analogía entre lo que significa adquirir la capacidad humana de desplazarse sobre sus dos extremidades inferiores y las acciones físicas e intelectuales relacionadas con el proceso de adquirir el Lenguaje.
En este sentido, Sapir afirma que el cuerpo humano está preparado instintivamente para aprender a caminar, puesto que si en caso hipotético se pudiese aislar a un individuo del resto de su grupo, sus instintos tarde o temprano lo harían aprender a caminar, de modo similar al de sus semejantes. No obstante, este lingüista estadounidense señala que en igual caso, la persona aun aprendiendo a caminar, lejos estaría de aprender a hablar de la misma forma en que lo hiciera el grupo del cual fue apartado. Por consiguiente, Sapir indica que esta diferencia ocurre precisamente por la diferentes naturalezas que engloban el hecho de caminar, el cual puede ser tenido como un acto natural e instintivo, y el Lenguaje, construcción social, aprendida a través de la herencia cultura. De esta forma, Sapir reitera entonces que el Lengua es un patrimonio cultural.
Igualmente, durante su obra, Sapir llega a describir el Lenguaje casi como una capacidad humana milagrosa, puesto que según sus estudios no existe una explicación científica que venga a explicar realmente en qué momento y bajo qué sucesos el aparato respiratorio del hombre, así como la boca (parte del aparato digestivo) traspasaron sus funciones orgánicas, para comenzar a funcionar también como aparato fonador, pudiendo realizar la serie asombrosa de reglas y relaciones abstractas, por las cuales está constituida la parte intangible del Lenguaje.
En consecuencia, para este lingüista, así como para la corriente de pensamiento en torno a sus aportes, el Lenguaje además de una creación humana inexplicable y asombrosa, se constituye también como un patrimonio humano, transmitido de generación en generación, a través de la enseñanza directa, por lo que a su vez puede ser visto como un herencia cultura, y también como una especie de imposición, pues aunque se puedan aprender otros idiomas en el futuro, nadie puede escoger la Lengua materna con la que nacerá, ni la comunidad lingüística a la que pertenecerá. No obstante, quitándole el tono opresivo al carácter impositivo, se puede decir que la Lengua materna de cada uno es la principal herencia cultural que puede recibirse por parte de los padres, y en donde están incluidos también rasgos inherentes a la sociedad, religión y cultura de los ancestros.
Lenguaje, reflejo de quienes somos
Por otro lado, ramas como la Sociolingüística se encargan de aproximarse y estudiar el Lenguaje desde su realización, el Habla, a fin de poder clasificar y describir las distintas características que esta adquiere, según los grupos de habla que decida estudiar. En consecuencia, la Sociolingüística se encarga de ir clasificando a los hablantes de acuerdo a su edad, sexo, actividad, procedencia, nivel de educación e incluso su estrato social, lo cual se ve reflejado en los distintos niveles de habla que esta disciplina concibe para organizar el Lenguaje.
No obstante, lejos del aspecto técnico y académico en el que se basa la Sociolingüística, se puede deducir cómo a través del habla, se puede conocer la identidad social de un hablante, es decir, cuál es su grado de instrucción, la clase social en donde se desarrolla, el género al que pertenece e incluso la carrera que decidió estudiar o si no tuvo estudios. De esta forma, la forma de hablar que cada uno es un espejo de quien se es, por lo que más allá de una herencia cultura, el Lenguaje es un reflejo de cada uno, una huella que la historia propia ha dejado grabada.
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