Códices aztecas con descripciones en español
El arte de plasmar lo sanguinario
Los aztecas tenían un gran desarrollo en tintes naturales para sus pinturas y en instrumentos para tallar distintos tipos de piedra, aunque solamente las clases altas de la sociedad tenochca podían acceder a esta educación artística. Las escuelas eran basadas en la meritocracia y se reservaban la exclusividad de recibir algunas personas pobres que tuvieran la virtud de saber pintar. Fue una época dorada para los aztecas: vivir entre la opulencia de artesanos que elaboraban diferentes esculturas retratando los insensibles dioses consumidores de sangre y carne humana, así como pintores de leyendas clásicas de su sociedad. Ellos consideraban el mito como una parte histórica, pero era una historia viva, llena de responsabilidad con el devenir y esperando el momento del calendario donde se acabaría el mundo por alguna catástrofe.
Es por eso que los aztecas necesitaban plasmar su expectativa hacia el fin del mundo. Los cuadros de hombres asesinando pueblos enteros para sacrificar los rehenes sobre la pirámide mayor de Tenochtitlán, no se diferencian en nada de películas como Apocalipto en el detalle y la precisión al describir el cuchillo de obsidiana entrando en el pecho de algún humano por un sucio sacerdote, sacando el corazón y dándoselo al dios sol (llamado Tonatiu), para que él saliera todas las mañanas y ayudara en la cosecha a los habitantes del antiguo Imperio americano.
La escritura también era considerada como arte; si has visto algún libro, de esos llamados códices, verás la precisión del dibujo. Obviamente no tenían letras como nosotros pero sus dibujos detallaban un lenguaje, el cual fue por mucho tiempo oculto. Esos libros hablaban del tránsito de la vida a la muerte, la espera de los dioses, sus venganzas y la historia que narraba cómo poblaron el valle de México: la explicación es relacionada a un águila que se estaba comiendo una culebra sobre un cactus. Con el tiempo eso se volvió el escudo mexicano.
El origen milenario a través de los códices.
Ellos hicieron libros que contaban su venían del norte, pero nadie sabe a ciencia cierta el lugar exacto donde vivieron hasta que establecieron el Imperio Azteca. Muchas cosas se narraron para desenmascarar el mito de la llegada de los primeros mexicas al Valle de México y se dice que lograron llegar de alguna tribu milenaria con castillos de oro, donde descubrieron la escritura y posiblemente el contacto con sus propios dioses.
Mucho tiempo después cuando los aztecas fueran invadidos por el magnífico Hernán Cortés, los españoles harían una prodigiosa expedición en búsqueda de ese lugar donde vivieron los aztecas antes. Allí descubrieron las armas, la agricultura y muy posiblemente las artes para plasmar las victorias y derrotas. Se pensaba que allí la ciencia estaba más avanzada que en ninguna parte; el descubrimiento de los calendarios lunares y solares elaborados por mexicas tuvo que ser proveniente de otro lugar. Pero los aztecas mezclaron la leyenda con su historia, imposibilitando el lugar exacto en el cual se encontraban estas ciudades de las que hablaban en Europa, por ser fundadas por los descendientes del gran Rey Salomón.
Arte proveniente de un origen místico
Se supone que el descubrimiento de los trazos y de los diferentes colores para plasmar una idea, fue evidente en la triste historia de los mexicas. Aquí detalla que fueron expulsados hace mucho tiempo y migraron por más de 50 años (muy parecido al pueblo de Moisés). Vivieron con comunidades como los chichimecas que eran bárbaros porque se alimentaban de carne humana y chile (ají); por lo que es posible que la costumbre de comer gente allá sido herencia de este grupo.
Se ve en los códices y los grabados de algunas pirámides aztecas y de los teotihuacanos fieles representaciones de estos arduos viajes que no terminaban en paz, como si llevaran la maldición de Caín a cuestas o quizá alguna otra más pesada. La verdad sobre esto no la sabe nadie.
Sólo si miramos a los dioses de ellos veremos que en todo el continente mesoamericano aparecen recurrentemente algunos: Quetzacoalt, Huitzilopochtli y Tlaloc, son los más relevantes porque la mayoría de los sacrificios (sin contar el dios sol), eran para estas idealidades.
Así que cuentan los libros sagrados cómo el arte fue entregado al hombre para acercarse a la realidad del origen, pues la historia no podía componer elementos místicos que subrayaban mucho mejor en el arte. Vemos por ello a los artistas aztecas en las mejores posiciones sociales (fuera de los sacerdotes y militares), con el respeto correspondiente a un grupo social mágico. Eran contratados por los pipilin, la clase social más prestigiosa y sus elaboraciones eran pagadas en altos precios. Como ellos solo manejaban oro o semillas de cacao para intercambiar, estos personajes podían aprovechar los medios de intercambio y hacerse totalmente ricos.
Cuando entran los españoles y destruyen todo lo que alguna vez fue sagrado, a los artistas se les perdona muchas veces la vida. Ellos son los primeros en aprender el español o en escribir el náhuatl (la lengua de los mexicas) en nuestro alfabeto latino. De aquí salen las primeras prosas describiendo su primera expulsión, el momento que se van de las ciudades de oro, hasta la destrucción por parte de los españoles de todos los dioses en quienes alguna vez creyeron.
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