Sea como sea, lo cierto es que nuestros cuerpos están programados para dejar de crecer a los 25 años aproximadamente y comenzar a perder calidad a partir de los 30 o los 40, de tal manera que cada vez es más complicado para él repararse. Con el tiempo, sin importar qué medidas se tomen, el cuerpo decae hasta el punto de dejar de funcionar del todo, y sobreviene la muerte.

Pero, ¿y si no estuviéramos programados para morir? ¿Y si nuestros cuerpos estuvieran pensados para subsistir siempre y cuando hubieran recursos disponibles? Pues bien, en términos biológicos, esto no es del todo imposible: existen animales y plantas que parecen estar diseñados para vivir para siempre. Veamos de quienes se trata:

Los pinos de montaña

Pertenecientes a la familia del pino, son tres especies muy particulares que crecen en las regiones de las Montañas Rocosas. Se calcula que los más antiguos de estos árboles tienen más de 5000 años de edad.

Pese a su aspecto, que pareciera mostrar un árbol enfermo, estos ancianos tienen tejidos que funcionan como los de sus contrapartes más jóvenes, afirman Howard Thomas, profesor de la Universidad de Aberystwyth en el Reino Unido. De acuerdo con este investigador, el aspecto de los árboles se debe únicamente al clima y a factores tales como relámpagos y sequías que los habrían golpeado periódicamente.

Sin embargo, los análisis que se han realizado a lo largo de los últimos años muestran que el funcionamiento celular de los árboles es perfecto y no aparecen mutaciones a pesar de su increíble longevidad. De acuerdo con Thomas, esto se debería a una parte de los árboles llamados “meristemas”, que mantienen poblaciones considerables de células madre y desde donde se pueden regenerar tejidos del resto de la planta.

Sin embargo, de no ser por el estilo de vida extremadamente lento de estas plantas, los meristemas no podrían sobreponerse al crecimiento “normal” de las mutaciones. En efecto, todas las plantas poseen estos órganos, pero solo estas especies viven a un ritmo tal que los órganos son capaces de reparar la planta a la misma velocidad que se va dañando. En este caso, parece que vivir en un ambiente con poca agua y nutrientes es una ventaja para estos pinos.

El caso del pino es muy particular y explicaría por qué tan pocas especies de animales son longevas: nuestros metabolismos, incluso los de los animales más “lentos”, son muchísimo más rápidos que los de cualquier planta.

La almeja o “chilva” Mercenaria

De nombre científico Mercenaria Mercenaria, se trata de un molusco común en las costas europeas. Debido a que su concha crece a un ritmo de un anillo por año, los científicos pueden determinar la edad de una de estas criaturas solo con contar las marcas en sus conchas. Hace poco más de 8 años algunos investigadores extrajeron una de estas criaturas de las costas de Islandia… e involuntariamente la mataron. El animal, bautizado Ming, se convirtió en el animal más longevo de la Historia, pues descubrieron que tenía 507 años el día que murió.

De acuerdo con las investigaciones, esta especie de almeja tiene la particular capacidad de evitar las mutaciones por el contacto con oxígeno, tan comunes en otras especies (incluyendo la nuestra). Las células de la especie, al igual que las del pino, envejecen a una tasa insignificante y parece que no perdieran sus propiedades con el paso del tiempo.

¿Es posible aplicar estos factores al cuerpo humano para así conseguir la inmortalidad? Aunque complicado, en teoría podría hacerse. Sin embargo, existen otras especies inmortales, algunas de las cuales tienen mecanismos más parecidos al nuestro en su crecimiento y de las que podríamos, eventualmente, obtener el secreto de la inmortalidad.

Pero sobre ellas hablaremos en una próxima ocasión.

• Parte 2

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