La muerte de un criminal
¿Existe la justicia divina? ¿Es superior a la humana? ¿Ocurre en esta vida o en la otra?
Cuando un criminal es condenado a cadena perpetua suele respirar, aliviado, porque no se le aplicó la pena de muerte, el peor temor de todo ser humano. Sin embargo, cabe la posibilidad de que encerrado entre cuatro paredes de las que sabe que jamás podrá escapar termine por pensar que, eventualmente, la muerte será su única liberación. Quizás entonces habrá purgado sus pecados.
Pero ¿qué pasa con ellos cuando son condenados a muerte? ¿Es la muerte, algo por lo que todos pasamos, un verdadero castigo? ¿O acaso deben purgar su pena luego de morir?
Esta noción de justicia está en la raíz del concepto de las cárceles como un lugar en el que abundan los espectros y fantasmas de personas que no pudieron pagar sus penas en vida y, por lo tanto, están condenadas a permanecer allí encerrados hasta que lo hagan.
El caso de Salina Wadge
Un caso muy interesante es el ocurrido en Cornwall, en el Reino Unido, en 1878. La historia comienza con Salina Wadge, una madre bastante humilde que vivía en la pobreza y estaba en un constante estado de tensión por cuestiones monetarias. La situación de la mujer era aún más precaria en cuanto a que uno de sus pequeños tenía problemas de desarrollo, lo que incrementaba los gastos y hacía que permanentemente tuviera que estar cuidándolo.
En el verano de 1878 la mujer junto con sus dos hijos, John, de 6 años y Henry, de 2 (que era quién tenía problemas) fue a visitar a su madre en Cornwall. En el camino de vuelta la madre supuestamente perdió de vista al pequeño Henry y llegó a su hogar únicamente con John.
Las primeras pesquisas indicaron que algo sospechoso ocurrió en el trayecto. Cuando le preguntaron qué había sucedido la respuesta de la mujer fue simplemente “Henry murió en el camino”: su hijo John pronto afirmó que este no era el caso y que su madre lo había arrojado a un pozo.
Cuando fue confrontada, Wadge afirmó que había sido su novio, John Westwood, a quien supuestamente había visto luego de ir a donde su madre. La historia estaba llena de vacíos y las autoridades pronto concluyeron que la madre había sido la causante de la muerte de su hijo. Siendo un crimen tan horrible, de inmediato se le condenó a la horca: el 15 de agosto de 1878 murió en Bodmin Goal.
El fantasma de Wadge
Como en muchos casos semejantes, pareciera que la muerte no hubiese sido suficiente para purgar su gran pecado. El fantasma de Wadge es una presencia recurrente en las inmediaciones de la prisión y suele aparecerse ante todo frente a niños y mujeres embarazadas. El arrepentimiento y el dolor de la mujer parecen hacer que se vincule, ante todo, con los infantes.
En el caso de las mujeres embarazadas unas pocas la describen como una mujer con un vestido largo, pero la mayoría sienten únicamente una horrible opresión cuando quiera que pasan por el lugar. Muchas describen angustia, dolor y pánico ante la pérdida de su pequeño, que sienten como algo inminente.
Pero ante los niños la mujer sí se aparece de manera constante. Es común que los pequeños de 3 o 4 años pregunten quién es la mujer de vestido largo que está llorando en una esquina del tercer o cuarto piso. Pero parece que el arrepentimiento de la mujer es completo, pues jamás ha lastimado a uno de los pequeños y se limita a aparecerse frente a ellos.
Fuente de imágenes: 1: img.theepochtimes.com, 2: capitalpunishmentuk.org